Crítica: Marzena Diakun dirige la Pasión según San Lucas de Penderecki en la Semana de Música Religiosa de Cuenca
Un gran fresco dramático-religioso
Krzysztof Penderecki: “La Pasión según San Lucas”. Oratorio para narrador, solistas, triple coro mixto, coro de niños, órgano y orquesta. Olga Pasiecniz, soprano, Enrique Sánchez, barítono, Lukasz Jacobski, bajo, Ángel Saiz, narrador. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, Coro de la Radio Polaca, Jóvenes Cantoras de la JORCAM. Directora: Marzena Diakun. Teatro Auditorio de Cuenca, 6 de abril de 2023. LX Semana Religiosa.
No hay duda de que Krzysztof Penderecki (1933-2020) fue una de las grandes figuras de la composición musical del siglo XX, aunque determinadas vanguardias le dieran la espalda desde el momento en el que empezó a volver grupas y buscarse territorios sonoros más confortables que aquellos a los que se había acogido en su juventud. Sus primeras obras, en la línea rompedora de un Lutoslawski, afín en muchos aspectos a los dictados de Darmstadt, decíamos en estas páginas al recordarlo tras su muerte, causaron gran impacto: “Anaklasis”, para arcos y percusión (1960), “Polymorphya”, para 48 arcos (1961, empleada en dos conocidas películas, “El resplandor” y “El exorcista”) y “Threni per le vitime di Hiroshima” para 52 instrumentos de este tipo (1961) lo situaron en el mapa internacional.
La última composición citada, sobre todo, lo elevó a la fama y le dio una nombradía que tuvo también su correspondencia en España. En lo que se podría considerar primera madurez, instalado ya en una zona creadora más templada, de un bien organizado eclecticismo, con resabios e influencias diversas, el compositor dio a luz algunas de sus obra más célebres, entre ellas la “Pasión según San Lucas” (1962-1966), que es la que precisamente provoca esta crítica, escrita a raíz de su escucha en la Semana de Música Religiosa de Cuenca (el día anterior se había interpretado en el Auditorio de Madrid), que ha llegado a su edición número 60, ahora bajo el eficiente mando del músico Andoni Sierra, actual director de la agrupación de música antigua Conductus y de la Coral Andra Mari.
“La Pasión según San Lucas” es obra importante, masiva, monumental, que requiere un amplio dispositivo de elementos. Hace años que se estrenó en España, donde se ha interpretado al menos cuatro veces antes de la que comentamos. Los tuvo en esta ocasión bajo el mando de la titular de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Se notó la afinidad de la directora con esta compleja música, que reúne muchas de las características que definían en los años sesenta el estilo del compositor: grandes masas sonoras, vocales e instrumentales, recitativos pavorosos, grandes silencios, gestos de imponente expresionismo, contrastes de extremo dramatismo, combinaciones majestuosas, vigorosos ataques, líneas labradas con exquisitez de orfebre, discursos atonales. Todo construido con sabiduría, con efectividad, con arrobada y espiritual expresión o con fulgurantes choques tímbricos.
Desde el número 1, “O Crux Ave”, para coro, hasta el 27, “In pulverem mortis”, para solistas y coro, recorremos un amplio y dificultoso camino que sigue no solo las palabras del Evangelio de San Lucas, sino también las de distintos salmos, las Lamentaciones de Jeremías, el Evangelio de San Juan… Una senda cuajada de accidentes, de efectos de variado tipo; en algún caso con cierto abuso del efectismo un tanto tremendista. Pero todo engarzado con una admirable precisión y limpia escritura.
Con todo ello, las dificultades interpretativas son innúmeras. Fueron prácticamente vencidas gracias a la prestación de los diversos solistas y conjuntos, atentos al mando seguro, claro, vigoroso y expresivo de Marzena Diakun, que abandonó en este caso la batuta. Sus amplios brazos parecieron abarcarlo todo en una excelente interpretación de una obra que conoce bien y que sale de lo más auténtico de la inspiración de un compatriota. Tuvo a su cargo a unos conjuntos entregados y solventes. Los coros (manejando habitualmente el diapasón para buscar la difícil afinación) cantaron firmes y compactos. En este caso no hubo niños en el Coro de la JORCAM, sino jovencitas bien avenidas.
Los solistas estuvieron a buen nivel, en particular la soprano Olga Pasiecniz, una lírica ancha de buen volumen y correcta entonación. Bien Enrique Sánchez, que manejó con flexibilidad y expresión adecuada, su voz de barítono muy lírico, siempre expresiva. No tan bien el gigantesco bajo Lukasz Jacobski, de más de dos metros de estatura, pero de timbre muy opaco y temblón. Expresivo y entregado el narrador Ángel Saiz, antiguo miembro del Coro de la Comunidad, que dijo con clara dicción su texto, aunque chocaba no poco su excesiva amplificación. Él y Sánchez sustituían a los intérpretes polacos previamente anunciados. Arturo Reverter
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