Crítica: Chichon resucita Mahler en Canarias
Chichon resucita Mahler en Canarias
Obras de Gustavo Díaz-Jerez y Mahler. Ève-Maud Hubeaux y Elisandra Melián, cantantes. Coro y Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y Coro ACO de la Ópera de Las Palmas de Gran Canaria. Karel Mark Chichon, director. Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas, 21 de septiembre de 2018.
Karel Mark Chichon se ha propuesto relanzar la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria recuperando los tiempos de Adrian Leaper y parece que lo va consiguiendo. La temporada de la agrupación presenta como 19 conciertos de abono y, además de su titular, figuran directores como como Roberto Abbado, Leonardo García Alarcón, Guillermo García Calvo, Domingo Hindoyan, Dimitry Liss, Gordan Nikolic y Michael Sanderling, y retornan Gérard Korsten y Clemens Schuldt. Por otra parte, Günther Herbig, principal director invitado de la OFGC, dirige 3 programas. Dentro de los grandes momentos de la temporada destaca la presencia de la mezzosoprano Elina Garanca junto a la OFGC con un programa lírico de arias y oberturas más el ballet “El amor brujo” de Falla.
El concierto se abrió con el estreno de la obra “Spectra fractalis” de Gustavo-Díaz-Jerez, con la que obtuvo el premio del Concurso de Composición Musical de la Fundación Martín Chirino. Se trata de una pieza de algo menos de diez minutos basada en una serie reducida de notas reiterativas como base continua sobre la que se van superponiendo elementos accesorios, siendo todo tratado dinámicamente con ascensos y descensos sonoros hasta su desvanecimiento. Fue recibida con calor por el público que llenaba el auditorio.
La Filarmónica de Gran Canaria ha tocado con frecuencia e incluso grabado bastantes de las sinfonías de Mahler con el citado Leaper, pero la segunda, la “Resurrección”, era una novedad para ellos. Las cuerdas graves empezaron con potencia y nervio esas notas iniciales rotundas con las que se abre la larga sinfonía. Destacó en el primer movimiento y, en general, en toda la obra la sabiduría con la que se plantearon las estructuras dinámicas, con pianos y fortes bien contrastados. Algo menos elaborados resultaron los pasajes más llanos y, en concreto, ese segundo movimiento al que no es fácil sacarle el jugo. Convenció la voz e interpretación de la mezzo Êve-Maud Hubeaux, logrando ser audible donde muchas voces no lo son en este auditorio. Menos destacable el trabajo de la soprano Elisandra Melián en su reducido cometido. Son pocos los coros profesionales capaces de empezar su intervención con ese pianísimo tan deseado y ni el coro de la orquesta ni el de ACO lo son, por lo que hubimos de contentarnos con una entrada a media voz y una positiva labor en el resto. Fue un reto superado con notable que entusiasmó a los asistentes con la alta temperatura emocional de su final. Gonzalo Alonso
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