Crítica: Florian Boesch en el Ciclo del Lied. Viaje por los Alpes
CICLO DEL LIED. FLORIAN BOESCH
De viaje por los Alpes
Krenek: Reisebuch aus den österreichischen Alpen (Libro de viajes a través de los Alpes austríacos), op. 62. Florian Boesch, barítono. Malcolm Martineau, piano. Teatro de la Zarzuela. XXVII Ciclo de Lied. 10 de junio de 2021.
Este barítono austriaco es el artista residente de esta temporada. Su singladura se completaba con esta su tercera intervención, que nos ha permitido apreciar nuevamente sus características vocales. La emisión, canónica, no se ve perjudicada por los indeseables engolamientos de otros, aunque estimamos que le falta algo de redondez, de plenitud. De todas formas, a medida que han ido pasando los años, ha ido ganando en paralelo expresividad, intensidad, locuacidad y comunicatividad, lo que le lleva a matizar, a colorear muy hábilmente, a amenizar, a interpretar actoralmente cada canción, con lo que llega muy fácilmente al oyente. Pese a la abundancia de notas abiertas o desleídas.
Emplea con habilidad el falsete y el “falsettone”, contrasta teatralmente, frasea, dice, desgrana a veces con auténtica fruición, musitándolas, regulándolas siempre, las palabras y subraya con tino sus fonemas. Cualidades que han brillado en este último recital en el que se ha interpretado una sola obra, la arriba consignada “Libro de viajes a través de los Alpes austríacos”, un cuaderno de 20 canciones compuesto en 1930 sobre sus propios poemas; una suerte de imitación, con muchas distancias que salvar, del “Viaje de invierno” de Schubert. Un ciclo que experimenta todavía la influencia de un elaborado posromanticismo, antes de que el compositor diera el salto a la técnica dodecafónica.
Boesch ya interpretó esta obra en Madrid (2015, Fundación March) y la tiene muy trabajada y ahormada. Da a cada canción lo suyo con una expresividad a flor de piel, tanto en el “parlato” como en los momentos de carácter melódico y a cuyo sentido y construcción de adapta el barítono: alegría contagiosa en la primera, “Motiv”, en la que mostró el matiz más claro de la voz; desenfado y ligereza en la cuarta, “Wetter”; tristeza en la quinta, “Traurige Stund”; lúgubre acentuación y notas abiertas en la sexta, “Friedhof im Gebirgsdorf”; sentido hímnico en la décimo segunda, “Politik”…
En la “nº 14”, “Heimweh” destacamos lo lírico de la expresión y lo hermoso del postludio, estupendamente esculpido por el buen pianista que es Martineau. Así hasta culminar en la “nº 20”, “Epilog”, cambiante, subrayada por acordes rotos. Con todo ello, un recital ameno (algo menos de una hora), variado, ecológico, en el que el paisaje alpino aparece aquí y allí descrito o esbozado y en el que se suceden las vivencias, las sorpresas del viajero y de su propia familia, que lo acompaña. Los paisajes, las vivencias, las sorpresas están ahí reflejadas y evocadas a través de una escritura fluida, colorista, cinematográfica; perfectamente expuesta por Boesch y su pianista. Muchos aplausos y, como era lógico, ni un solo bis. Arturo Reverter
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