Crítica: El Cosmos Quartet brilla en Pontevedra. Brahms y Britten unidos por un cuarteto al alza
El Cosmos Quartet brilla en Pontevedra
Brahms y Britten unidos por un cuarteto al alza
Sociedad Filarmónica de Pontevedra. Concierto de la temporada 2024-2025. J. Brahms, Cuarteto de cuerda nº 1 en Do menor, op. 51 nº 1. B. Britten, Cuarteto de cuerda nº 2 en Do mayor, op 36. Cosmos Quartet. 17-III-2025. Teatro Principal. Media entrada (unas 200 personas).

Cosmos Quartet
A un paso de la hermosa Plaza del Teucro (sí, la de los Marinos Efesios en La saga/fuga de JB, la novela de Torrente Ballester), y en el Teatro Principal de la líquida, polisémica y levitante ciudad de Pontevedra, tuvo lugar el pasado lunes una destacada actuación del Cosmos Quartet, formación nacida en Barcelona en 2014, y hoy ya parte de la elite camerística española, junto a los cuartetos Casals y Quiroga.
Se trata de una agrupación joven, comprometida con el repertorio contemporáneo, que utiliza instrumentos del luthier de Barcelona David Bague, lo que otorga a su sonido una homogeneidad de timbre complementaria. A la vista quedó este lunes, y desde el principio, su sonido equilibrado y contundente, su afinación ajustada, su compenetración y su atención a los detalles, en particular a las gradaciones dinámicas.
No es el Cosmos, y esto es algo especialmente loable, una agrupación de solistas que suman sus aportaciones individuales, sino un solo y único instrumento en el que cada parte, dependiendo de la situación musical, se subordina al resultado conjunto, de modo que las voces contrapuntísticas y los distintos planos de la textura (voz principal, línea del bajo, voces paralelas o contrastantes, relleno armónico…) se ajustan de un modo jerárquico, equilibrado, y por tanto expresivo.
El serio programa ofrecido confrontaba dos obras importantes, alejadas en tiempo y estética, pero vinculadas por sus tonalidades (Do menor y Do mayor) en una suerte de arco expresivo. El Cuarteto nº 1 de Johannes Brahms, completado junto al nº 2 en 1873 (como es sabido sólo hubo un tercero en su producción), es una obra de madurez, notable por su unidad orgánica, compuesto a la sombra abrumadora de Beethoven. En él, cada idea se desarrolla con lógica interna hacia la siguiente, en un proceso casi dialéctico, compartiendo además los temas principales de cada movimiento un origen común.
En el primero, al igual que el último en forma sonata, un breve tema inicial, rítmico y poderoso, desemboca en una segunda idea lírica, mucho más extensa, actuando como puente dos notas dobladas a la octava encomendadas a la viola. Un sucio roce de cuerdas deslució este inicio, pero Lara Fernández (viola) se rehízo sin problema, ofreciendo una prestación notable en lo sucesivo. Muy bien Helena Satué (violín primero), con un sonido de gran proyección y un serio trabajo solista, pero siempre colaboradora en el resultado final.
Los dos movimientos internos de la obra, menos sofisticados armónicamente, son más íntimos y menos oscuros de carácter. En el segundo destacó el ajuste del conjunto en varias frases entrecortadas en pianísimo, y en el tercero, los deliciosos diálogos (violín-viola; violines) y los ocasionales pizzicato del acompañamiento. En el trío se lució Bernat Prat (violín segundo) en sus pasajes con bariolage, siendo para quien esto escribe el vigor rítmico y el empuje coordinado las características más destacadas en la interpretación del último movimiento.
El cuarteto nº 2 de Benjamin Britten fue estrenado en noviembre de 1945, en conmemoración del 250 aniversario de la muerte de Henry Purcell, y tras el éxito de Peter Grimes en junio del mismo año. El primer movimiento, buen ejemplo del fabuloso estilo del Britten de la época, está basado en el desarrollo de tres temas característicos, cuyos intervalos se usan también en la construcción del tejido armónico. En la interpretación del primer movimiento, la justeza en los ataques proporcionó algunos momentos notables, coronados por un gran final, en el que el Cosmos demostró su rango dinámico con un pianísimo de mérito.
El Scherzo, construido en agudo contraste entre arpegios en spiccato y una vigorosa melodía en unísono, se interpreta con sordina. Mención especial debe hacerse aquí de Oriol Prat (cello), un instrumentista siempre expresivo, también en su gestualidad corporal. La chacona final, un homenaje explícito a Purcell que se extiende más que los dos movimientos anteriores juntos, se abre con una exposición del tema al unísono, presentado por el Cosmos con cuidada plasticidad dinámica.
Le siguen tres grupos de seis variaciones cada uno, que exploran respectivamente distintas opciones armónicas, patrones rítmicos y posibles desarrollos melódicos. Cada grupo de variaciones está limitado por cadencias a solo del cello, la viola y el violín primero, que lucieron aquí su buen sonido y su técnica de arco, y finalizando con un subrayado de la tonalidad de Do mayor mediante el uso de tríadas de tónica. Magnífico el trémolo en crescendo de los tres restantes miembros del cuarteto bajo los vigorosos latigazos de arco del primer violín, en este final de obra.
Finalizado el programa, y como respuesta a varios afirmativos bravos del público asistente, que compensaron algunos inoportunos aplausos en falso entre movimientos, el Cosmos ofreció como propina una melancólica Fantasía de Purcell a cuatro voces, adaptada a formato de cuarteto de cuerda, escrita en Do (modal), rimando así con las obras anteriores.
Ya saben ustedes que en el futuro todos llevaremos un dispositivo en el cerebro que nos permita conectarnos directamente a la red, no se sabe muy bien por qué. Pero estoy seguro de que, mientras ese alentador futuro comparece, muchos seguiremos agradeciendo el privilegio de la música en vivo, sobre todo si está tan bien servida como en el caso del Cosmos Quartet. Enhorabuena.
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