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Por Publicado el: 30/10/2013Categorías: Crítica

CRÍTICA: ‘Don Carlo’ (La Scala de Milán)

DON CARLO (G.VERDI)

Teatro alla Scala de Milán. 26 Octubre 2013.

Termina mi periplo italiano con esta representación de Don Carlo, que ha resultado en parte decepcionante. Poco interés en la producción escénica, muy buena la versión musical y un reparto en el que alternó lo bueno con lo mediocre.

La producción de Stéphane Braunschweig es la que inauguró la temporada 2009-2010 en la Scala y que también entonces tuvo su actualidad, no por la producción escénica, sino por el cambio de tenor a última hora, ya que Giuseppe Filianoti fue recusado por Daniele Gatti tras el ensayo general, siendo sustituido por Stuart Neill.

El trabajo de Braunschweig no tiene mucho interés. Se puede considerar como una producción minimalista y en algunos momentos de la primera parte de la ópera como un tanto figurativa, en la que los toques personales resultan poco convincentes. Braunschweig saca en varias ocasiones a unos Carlo y Elisabetta como niños, acompañando a los protagonistas de la ópera, en un recuerdo de acontecimientos pasados. Lo más sorprendente es el juego del vestuario (Thibault Vancraenenbroeck) que viste a todos los nobles de manera elegante con atuendos del siglo XVI, mientras que no tiene mejor idea que vestir al pueblo llano como si estuvieran en los años 50 del pasado siglo. No creo que esto pueda pasar de ser un capricho del director de escena. La escenografía es del propio Braunschweig y ofrece un escenario desnudo, en el que algunos pocos elementos de atrezzo nos señalan las ubicaciones de la trama. La labor de iluminación se debe a Marion Hewlett.

Tampoco la dirección escénica tiene mucho de particular, aunque habrá que señalar que no cae en detalles kitsch tan frecuentes en otras producciones, sobre todo en lo que se refiere al Auto Da Fe. Es una producción de las que no molestan, pero que tampoco aportan nada.

La lectura musical de Fabio Luisi ha sido muy buena. Este director no tiene mucha proyección pública, aunque se trata de uno de los mejores de la actualidad. Su labor en el Metropolitan cubriendo la enfermedad de James Levine ha sido francamente buena y eran muchos los que apostaban por él para sustituir a Daniel Barenboim en la Scala, aunque finalmente la elección ha recaído en Riccardo Chailly.  Fabio Luisi ha ofrecido lo mejor de la representación, en una lectura muy cuidada, llena de vida y energía, en la que además ha sabido apoyar a los cantantes, a diferencia de los que hace unos días hacía Franz Wester-Möst en Viena. La Orquesta de la Scala tuvo una noche muy feliz y pudimos disfrutar de una gran versión musical, que se limitó a la versión de 4 actos, que es la que se estrenara en este teatro en 1884, sin ningún tipo de aditamentos.

Tras sus anulaciones en Salzburgo y Bilbao en Giovanna D’Arco, Fabio Sartori volvía a los escenarios como el protagonista de la ópera. Su actuación hay que considerarla como buena vocalmente. Es más adecuado para el personaje de Don Carlo que Ramón Vargas, aunque no tiene la elegancia en el fraseo del mejicano. El mayor hándicap del italiano es su escasa habilidad escénica, a la que tampoco ayuda nada su figura, que parecía un doble de la de Stuart Neill en el estreno al que me acabo de referir más arriba.

La soprano austriaca Martina Serafín fue una Elisabetta muy irregular. Tengo en el recuerdo varias de sus magníficas interpretaciones de la Mariscala en el Rosenkavalier, pero Elisabetta es otra cosa y aquí Martina Serafín no sale muy bien parada. Mientras la partitura se mueve por el centro las cosas marchan bien, pero todo el tercio agudo resulta avejentado, corto de armónicos y hasta calante. Así no se puede cantar Elisabetta de Valois en un teatro de primerísimo orden.

René Pape era Flipe II y demostró una vez más que vocalmente es el mejor posible actualmente. Tengo que decir que le he encontrado por debajo de lo que le he podido escuchar en este personaje en otras ocasiones. Hasta hubo algunos momentos en el acto II en que me daba la impresión de que no se encontraba bien. Con la voz de René Pape y la capacidad artística de Ferruccio Furlanetto se podría tener el Felipe II ideal. En cualquier caso, fue lo mejor del reparto vocal.

Massimo Cavalletti fue el intérprete del Marqué de Posa y tuvo una buena actuación, dando un aire juvenil y entregado a su interpretación. Debería cuidar más su emisión, ya que resulta en ocasiones un tanto hueca y engolada, lo que le lleva a caer en una cierta monotonía en su canto, aunque poco pareció importar todo esto al respetable, que le dedicó las mejores ovaciones de la noche.

La mezzo soprano rusa Ekaterina Gubanova fue una Princesa de Éboli muy poco adecuada. El timbre es atractivo y canta bien, pero no es una mezzo soprano verdiana. Puede quedar bien cantando un repertorio más ligero, pero aquí resulta insuficiente, muy corta por abajo, un tanto apretada por arriba y corta de poderío en el centro.

Stefan Kocan fue un aceptable Gran Inquisidor, aunque para mí su voz resulta poco amenazadora y autoritaria. Se necesita una voz más oscura en este personaje.

En los personajes secundarios Fernando Rado estuvo bien el Monje, mientras que Barbara Rita Lavarian fue un Tebaldo totalmente inaudible. Sonoro el Heraldo de Carlo Bosi, adecuada Roberta Salvati como Voz del Cielo. Bien, Carlos Cardoso como Lerma.

La Scala estaba casi llena, con apenas huecos. El público se mostró poco entusiasmado durante la representación, siendo las mejores ovaciones a escena abierta para Ella giammai m’amo y la muerte de Posa. En la recepción final las mayores muestras de entusiasmo se las repartieron entre René Pape y Massimo Cavalletti.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 4 horas y 8 minutos, incluyendo dos intermedios y algunas breves paradas para cambio de escena. La duración musical fue de 2 horas y 54 minutos. Algo más de 8 minutos de aplausos al final.

El precio de la localidad más cara era de 252 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 79 y 198 euros. La entrada más barata costaba 29 euros.   Jose M. Irurzun

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