CRÍTICA: ‘Atractiva producción con flojo reparto’ (“Ainadamar”, Teatro Campoamor de Oviedo, 10/12/2013)
‘Atractiva producción con flojo reparto’
AINADAMAR (0. GOLIJOV)
Teatro Campoamor de Oviedo. 10 Diciembre 2013.
Hace año y medio tuve ocasión de ver esta ópera en el Teatro Real y entonces me refería a ella como una obra más apropiada para ser presentada en un festival que en una temporada de ópera regular. De hecho, su estreno absoluto tuvo lugar en el Festival de Tangelwood y sus revisiones subsiguientes se hicieron con ocasión de sus representaciones en Los Ángeles, aunque no en la temporada de ópera, y en el Festival de Santa Fe. En los tiempos que corren me llamó la atención que el Teatro Real la ofreciera dentro de su programación regular y lo mismo me ha ocurrido ahora en el caso de Oviedo. Más todavía en el caso de la capital asturiana, ya que sus temporadas de ópera no se caracterizan por ofrecer muchas novedades en cuanto a títulos se refiere. Me pregunto qué pensarán los abonados de la Ópera de Oviedo de todo esto, como en su día me preguntaba qué pensarían los de Madrid, aunque hay que reconocer que estos últimos tienen ya bastante callo.
Yo era jovencito cuando el lema turístico de nuestro país consistía en el slogan Spain is different y el caso de Ainadamar en nuestro país parece efectivamente confirmarlo. Una ópera con apenas 10 años de vida se estrena en España en Junio de 2011 en el Festival de Granada en una nueva producción, lo que no evita que el Teatro Real vaya por libre y la ofreciera un año más tarde en otra producción, que tuvo su estreno en Santa Fe. Para el estreno mencionado en Granada se encargó una nueva producción, en la que participaron también el Festival de Santander y la Ópera de Oviedo.
Ainadamar (Fuente de Lágrimas en morisco) alude al paraje donde fue asesinado Federico García Lorca en la Guerra Civil. La ópera presenta la muerte de Federico en un muy bien traído paralelismo con la de María Pineda, cuyas figuras ocupan una buena parte de la ópera que nos ocupa, mientras que en la última escena, que no deja se ser un cierto petacho, el mayor protagonismo recae en la gran actriz Margarita Xirgú, amiga del poeta y tantas veces protagonista de sus obras de teatro, entre las que María Pineda ocupa un lugar relevante. Tanto Lorca como Pineda se nos ofrecen como mártires de la libertad, en un paralelismo asombroso en vida y muerte. Sin duda que son estas dos figuras o iconos auténticamente universales los que dan sentido y fuerza a esta ópera.
La música del argentino Osvaldo Golijov resulta un tanto irregular, aunque no se trata de una de esas obras musicales que producen rechazo en muchos aficionados. Sin ser una obra excepcional, se escucha con agrado en muchos momentos, aunque falta un auténtico sello personal por parte del autor. La versión actual elimina los versos lorquianos que tuvo en Madrid como protagonista a Nuria Espert, volviendo, por tanto, a la versión más tradicional de Santa Fe.
La producción escénica se debe al mejicano Luis de Tavira, cuyo trabajo me ha resultado atractivo dentro de su simplicidad, si exceptuamos la última escena, en la que uno no sabe muy bien qué hacen Lorca y Xirgú, como presidiendo la ultima cena de Cristo. Hay un protagonismo importante de videos (Julián de Taviara) y de coreografía (Stella Arauzo), que sustituyen al coro en escena. La escenografía (Philippe Armand) es muy simple, unos simples paneles móviles negros, que dan una gran agilidad a los cambios de escena. El vestuario (Tolita y Maria Figueroa) no pasa de ser simplemente adecuado. La producción tiene un buen ritmo y se ve con agrado, echándose en falta una mejor dirección de actores, que resulta insuficiente.
Hay que destacar la actuación de la Compañía Antonio Gades.
La dirección musical estuvo encomendada a Corrado Rovaris, quien ya había dirigido el estreno español en Granada y también lo había hecho en Filadelfia en el Curtis Institute en el año 2009 (por cierto, también fuera de la temporada regular de ópera de Filadelfia). Por tanto, Oviedo ha tomado la decisión de poner la ópera en manos seguras y el resultado ha respaldado la decisión, ya que Corrado Rovaris ha ofrecido una notable lectura, no inferior a la que Alejo Pérez ofreció en el Teatro Real. Le siguió bien la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Cumplió bien el reducido Coro de la Ópera de Oviedo, que cantaba en el foso.
El reparto vocal dejaba bastante que desear, aun admitiendo las dificultades de contar con voces de mayor importancia para una ópera como ésta.
María Hinojosa fue una insuficiente Margarita Xirgú, con un centro sumamente reducido, que apenas llegaba a la sala. Tampoco fue muy convincente la actuación de Marina Pardo en el personaje de Federico García Lorca, con una voz no muy sobrada de calidad. La soprano donostiarra Elena Sancho-Pereg mostró una voz atractiva y bien manejada en la parte de Nuria, aunque corta de volumen. Posiblemente, lo mejor de la noche fue la actuación del cantaor Alfredo Tejada como Ruiz Alonso. Completaban el reparto en personajes episódicos Francisco Crespo (Tripaldi), Pablo Gálvez (Maestro) y Marc Sala (Torero).
El Teatro Campoamor ofrecía una entrada de alrededor del 70 % de su aforo. El público se mostró una tanto tibio en los saludos finales con ausencia de bravos.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 19 minutos, sin descansos. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 162 euros, siendo de 156 euros el precio de la butaca de platea. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 117 y 61 euros. La entrada más barata costaba 44 euros. José M. Irurzun
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