Crítica: Llega Babylon a Berlin sin Barenboim
BABYLON (J. WIDMANN)
Staatsoper de Berlín. 11 Marzo 2019.
Este viaje a Berlín ofrecía la posibilidad de poder asistir al estreno en la capital alemana de la ópera Babylon, que no pude ver cuando se estrenara en Munich hace 7 años. Tenía dudas sobre el hecho de asistir a esta representación, pero quedaron eliminadas cuando vi anunciado al frente de la dirección musical a Daniel Barenboim. Lamentablemente, el director argentino canceló su participación hace unas fechas por tener que pasar por una operación en la vista.
Jörg Widmann es un clarinetista y compositor alemán, que recibió el encargo de hacer esta su segunda ópera por parte de la Bayerische Staatsoper de Munich. La ópera se estrenó en el año 2012 bajo la dirección del entonces director musical de Munich, Kent Nagano, y en una producción de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus. La ópera no fue muy bien recibida por la crítica.
Babylon es una ópera bastante sub-realista o fantástica y trata del enfrentamiento de los babilonios y su amor libre con los judíos, que se han establecido en Babilonia y siguen con sus tradiciones. Los protagonistas son la babilonia Inanna y el israelita Tammu, que están enamorados. Las lluvias torrenciales y el desbordamiento del Éufrates hace que el Rey-Sacerdote decida ofrecer un sacrificio a los dioses, que consiste en la muerte precisamente de Tammu. Como si en el drama de Orfeo estuviéramos, Inanna baja a los infiernos para poder recuperar a su amado, lo que consigue, al menos temporalmente, por parte de La Muerte.
La ópera cuenta con un libreto excesivamente largo y sin mucho interés, especialmente en su primera parte, siendo obra de Peter Sloterdijk. Musicalmente, responde a las características que suelen reunir estas óperas contemporáneas, que se caracterizan por su falta de melodía, abundancia de percusión y escasez de cuerda en las orquestas. A mí la ópera no me ha convencido, siendo premiosa y aburrida en su primera parte, ganando en todos los sentidos en la segunda mitad. De todos modos, no creo que vuelva a verla ni aunque tenga oportunidad de hacerlo.
En Berlín se ha ofrecido la ópera en una nueva producción, que lleva la firma de Andreas Kriegenburg, de quien he visto bastantes producciones en Munich, entre ellas un Anillo completo y en varias ocasiones. La producción funciona bien, incidiendo en los aspectos irreales de la trama, ofreciendo una escenografía (Harald Thor), con una especie de gran andamio con numerosos huecos, en los que se colocan normalmente figurante y coralistas, resultando lo más interesante la escena del enfrentamiento de Inanna y La Muerte. El vestuario resulta atractivo dentro de su rareza y es obra de Tanja Hofmann, contando con una buena iluminación por parte de Olaf Freese. La dirección de escena está bien hecha en todos los casos, sacando un buen partido de algunos personajes secundarios.
La dirección musical estuvo inicialmente encomendada a Daniel Barenboim, pero, como digo mas arriba, canceló hace unas pocas semanas, siendo sustituído por el británico Christopher Ward. No es fácil juzgar una dirección de una ópera desconocida y más si se trata de un trabajo contemporáneo. Me ha parecido su dirección correcta, llevando bien la obra, sin problemas dignos de mención. Buena la prestación de la Staatskapelle Berlín, así como la del Staatsopernchor, bastante exigido en esta ópera.
En el reparto vocal lo mejor vino de las dos mujeres más importante del mismo, que son Inanna, la enamorada de Tammu, y la que representa el Alma. Fueron interpretadas en el primer caso por la soprano danesa Susanne Elmark, que ofreció una notable actuación en una parte nada fácil de cantar, ya que su tesitura es complicada. El personaje del Alma fue interpretado por la soprano Mojca Erdmann, que superó las dificultades de la complicada tesitura del personaje.
La parte del israelí Tammu fue interpretada por el tenor Charles Workman, que tuvo que luchar como pudo con una complicada tesitura, resultando problemático en más de una ocasión.
El veterano bajo John Tomlinson dio vida al Sacerdote-Rey y le he encontrado en mejor estado vocal de lo que esperaba tras mis experiencias con él en los últimos años. El personaje de La Muerte fue bien interpretado por Otto Katzameier, muy desenvuelto en escena. Lo hizo bien la mezzo soprano Marina Prudenskaya como Éufrates. El contratenor Andrew Watts no pasó de la corrección en la parte del Escorpión Humano. Finalmente, Florian Hoffmann y Felix von Manteuffel dieron vida al Sacerdote y a Ezequiel, respectivamente. El Mensajero era el niño Arne Niermann.
La Staatsoper ofrecía una ocupación de algo más de la mitad de su aforo. El público se mostró frío durante la representación y más cálido en los saludos finales, siendo las más aplaudidas Susanne Elmark y Mojca Erdmann.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 1 minuto, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 27 minutos.
El precio de la localidad más cara era de 132 euros, habiendo butacas de platea desde 77 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 30 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Declair
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