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Por Publicado el: 12/02/2019Categorías: En vivo

Critica: Ciclo Esteban Sánchez en Extremadura

Enrique García Asensio

Ciclo Esteban Sánchez en Extremadura

 

CICLO ESTEBAN SÁNCHEZ.  Programa:cObras y estrenos de Liszt, Liszt-Schubert, Debussy,  Beethoven, Scriabin, Brahms, Ginastera y Rueda. Pianistas: Dmitro Choni, Ana Bautista, Pablo Fernández y Miguel Ituarte. Conferenciante: Enrique García Asensio. Lu­gares:Badajoz (Salón Noble de la Diputación) y Hornachos (Casa de la Cultura). Fechas:30 y 31 de enero, 1 de febrero 2019.

Hace ya 17 años que Extremadura y la más que activa Sociedad Filarmónica de Badajoz rinden homenaje durante el mes de febrero al gran pianista extremeño Esteban Sánchez (1934-1997) a través de un ciclo centrado en conferencias y recitales. Una atractiva pero rigurosa serie de recitales de piano a la que se suma la participación de amigos y colegas del inolvidable artista del teclado, que glosan sus recuerdos e ideas sobre quien para muchos fue “el mayor talento pianístico surgido en España, y el indiscutible número uno entre los pianistas españoles de su tiempo”, como aseguró Enrique García Asensio en la conferencia que clausuró esta decimoséptima edición del ciclo estebaniano.

Impresiona la relación de pianistas y conferenciantes que se han acercado a Badajoz durante estos años de recuerdo y homenaje. Entre los primeros, Javier Perianes, Gustavo Díaz Jerez, Ángel Sanzo, Iván Martín, Manuel Escalante, Enrique Bagaría, Antonio Baciero, Claudio Martínez Mehner, Javier Negrín, Mario Prisuelos, Noelia Rodiles o alumnos como José María Duque.  Entre los amigos y colegas que han glosado al que fue considerado por Enrique Franco como “genio oculto del piano español”, Teresa Berganza, Antonio Gallego, Julio García Casas, Miguel del Barco, Andrés Ruiz Tarazona, José Peris, Tomás Marco, Emilio González Barroso, Antón García Abril y Alfonso Aijón.

El concierto inaugural de la actual edición estuvo a cargo del pianista ucraniano Dmitro Choni, último ganador del Premio de Santander, que se presentó con un programa de alto virtuosismo, que se expandió desde las lentas y profundas notas introductorias de Las campanas de Ginebra, de Liszt al virtuosismo trepidante y vertiginoso de la Primera sonata de Ginastera. En medio, las translúcidas páginas del primer libro de las Imágenes de Debussy y una Sonata Dante de Liszt que fue más fulgor y energía que evocación del “Supremo Poeta”.

EL virtuosismo de Choni, paisano de figuras ucranianas como Richter Guilels, Brailovski o Horovitz, evoca al de Esteban Sánchez en cuanto a su limpieza, claridad y suficiencia. Es un virtuoso de primer orden, capaz de tocar sin la más mínima incertidumbre los pasajes más enrevesados, como el movimiento final de la Sonata de Ginastera o los de la Sonata Dante. Su pianismo ya sobresaliente tiene aún enriquecedor recorrido por delante. El tiempo y la experiencia lo cuajará y ganará aún en flexibilidad, sosiego y lirismo. Exactamente lo que tanto caracterizó el arte pianístico de Esteban Sánchez. Como guiño al artista homenajeado, Choni tuvo el detalle de ofrecer como regalo El Puerto de Albéniz, además de una hermosa recreación de la tercera de las Seis canciones opus 8 de Rajmáninov.

Tras el recital ofrecido en la hermosa localidad de Hornachos por los jóvenes pianistas extremeños Ana Bautista y Pablo Fernández, el viernes Miguel Ituarte ofreció ante un abarrotado Salón Noble de la Diputación de Badajoz un enorme, mastodóntico, recital que incluía los Doce estudios de Debussy tres sonatas de Jesús Rueda, la última de las cuales se presentaba con carácter de estreno absoluto. Ituarte, tan excepcional pianista como artista, desgranó con detalle y pulidas calidades cada uno de los estudios, “que poco tienen que envidiar a los famosos Preludios. Otra suerte hubieran corrido si Debussy hubiera los denominado con los títulos tan sugerentes con que bautizó los Preludios”, dijo Ituarte con acierto antes de abordar la proeza.

El madrileño Jesús Rueda (1961), pianista él mismo, es uno de los grandes compositores españoles para teclado. De hoy y de siempre. Su escritura abundante, tan cercana a Debussy como a sí mismo y a su tiempo plural, aparece imbuida siempre de esa proximidad íntima al teclado. Las tres sonatas que tocó Ituarte en Badajoz delatan bien estas vecindades y características. Desde la raveliana Primera sonata(no es casual su título “Jeux d’eau”) a la ahora estrenada, La Sexta, titulada “On the Edge”, cargada de influencias que él incorpora y sintetiza en su propio universo expresivo, cada día más aséptico y exento de cualquier elemento o detalle superfluo, en un proceso de esencialización que recuerda al de Falla.

Miguel Ituarte, campeón de los estrenos y de la nueva música, abordó la música de Rueda como quien toca una sonata de Beethoven, un nocturno de Chopin o un estudio de Debussy. Absoluta naturalidad y convicción en lo que interpreta, con un rigor y solvencia técnica absolutamente sobresalientes. Casi dos horas estuvo tocando sin bajar ni un instante la concentración máxima, con una vocación absoluta de servicio a la música y a su secreto expresivo. Fue una hazaña interpretativa extensa –quizá demasiado- propia de los grandes del piano, en la que también estreno con carácter absoluto los dos últimos movimientos de la Cuarta sonata de Rueda, “Night Thoughts”, que permanecían inéditos desde 2017.

Antes Enrique García Asensio disertó y coloquió con los asistentes durante una hora plena de recuerdos, anécdotas y opiniones sobre Esteban Sánchez. Recordó el maestro sus colaboraciones con el pianista extremeño, desde el Totentanz de Liszt, que interpretaron en 1966 junto a la Sinfónica de la RTVE, al estreno del Concierto para piano de Antón García Abril un años después, o a la memorable interpretación que brindaron de la Rapsodia portuguesa, para piano y orquesta, de Ernesto Halffter, que ofrecieron en Madrid, en el Teatro Real, el 9 de febrero de 1975. “Cada actuación con Esteban era  como una fiesta. Era la felicidad de la música. Era un talento natural como ningún otro, con el que siempre era muy fácil hacer música. Estoy convencido de que no hizo la gran carrera internacional que tenía que hacer simplemente porque no la ambicionaba, no le interesaba en absoluto. Tuvo todas las oportunidades, y siempre las rechazó  Sus intereses personales y vitales iban por otros derroteros. Quizá lo que hizo: retornar a su tierra extremeña y disfrutar de ella y de sus paisanos”. Justo Romero

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