Vocalmente, un tanto irregular

La Cenerentola, G. Rossini. Carol García, Sunnyboy Dladla, Pablo Ruiz, Carles Pachon, Marco Mimica, Isabella Gaudí, Marina Pinchuk.Dirección de escena: Emma Dante. Orquesta y Coro del Gran Teatre del Liceu (Dir. Giacomo Sagripanti). 28 de mayo de 2024

Vuelve esta ópera de Gioachino Rossini al Liceu de Barcelona, donde se vio por última vez en el año 2008. Se han programado dos repartos vocales, siendo el que ahora nos ocupa el segundo de ellos, que ha resultado un tanto irregular.

El Liceu nos ofrece para esta nueva ocasión de Cenerentola la producción de Emma Dante, que se estrenó en Roma en el año 2016, habiendo viajado posteriormente por algunas ciudades italianas. La producción ofrece prácticamente una escenografía única, cerrando la parte posterior del palco escénico con una gran pared con puertas elevadas, por donde se asoman a veces figurantes.

La ambientación de las distintas escenas se consigue con elementos móviles y haciendo descender algunas lámparas. El vestuario es colorista y el movimiento en escena es continuo y a veces excesivo. La producción ofrece un grupo de figurante y bailarines en forma de muñecos con grandes artilugios para dar cuerda en sus espaldas y están siempre en movimiento en escena. La trama está bien narrada y cuenta con una buena dirección actores, especialmente en los casos de Don Magnifico y Dandini.

La dirección musical corrió a cargo del italiano Giacomo Sagripanti, bien conocido en el Liceu y de quien se habla como el próximo director musical del teatro de Las Ramblas. Su lectura ha ido de menos a más, con un comienzo poco convincente, mejorando en la segunda parte del primer acto y ofreciendo un buen segundo acto, pudiendo quizá hablarse de exceso de sonido a veces, especialmente teniendo en cuenta las voces que había en escena. La Orquesta Sinfónica del Liceu no me resultó particularmente atractiva en su sonido. Sin problemas el Coro del Liceu.

En este segundo reparto, Angelina, la Cenerentola, era la mezzo soprano barcelonesa Carol García, que ofrece lo mejor en su canto de agilidades, que está perfectamente a punto. Junto a esto hay otros aspectos menos convincentes. Por una parte, me parece que más que de una mezzo soprano se trata de una soprano corta, ya que sus notas graves son casi inexistentes. Por otro lado, tampoco la figura le ayuda demasiado.

El Príncipe Ramiro era el tenor de color sudafricano Sunnyboy Dladla, a quien veía por primera vez en escena. Es un tenor ligero de voz no muy brillante ni tampoco excesiva en cuanto a volumen. Su actuación se puede considerar como correcta, aunque no está sobrado en las notas altas, lo que se puso de manifiesto en su gran escena del segundo acto, donde pasó notables apuros y algo más.

Don Magnífico era el barítono onubense Pablo Ruiz, que ofreció una desenvuelta actuación en escena y cumplió bien como cantante. No me parece que su voz sea la más adecuada para este personaje, que requiere un bajo barítono y él parece más bien un barítono lírico.

Buena la prestación en todos los sentidos del barítono catalán Carles Pachon, que ofreció la actuación más completa para mi gusto de todo el reparto. La voz tiene calidad y es un buen actor y cantante.

El “sapientísimo” Alidoro era el bajo croata Marco Mimica, que sustituía al inicialmente anunciado Roberto Tagliavini. Su actuación fue correcta y no mucho más, no luciendo mucho en su gran escena del primer acto.

Las hermanastras de Cenerentola fueron bien servidas por Isabella Gaudí (Clorinda) y por Marina Pinchuk (Tisbe).

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 7 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 34 minutos. No hubo entusiasmo por parte de los espectadores a escena abierta.

El Liceu ofrecía una entrada de alrededor del 85 % de su aforo. El precio de la localidad más cara era de 286 euros, habiendo butacas de platea desde 187 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 79 euros.

Fotos: A. Bofill

José M. Irurzun