Crítica: Don Fernando, el Emplazado, interesante que no brillante
Don Fernando, el Emplazado, interesante que no brillante
“Don Fernando, el Emplazado” de Zubiaurre. José Bros, Damián del Castillo, Miren Urbieta-Vega, Cristina Faus, Fernando Radó, Gerardo López, Gerardo Bullón, etc. Orquesta Sinfónica y Coro de Madrid. Director: José Miguel Pérez Sierra. Teatro Real. Madrid, 17 de mayo de 2021.
Apoyo la recuperación de nuestro patrimonio musical, aunque la mayoría de las veces se demuestra que cuando una obra está enterrada, bien enterrada está. Justo por ello, apoyo que inicialmente las óperas se presenten en versión de concierto y, sólo si reúnen verdadero interés musical y escénico, se aborden representaciones en toda regla. No apoyo que las cosas se efectúen con precipitación. Esta vez, en plena pandemia y cosecha de premios, en el Teatro Real se ha cumplido el refrán de “Quien mucho abarca, poco aprieta”.
Con “Peter Grimes” recién terminado, con “Transito” y “Viva la Mamma”, hubiese sido conveniente dedicar más tiempo del que se ha podido dedicar a la recuperación de la ópera de Zubiaurre. Estrenada en español en el Teatro Alhambra y en 1873 en el propio Real en italiano, es obra con música fácil de escuchar, pero personajes poco delineados. Hay momentos de impulso verdiano desde la misma obertura, en la que resuena el pasaje de las apariciones de “Macbeth” y sus brujas, el coro previo a la sentencia de muerte de los hermanos Carvajal o la maldición de Juan de Carvajal que recuerda la de Silva en “Ernani”. Otros números recuerdan más a Donizetti, como el concertante final del segundo acto, que es uno de los mejores momentos. Sin embargo, la partitura quiere arrancar, pero no lo hace del todo, faltando brillo en las arias, dúos o tríos, salvando quizá la del tenor, cantada en su día por Tamberlick y muy bien hoy por un José Bros pletórico, de caudal y extensión ensanchados, con gusto musical, sensible y potente agudo, que deslumbra en el final de ellos. A su lado la revelación de Miren Urbieta-Vega, de voz muy interesante a quien es fácil augurar un gran porvenir. Bien Fernando Radó y más discreto el resto. Salimos ganando con la sustitución de Damián del Castillo, el protagonista, por indisposición al inicio del tercer acto. Bien se podía haber anunciado en la breve pausa para no despistar al personal. Gerardo Bullón resolvió magníficamente la papeleta, con un timbre mucho más rotundo.
La labor de José Miguel Pérez Sierra tiene un mérito enorme, al tenerse que enfrentar a una partitura totalmente desconocida, con una edición crítica a la que hubo de realizar múltiples correcciones sobre la marcha en los escasos ensayos. Hubo por ello algunos entendibles desajustes, pero logró controlar y terminar brillantemente. Con más tiempo hubiera sido deseable recortar la obra en bastante, porque el final decae a pesar de la buena intervención del barítono, pero no dio tiempo ni a advertir en las notas del programa que superaría en media hora la duración en ellas anunciada.
Lo dicho inicialmente, menos precipitación para no caer justo en lo que criticamos del siglo XIX con las óperas españolas en el Real. Gonzalo Alonso
Posdata: ¿No es hora de quitar los añadidos negros funerarios laterales al escenario y recuperar los dorados de los palcos originales del teatro con sus leones?
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