Crítica: Chueca y Chapí en la Zarzuela: Querer ser moderno y naufragar (Segundo reparto)
Chueca y Chapí en la Zarzuela: Querer ser moderno y naufragar (segundo reparto)
El Bateo de Chueca. Javier Franco, José Manuel Zapata, María Rodríguez, Milagros Martín, José Julián Frontal, Lara Chaves, Alberto Frías, Julen Alba, Ángel Burgos. La Revoltosa de Chapí. Sofía Esparza, Javier Franco, Milagros Martín, Ricardo Muñiz, María Rodríguez, José Manuel Zapata, José Julián Frontal, Alberto Frías, Sergio Dorado. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Dirección musical: Óliver Díaz. Dirección de escena: Juan Echanove Escenografía y vestuario: Ana Garay. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Coreografía: Manuela Barrero. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 10 de abril de 2025.

Imagen de la puesta en escena del programa doble El bateo/La revoltosa
Producciones muy ambiciosas las que acaba de presentar el Teatro de la Zarzuela en su programa doble con El Bateo y La Revoltosa. El teatro tiene la obligación de arriesgar ya que, entre otras cosas, es el único que, de verdad, mantiene vivo el género. Cierto es que se ofrece en otras ciudades, pero habitualmente es con producciones alquiladas a la Zarzuela. Y, cuando se arriesga, a veces pita la flauta y otras no. En esta ocasión ha pitado, pero desafinando algo.
Nada que objetar en el apartado musical, con un Oliver Diaz que siempre sabe lo que se hace y al que da gusto volver a ver y escuchar en el foso de la Zarzuela. Consigue que todo funcione en el foso y en un coro que cada día muestra más capacidad, aunque los movimientos le perjudiquen.
También funciona en términos generales el apartado vocal, en este caso el segundo reparto. Javier Franco corre con la doble responsabilidad de los papeles de Wamba y Felipe de El Bateo y La Revoltosa respectivamente y cumple a satisfacción. Sofía Esparza encarna una Mari Pepa que da más el tipo físico que vocal, donde falta fuelle.
Todo el reparto -José Manuel Zapata, María Rodríguez, José Julián Frontal, etc- funciona con la virtud de saber hablar, algo fundamental en el género, y cantar cuando toca. Mención especial merece Milagros Martín, una cantante a la que se reconoce por muy disfrazada que esté, y lo está en la obra de Chueca, con que frasee un par de palabras. Eso se llama personalidad y no son muchos los artistas que lo logran.

Imagen de la producción
Otra cosa es el apartado escénico, en donde Juan Echanove, que cumplió en Pan y toros en 2022, pretende ser moderno y naufraga en el intento. No hay por donde coger el vestuario de Ana Garay. En Chueca, porque es disparatada tanta bisutería de ropaje, creando un mundo que no tienen nada que ver con el Lavapiés original ni el actual. En la de Chapí, porque se pasa de elegancia y va en contra a veces de un texto que habla de panas y botas de caña. Tampoco los decorados ayudan.
Hay, todo hay que decirlo, algunos momentos brillantes, como la proyección de la pelea entre Lolo y Pamplinas a base de sombras tras un medio telón transparente. Sin embargo, el abarrotamiento de personajes en las escenas, con acciones secundarias que no se entienden, acaba por distraer e incluso dar pie a un cierto tedio. No estoy seguro que venga a cuento querer ser moderno también en introducir personajes sexualmente ambiguos o incluso el baile agarrado de dos hombres, estupendos bailarines por otro lado. Hay mucha danza, espectacular pero excesiva.
En fin, un doble espectáculo con multitud de gente en la escena y un derroche en el vestuario que llenará la Zarzuela y rodará por España, pero que no es lo redondo que habría podido ser.
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