Crítica: Berenice, un Haendel menor
Berenice, un Haendel menor
Berenice, regina d’Egitto de Haendel. Sandrine Piau, Ann Hallenberg, Arianna Vendittelli, Paul-Antoine Benos-Djian, Reme Bres Feuillet, John Chest, Matthew Newlin. Il Pomo D’Oro. Francesco Corti, director. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de mayo de 2024.
Con frecuencia se dice que, si una obra no se ha repuesto a lo largo de la historia, sus razones habrá. Las hay en el caso de Berenice, regina d’Egitto y por doble motivo. Haendel la estreno en el Covent Garden londinense en 1737 y un derrame cerebral le impidió estar presente en su estreno. En aquel año, Haendel luchaba por recuperar el cetro perdido en la capital británica a favor de la Compañía de la Nobleza con Farinelli como gran reclamo. Poco antes había estrenado otras dos óperas: “Arminio” y “Giustino”. El público no pareció muy entusiasmado y tan sólo hubo tres representaciones.
Desde entonces permaneció en el olvido hasta 1985, cuando fue revivida por estudiantes emprendedores de la Universidad de Keele, y hay razones para ello, pues no deja de ser una partitura que no puede compararse a las conocidas de su autor. Pocas innovaciones, acompañamiento simple, ausencia de fuerza dramática y no demasiada inspiración. Tanto es así, que Il Pomo D’Oro no dudo en capar la partitura eliminando algunas partes, como uno de los tres dúos. Hizo bien, aunque ello ocasionase algún despiste a los cantantes.
La trama es simple, Berenice, reina de Egipto, se halla envuelta en una cadena emocional de cinco personajes -dos sopranos, mezzo, barítono, tenor y contratenor-, cada uno de los cuales se siente irremediablemente atraído por otro. Selene, la hermana de Berenice, tiene una agitada aria en el primer acto, salvada por una Ann Hallenberg que nota el paso de los años mientras que su amante, Demetrio, invoca a las Furias en “Sù, Megera, Tisifone, Aletto!” con soltura en las coloraturas de contratenor. Destaca la página de Berenice “Chi t’intende”, bien cantada por la soprano Sandrine Piau y con un precioso acompañamiento de oboe. Al final, el delicado dúo de amor entre Berenice y su amante Alessandro “Quel bel labbro”, equilibrado y cálido a cargo de las dos sopranos, la citada Piau y Arianna Vendittelli. Cumplieron todos digna que no brillantemente, incluido el director Francesco Corti y los veinte atriles, lejos de la grabación existente de Alan Curtis, pero el coro final “Con verace dolce pace” nos dejó la nota alegre. Gonzalo Alonso
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