Otello en Córdoba

Córdoba. Gran Teatro. Verdi: Otello. Gregory Kunde, Svetlana Aksenova, Ángel Ódena, Mireia Pintó, Francisco Corujo, Manuel de Diego, Domingo Ramos, David Gascón, Esteban Serrano. Coro de Ópera Cajasur. Orquesta de Córdoba. Director de escena: Alfonso Romero. Director musical: Miquel Ortega. 15 de febrero de 2019.

Tras casi un año de cierre por remodelación y obras de adaptación para la accesibilidad, el Gran Teatro de Córdoba volvía a programar ópera, apostando en esta ocasión por la conocida producción del Teatro Principal de Palma de Mallorca que ya se ha podido ver en teatros como los de Jerez y Pamplona. La producción es interesante y eficaz y se basa en la idea del omnipresente barco que, de forma esquematizada y con diversas perspectivas en cada acto, simboliza el espacio cerrado en el que se desarrolla la existencia de los personajes. Buena iluminación, brillante vestuario y bien resuelto movimiento de actores completan una proposición más que digna muy apropiada para teatros de dimensiones medianas.

Miquel Ortega llevó la responsabilidad musical con una exasperante falta de tensión y de fuerza dramática. Además de optar por unos tempidemasiado morosos (insufrible la entrada de Otello en el cuarto acto), faltó garra, acentos y energía, dando al traste con momentos como la escena inicial o el juramento de Otello-Iago. Tampoco tuvo su mejor noche la Orquesta de Córdoba, especialmente las desangeladas secciones de violonchelos y contrabajos, de sonidos destemplados y sin empaste, especialmente durante el duetto Otello-Desdémona del primer acto y durante toda la escena final de la ópera.

Afortunadamente, en lo vocal la noche brilló a buena altura. Kunde ha hecho del moro de Venecia su papel fetiche y sabe encontrarle los mil y un recovecos al fraseo que su personaje requiere. La voz suena fresca y con squillo, como se puede apreciar ya en el “Esultate!” de entrada, y al mismo tiempo suena con ductilidad en los pasajes más delicados, entre los que cabe destacar por su capacidad de matización el parlato“Dio, mi potevi scagliar” y su enlace con la línea melódica posterior. Con estas armas, su escena final fue sobresaliente. A pesar de sus poderosos medios y de su espléndida capacidad de proyección, la voz de Ódena no sabe dar cumplida cuenta de la sutilidad de la escritura verdiana. Funciona bien en los pasajes en forte, como en el arranque del “Credo” o en el juramento con Otello, pero el canto conversacional y las innumerables medias voces escritas por Verdi pasaron desapercibidas, pues en esos momentos la voz pierde definición. Por no hablar de un fraseo rudo y sin matizaciones. Sustituyendo a la inicialmente prevista Isabel Rey, Svetlana Aksenova hizo una Desdémona de mayor peso vocal de lo acostumbrado. La suma de un timbre sombreado y de una emisión trasera, muy eslava, otorgó a su interpretación de un color más dramático que lírico, si bien ello no impidió que disfrutásemos de una interpretación muy convincente, con momentos de gran delicadeza (canción del sauce seguida del Ave María, sobre todo) y otros de conmovedor patetismo. Corujo fue un Casio de emisión bamboleante e irregular, mientras que De Diego brilló como Roderigo. Correctos todos los demás y a gran altura del coro, muy empastado y con sopranos capaces de sortear los peligrosos agudos de algunos pasajes (tercer acto sobre todo). Un buena noche de ópera para un  teatro que lucha por recuperar la programación lírica de años atrás. Parece que la crisis sólo ha pasado para algunos. Andrés Moreno Mengíbar

Foto: María Moya

Publicado en Diario de Sevilla el 15 de febrero