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Por Publicado el: 04/12/2023Categorías: En vivo

Critica: Bodas de Fígaro en Málaga, y comieron perdices

Bodas de Fígaro en Málaga: y comieron perdices

Marcus Werba (Fígaro), Leonor Bonilla (Susanna), Carlos Álvarez (Conde), Rocío Ignacio (Condesa), Anna-Doris Capitelli (Cherubino), Ricardo Seguel (Don Bartolo), Leticia Rodríguez (Marcellina), Gerardo López (Don Basilio/Don Curzio), Paula Ramírez (Barbarina), Pablo López (Antonio), Anna Altukhova y Sara Varela (Campesinas). Coro de Ópera de Málaga. Orquesta Filarmónica de Málaga. Producción del Teatro Nuovo Giovanni da Udine. Dirección escénica, escenografía y figurines: Ivan Stefanutti. Dirección musical: Carlos Aragón. Málaga, Teatro Cervantes, 1 de diciembre.

Las Bodas de Fígaro

Gran noche de música y canto en el teatro malagueño, sobre todo teniendo en cuenta el título del que se trataba, posiblemente la ópera perfecta, pero también la más comprometida de cantar y dirigir. Carlos Aragón realizó un trabajo soberbio para hacer que la Filarmónica de Málaga sonase con transparencia, con vibrato contenido en las cuerdas y un fraseo sin portamentos ni arcos demasiado intensos ni largos, jugando con el spiccato y la articulación picada-ligada. Los tempos fueron por lo general vivos, con el ritmo bien marcado, sin tapar nunca a las voces incluso en los tumultuosos concertantes del final de segundo y cuarto acto. Todo un acierto, desde el punto de vista historicista, hacer que el cémbalo sonase también más allá de los recitativos, marcando el tempo tal y como hubiera hecho el propio Mozart cuando dirigía desde el teclado. La producción de Udine era un dechado de teatralidad y de comicidad elegante, con elementos escenográficos polivalentes a los que se sacó muy buen resultado, un vestuario dieciochesco de gran calidad de texturas y color y un diseño de movimiento de actores medido hasta el mínimo detalle.

Hay que destacar la gran calidad del elenco vocal reunido para la ocasión. Marcus Werba encarnó a un Fígaro de voz clara, más lírica de lo que suele asociarse con este papel, pero que resulta apropiada para quien se presupone joven criado. Su fraseo estuvo muy cuidado y no cayó en exageraciones expresivas, además de ser un muy buen actor. En este sentido actoral, quien brilló fue la Susanna de Leonor Bonilla, debutante también en el papel. Su manera de moverse por la escena es elegante y natural, con innata teatralidad. Su capacidad para modelar la voz, para abrirla y cerrarla, con atención a los acentos, es mozartiana cien por cien y así quedó de manifiesto en un “Deh, vieni, non tardar” cantado a flor de labios, con perfecta proyección, delicado y sensual. Se marcó, por añadidura, un fandango bailado con gracia bolera y acompañándose con elegancia y gusto de las castañuelas. Su dúo “Canzonetta sull’aria” con Ignacio fue uno de los momentos más sensibles de la noche. Carlos Álvarez volvía a uno de sus personajes fetiche, haciendo un Conde Almaviva entre autoritario, violento y cómico. Su apostura escénica es imponente y su manera de vestir el personaje con la voz es apabullante, con ese sonido cálido, oscuro y poderoso que lo caracteriza. Y ese fraseo esculpido al milímetro en recitativos como los de “Hai già vinta la causa”, medido nota a nota, acento a acento. O la manera de atacar, con nitidez y control de la emisión en “Crudel! Perché finora”. Rocío Ignacio tuvo que hacer un serio esfuerzo para adaptar su voz y su forma de emitirla a la estética mozartiana. Así, en “Porgi amor” se le notó rígida, con un vibrato descontrolado y sin encontrar el punto de emisión liberada necesario. Optó, además, por un tempo demasiado lento con el que le costaba llegar con desahogo al final de las frases. Ya con la voz más en su sitio, en “Dove sono” pudo controlar el sonido y hacer un da capo muy delicado apianando y ligando las frases con elegancia. Anna-Doris Capistelli posee la voz ideal, por color, para el personaje de Cherubino, con las cuestiones técnicas bien resueltas. Es joven y debutaba el papel y ello se notó en que le faltó adentrarse en la sensualidad del personaje, en el perfil erótico de las líneas escritas para él por Mozart, frasear de manera más mórbida. Excelentes en sus facetas cómicas y vocales Ricardo Seguel, Leticia Rodríguez y Gerardo López. Y una sorpresa la voz cristalina, perfectamente timbrada, de Paula Ramírez, una Barbarina escorada hacia su perfil más infantil.

El coro malagueño flaqueó notoriamente en sus secciones femeninas, ayunas de empaste. Por contra, la orquesta asumió perfectamente el estilo mozartiano, con sonido diáfano, cuerdas cristalinas y unos viento-madera llenos de color. Andrés Moreno Mengíbar

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