Critica: Calleja, segundas partes pueden ser buenas
RECITAL JOSEPH CALLEJA
Iglesia del Carmen de Peralada. 4 Agosto 2019.
Un año más el Castell de Peralada nos ofrece en verano su conocido y prestigiosos Festival de Música, en el que nunca faltan actuaciones de importantes cantantes. Este año ha ofrecido un recital el barítono francés Ludovic Tézier, al que le sigue Joseph Calleja y continuará con la presencia de Sondra Radvanovsky y de Juan Diego Flórez. A ellos habría que añadir el nombre de Camilla Nylund, que ha cancelado su presencia en el festival, al tener que sustituir a última hora en Bayreuth a Krassimira Stoyanova como Elsa en Lohengrin.
El tenor maltés Joseph Calleja vuelve a España tras la gira que hizo hace 6 años con motivo del lanzamiento de su disco dedicado a la memoria de Mario Lanza. Se trata de uno los tenores actuales más cotizados, contando con un timbre atractivo y un instrumento homogéneo, sonoro a lo largo de la tesitura, algo más estrecho en las notas más altas. Han pasado 17 años desde la primera vez que le vi en escena y su evolución es notable. Si entonces era un tenor lírico-ligero, hoy es prácticamente un lírico spinto.
El recital ofrecido ha tenido dos partes muy distintas, en el que la segunda ha sido claramente más interesante que la primera. Hay que pensar que la Iglesia del Carmen es un recito muy reducido y hay que acoplarse al mismo, lo que no ha conseguido Joseph Calleja en la primera parte, en la que su voz resultaba excesiva para las peculiaridades del lugar, resultando, por tanto, su canto monótono, superficial y escaso de matices, ya que todo lo ha cantado en forte.
Mucho más interesante ha resultado la segunda parte. Es como si alguien le hubiera dicho en el descanso al maltés que tenía que moderar sus impulsos en un recinto tan reducido. Y así fue, con lo que todos salimos ganando. Se le vio más suelto y expresivo que en otras ocasiones, llegando a tener una especie de diálogo con el público en las propinas, que fueron nada menos que 4. Por una vez se puede decir que el refrán español de que Nunca segundas partes fueron buenas no ha sido certero en esta ocasión.
Fue acompañado al piano por el americano Vincenzo Scalera, que lo hizo de manera digna de ser destacada, ofreciendo además un par de actuaciones en solitario. En la primera parte interpretó con gusto La Méditation, de Thaïs de Massenet, y en la segunda 3 estupendos preludios de George Gershwin.
Joseph Calleja abrió su actuación con el aria Quanto è bella, quanto è cara de L’Elisir d’Amore, de Donizetti, que resultó bastante plana y donde hubo exceso de sonidos en forte, que no van muy bien con el aria. Siguió con La Romanza de la Flor de la Carmen de Bizet, en la que mostró su hermosa voz, pero nuevamente hubo exceso de sonidos abiertos. Siguió el Pourquoi me réveiller, del Werther de Massenet, cantado con voz importante, pero excesiva monotonía en su canto.
Terminó la primera parte del recital con el aria de Macduff en el Macbeth de Verdi, donde recogió algo más la voz, terminando la primera parte del recital con E lucevan le stelle de la Tosca de Puccini, donde hubo más intención, terminando en un buen piano.
Como digo más arriba, la cosa mejoró notablemente en la segunda parte, que se inició con la canción Niet, tolko toto kto zhnal, de Tchaikovsky. Para mi gusto fue lo mejor cantado en lo que llevábamos de recital. Le siguieron dos conocidas canciones de Tosti, donde Calleja ya consiguió brillar de manera indudable. Las dos canciones eran Ideale y la bien conocida “A Vuchella”.
Tuvo el buen detalle de ofrecer una canción del compositor maltés Joseph Vella, donde brilló, aunque hubo sonidos excesivos en algunos momentos, Terminó lo que podemos llamar programa oficial con la composición Vaghissimma sembianza, de Stefano Donaudy, cantada con brillantez y buen gusto, terminando con la bien conocidaMattinata, de Leoncavallo, en la que brilló de modo indudable.
Hubo nada menos que 4 propinas, en las Joseph Calleja pareció encontrarse a gusto. La primera de ellas fue la romanza No puede ser, de la Tabernera del Puerto, en la que sorprendió Calleja por su poderío y buena interpretación. Le siguió la muy conocida La Vie en rose, donde cantó con mucha calidad. Como tercera propina ofreció la bien conocida O, Sole mio, en la que brilló de modo claro, terminando en un homenaje a Mario Lanza con la canción Because, de Guy d’Hardelot, que el homenajeado hizo tan popular. Podemos decir que el recital terminó, como dicen los italianos, in belleza.
La Iglesia ofrecía una ocupación de alrededor del 90 % de su aforo. El público se mostró un tanto frío en la primera parte, ganando en calor en la segunda.
El recital comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración de 1 hora y 7 minutos, incluyendo un intermedio. A ello hay que añadir la duración de las propinas, que fueron otros 17 minutos. José M. Irurzun
El precio de las localidades oscilaba entre 80 y 120 euros. Fotos: J. Castro
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