Crítica: “Die Passagierin”, notable e intensa opera moderna
DIE PASSAGIERIN (M. WEINBERG)
Opernhaus de Frankfurt. 3 Marzo 2018.
Esta ópera de Mieczyslaw Weinberg ha tenido un éxito claro a partir de su estreno en Moscú en el año 2006. Lamentablemente, a su estreno no pudo acudir su autor musical, que había muerto 10 años antes. Desde su estreno la obra ha contado con indudable interés por parte de teatros y aficionados y el año pasado se estrenó en la Ópera de Frankfurt, reponiéndose ahora la producción, Una vez más ha sido bien recibida por el público.
Escena
La ópera se desarrolla en un trasatlántico, donde se encuentran dos antiguas ocupantes del campo de Auschwitz. Por un lado, está Lisa, carcelera en dicho campo, que va en viaje a Brasil con su marido, y por otro la judía polaca Marta, con la que coincidió en Auschwitz. La ópera va narrando las emociones de los protagonistas en el barco en tiempo real y en el campo de concentración en flash-back. Es una ópera interesante en términos dramáticos y está bien hecha en términos musicales, aunque no haya arias, como ocurre en las óperas del siglo XIX. En cualquier caso, la obra mantiene bien el interés del espectador y cuenta con una música atractiva.
La producción ofrecida se debe a Anselm Weber,que ofrece un escenario giratorio, donde pasamos del barco en el relato actual al barracón del campo de concentración. La ópera mantiene vivo el interés de la trama desde el principio. La escenografía ofrece prácticamente dos escenarios, uno el barco en el supuesto camarote del matrimonio de Marta y Walter, su marido diplomático, y por otro lado el barracón de prisioneras de Auschwitz. La citada escenografía se debe a Katja Hass, mientras que el adecuado vestuario es obra de Bettina Walter, contando con un buena iluminación, obra de Olaf Winter.
La dirección de escena es francamente buena, especialmente en lo que se refiere al movimiento de masas. En suma, una notable producción al servicio de la ópera y no al revés, como ocurre tantas veces.
La dirección musical corrió a cargo del británico Leo Hussain, que para mí fue lo mejor de la noche. No es nada fácil dirigir una ópera moderna y lo hizo perfectamente, sin que el interés decayera en ningún momento. A sus órdenes estuvo la destacada Frankfurter Opern und Museumorchester. Buena también la actuación del Coro de la Oper Frankfurt.
Escena
El papel protagonista se lo reparten en esta ópera entre la antigua carcelera de Auschwitz, Lisa, y la ex-prisionera Marta. Los demás personajes tienen menos importancia, aunque algunos tienen actuaciones de cierto relieve.
Lisa fue encarnada por la mezzo-soprano Katherina Magiera, que ofreció una convincente interpretación tanto musical como escénicamente. Algo parecido se puede decir de la actuación de la soprano Jessica Strong como Marta. Ambas pertenecen a la Ópera de Frankfurt, que siempre ha ofrecido cantantes sólidos, aunque no fueran demasiado conocidos internacionalmente.
La parte de Tadeusz, el prometido de Marta en Auschwitz, fue interpretado por el barítono Iain MacNeil, todavía alumno del Estudio de Ópera de Frankfurt. La impresión es positiva, ofreciendo una voz atractiva y buena desenvoltura.
La parte de Walter, el diplomático marido de Lisa, fue interpretada por el tenor Peter Marsh, cuyas características vocales responden a lo que podemos llamar un tenor de carácter. Lo hizo bien.
El resto de personajes son mas secundarios, aunque algunos tiene intervenciones solistas de alguna importancia. Fueron bien cubiertas por Elizabeth Reiter (Katya), Maria Panthiukhova (Krystina) Cecelia Hall (Vlasta), Judita Nagyová (Hannah), Angela Vallone (Yvette), Joanna Krasuska.-Motulewic (Bronca) y Barbara Zeichmaster (Vieja Prisionera),
Escena
El teatro ofrecía una ocupación de alrededor del 75 % de su aforo. El público dedicó una cálida acogida a los artistas en los saludos finales, siendo los mayores aplausos para Leo Hussain y las dos protagonistas de la ópera.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 hora exactas, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 33 minutos. Nueve minutos de aplausos.
La localidad más cara costaba 105 euros, habiendo butacas de platea desde 59 euros. La localidad mas barata costaba 15 euros. José M. Irurzun
Fotos: B. Aumüller
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