Crítica: Fink, limitadas estilizaciones de lo popular
XXV CICLO DE LIED: BERNARDA FINK
Limitadas estilizaciones de los popular
Canciones de Martinu, Skerjanc, Dvorák, Rodrigo, Falla, Guastavino y Ginastera. Bernarda Fink, mezzosoprano. Anthony Spiri. XXV Ciclo de Lied CNDM.
Teatro de la Zarzuela, Madrid, 20 de mayo de 2019.
La argentina Bernarda Fink, de ascendencia eslovena, ha reunido en este recital los nombres de compositores que la tocan muy de cerca y que, sin duda, se adaptan bien a las características de su voz, la de una mezzo muy lírica, de bien labradas vibraciones, de canto aéreo y mesurado. El lado europeo de su cultura ha quedado expuesto en sus acercamientos a Martinu, Skerjanc y Dvorák, creadores de colorido muy distinto y variado. Y el hispano en las aproximaciones a Rodrigo y Falla y a dos músicos del otro lado del Atlántico, Guastavino y Ginastera, cultivadores a su vez de un estilizado folklore.
La elegancia en la exposición, el nítido dibujo, la línea depurada fueron en este recital las enseñas fundamentales de las distintas interpretaciones, limitadas, esa es la verdad, por ciertas apreturas y por un estado vocal que ha venido a menos. Fink ha cumplido ya los 63 años, que es una edad que impide ciertas florituras y que mueve a centrarse en tesituras no demasiado peligrosas, buscando sobre todo las notas centrales. De ahí que las obras elegidas no ofrecieran en general muchas dificultades y que en todo caso prevaleciera el buen gusto de la intérprete en una sesión un tanto monótona.
El volumen de la voz ha menguado, el apoyo es irregular, los graves quedan débiles y descoloridos, el agudo –no más allá del sol- descarnado, falto de redondez. La cantante se maneja aún, es verdad, aun sin estar del todo desahogada, con decoro en zonas más templadas, fraseando con el gusto que siempre la ha adornado y coloreando bellamente muchos de los pasajes, particularmente los de las piezas argentinas. En este sentido fueron modélicas las “Cinco canciones populares” de Ginastera, entre las que destacó “Triste”, iniciada con una hermosa y dilatada “vocalise”. Mucha clase también la que envolvió las canciones de Guastavino, con una bien delineada, a media voz, “La rosa y el sauce”.
Dicha con exquisitez, “Pastorcito santo” de Rodrigo fue también de lo mejor de la noche junto con una sutil “Adela” del mismo compositor. Mayores dificultades en las tres canciones francesas de Falla, con una “Seguidille” trémula, de afinación incierta y agudo despoblado. Fink se movió con suficiencia y mesura en las poco comprometidas y muy breves páginas de Martinu, aunque ofrecidas con escasos contrastes. Mayor entidad la de las tres canciones del poco conocido checo Lucijan Marija Skerjanc, dotadas de claroscuros que la voz no perfiló por completo. La placidez de las cuatro piezas del álbum “Con aire nacional” de Dvorák fue, en cambio, bien observada en versiones delicadas y soñadoras. En todas las ocasiones, estuvo muy pendiente, atento, variado, escrupuloso, el buen pianista que es Spiri. Arturo Reverter
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