Crítica:La difícil sencillez de los Italianisches Liederbuch
RECITAL LÍRICO DE ALUMNOS DEL CENTRE DE PERFECCIONAMENT PLÁCIDO DOMINGO
La difícil sencillez
Solistas: Vittoriana de Amicis y Mariam Pirtskhalaishvili (sopranos); Vicent Romero (tenor); César Méndez (barítono). Roger Vignoles, piano. Programa: Italianisches Liederbuch (Cuaderno italiano de canciones), de Hugo Wolf. Lugar: Palau de les Arts (Teatre Martín i Soler). Entrada: Alrededor de 70 personas. Fecha: Sábado, 4 mayo 2019.
Fue una lástima que no más de una setentena de personas acudiera el sábado al Teatre Martin i Soler del Palau de les Arts para disfrutar de uno de los recitales líricos más hermosos y sugestivos de la temporada. No por la mejor o peor calidad de los cuatro cantantes protagonistas de la cita, todos del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo, sino por el contenido del programa, dedicado a la maravillosa colección de Lieder que compone y agrupa Hugo Wolf en su magistral Italianisches Liederbuch (Cuaderno italiano de canciones).
A partir de 46 poemas italianos anónimos traducidos al alemán por Paul Heys, Wolf compone entre 1890 y 1896 el que es su ciclo de canciones más relevante y –también- uno de los más acabados y deliciosos de la bien nutrida historia de la canción de concierto alemana. El hecho de que se escamotearan algunos Lieder y que el orden de éstos se cambiara graciosamente alterando el establecido por el compositor, no mermó el interés de la cita.
Bajo la supervisión y el piano veterano en estas lides de Roger Vignoles, y ante una pantalla gigantesca como único fondo, sobre la que aparecía proyectada la bóveda de alguna catedral italiana en un estilizado dibujo del propio Vignoles, los cuatro cantantes se alternaron en la interpretación de cada una de las deliciosas, amorosas, domésticas, cotidianas y hasta picantes canciones que se suceden en el variado ciclo. En el atractivo de la cita ocupó lugar principal la cuidada y muy hermosa traducción de los textos, de Anselmo Alonso, que fue oportunamente proyectada sobre la escena.
Vocalmente, adentrarse en el mundo desnudo del Lied es siempre un reto para cualquier cantante, sea novel o veterano. Grandísimas voces operísticas han fracasado –o no se han atrevido- con la canción de concierto alemana, mientras que eximios liederistas no han sabido desenvolverse en la escena operística. En Valencia, para rellenar la esencia de la voz, se ha optado por una solución fallida: crear un movimiento escénico que resulta redundante y fuera de lugar. Cada Lied, es una pequeña gran historia. La palabra, el sentido de la melodía y su conciso pulso poético se bastan y sobran. Más si, como ha ocurrido en este recital, los textos se presentan de modo tan extremadamente acabado y fiel.
Los movimientos y gesticulaciones de los cantantes, tan forzados y sobreactuados, tan cándidamente concebidos, no hacían sino distraer el sentido de cada Lied y restarle naturaleza expresiva. A veces, incluso más parecía que lo que realmente hacían era remedar el texto, a la manera en que Strauss parodia al “cantante italiano” en El caballero de la rosa, pero al revés: aquí parecían casi actores de la Commedia dell’Arte parodiando el canto alemán.
Fue éste el único punto negro de una velada familiar que casi fue de mesa camilla en la que los cuatro alumnos del Centre de Perfeccionament –las sopranos Vittoriana de Amicis y Mariam Pirtskhalaishvili, el tenor Vicent Romero y el barítono César Méndez– hicieron lo que pudieron y más para salir airosos de un reto ciertamente comprometido. Merecieron por ello y sin duda los muchos aplausos que les regalamos con entusiasmo los cuatro gatos que les escuchamos y vimos. Nada más difícil que recrear con naturalidad la sencillez de unas letritas populares italianas musicadas por un genio del Lied. ¡Victoria de los Ángeles! Justo Romero
Publicado el 6 de mayo en el diario LEVANTE.
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