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Por Publicado el: 01/12/2018Categorías: En vivo

Crítica: Beethoven y los quilates del Trío Iturbi

trio-iturbi

Trío Iturbi

CICLO “BEETHOVEN 1-13”

Fernando Pascual (violín), Jorge Fanjul (violonchelo), Òscar Oliver (piano). Obras de Beethoven (Sonata para piano opus 13, en do menor. Tríos con piano opus 1 número 3, en do menor, y Opus 11, en Si bemol mayor). Lugar: Palau de la Música (Sala Joaquín Rodrigo). Entra­da: Alre­de­dor de 250 perso­nas. Fe­cha: Domingo, 25 noviembre 2018.

Culminó el domingo el Trío Iturbi la ambiciosa empresa de ofrecer en una serie de tres conciertos los primeros trece números de opus de Beethoven. Lástima que el Palau de la Música –cuya operativa sala Joaquín Rodrigo ha sido testigo del triple acontecimiento-, insensible a la enjundia del ciclo no haya tenido la lucidez de preparar un programa de mano en condiciones a tono con la importancia del acontecimiento, y en su lugar haya optado para este “Beethoven 1-13” por unas hojillas parroquiales plagadas, además, de errores que incluso equivocan las obras del ciclo, muy a tono con otras rarezas que anuncian una serie sinfónica con conciertos de cámara o un ciclo Mendelssohn-Bartholdy que incluye un programa “a determinar” de Sokolov.

Por fortuna el desacierto que envuelve la gestión del Palau de la Música no afectó en esta ocasión al escenario y se pudo así disfrutar de una velada beethoveniana de apreciables quilates. No escasa de trampas y vericuetos, más artísticos que técnicos, bien resueltos por unos instrumentistas –el violinista Fernando Pascual, el violonchelista Jorge Fanjul y el pianista Òscar Oliver– que hace tiempo vienen demostrando por activa y por pasiva, en solitario y en conjunto, sus solvencias profesionales y expresivas.

Inauguró la tarde el pianista Óscar Oliver, quien en solitario tocó una versión pulida, transparente y rotunda de la popular Sonata Patética de Beethoven. Se admira la limpieza de ejecución, la claridad y calidad de cuanto se oye, con una visión abierta, extravertida y robusta. Excesiva en ocasiones en las dinámicas más vigorosas y contundentes. El categórico acorde de do menor que abre la sonata y su grave inicio fue enunciado con un fortísimo (Beethoven anota un templado fp) extraño al temprano momento estilístico de una composición que nace en 1799 como  -conviene recordarlo- “Gran sonata patética para clavecín o piano-forte”. Oliver, con su planteamiento dramático y de extremadas dinámicas, optó por transportarla casi al Beethoven tardío y futurista de las últimas sonatas. La gran vivacidad de su versión, y algunas singulares fluctuaciones métricas en el rondó conclusivo, no menguaron la entidad expresiva de una lectura que, en cualquier caso, encontró sus mejores momentos en el cantable y calmo adagio central.

Los dos disímiles tríos que sustanciaron el programa marcan ánimos nítidamente diferentes dentro de lo que se conviene como “primer periodo creativo de Beethoven”. Con los admirados Mozart y Haydn siempre como precedentes ineludibles, los apenas dos años que separan ambas composiciones –la primera es de 1795, la segunda de 1797-, reflejan momentos anímicos opuestos. Más contento y luminoso el clarinetístico Opus 11, en Si bemol mayor, y más dramático y oscuro el Opus 1 número 3, en do menor (a tono con  la Sonata Patética), las diferencias entre ambos fueron bien subrayadas y matizadas por el Trío Iturbi, que supo mutar su expresividad de acuerdo a la naturaleza de cada uno de ellos.

Fueron versiones de detalles y convicciones. Bien rumiadas y resueltas. Henchidas de sentido camerístico y de unidad de criterio. Tocadas más por un verdadero trío que por tres músicos que tocan juntos, en las que faltó algo de nervio, volumen y rotundidad en el violín templado de Fernando Pascual, algo que probablemente hubiera quedado menos advertido si Òscar Oliver hubiera mesurado la brillante y dominante sonoridad del moderno gran cola. Que la tapa del piano hubiera estado bajada habría contribuido a calibrar el equilibrio acústico. En medio, como punto catalizador y de equilibrio entre sonoridades y temperamentos, el violonchelo expresivo de Jorge Fanjul. Buen concierto de cámara. Estupendo Trío Iturbi. Éxito. Justo Romero

Publicada el 27 de noviembre en el Diario Levante.

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