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Critica: XIII Festival Encuentros Sonoros
Por Publicado el: 11/11/2023Categorías: En vivo

Crítica: Don Pasquale en el Teatro Afundación de Vigo

Invenzione en torno a Don Pasquale

Donizetti: Don Pasquale. Reparto: Natalia Labourdette, Jesús León, Fernando Latorre, Fernando Campero, Adolfo Díaz, Noelia Ratel, Mariña Río, Juan A. Gómez. Dirección de escena: Eugenia Corbacho. Director musical: Manuel Coves. Orquesta Sinfónica Vigo 430. Coro Rías Baixas. Teatro A Fundación, Vigo, 5 de noviembre de 2023.

Escena Don Pasquale (c) Ópera de Vigo

Escena Don Pasquale (c) Ópera de Vigo

Don Pasquale, estrenada en París en 1843, es sin duda una de las óperas más celebradas de Donizetti. Tanto en el terreno que podríamos considerar cómico, como en el dramático y romántico. Posee un ensamblaje casi perfecto, una arquitectura de una concisión sabia y elocuente. Se escucha siempre con una sonrisa, no exenta de ternura, en los labios. Su música, y los conflictos humanos que describe, fluye sin obstáculos. Se alinea en el mismo friso que otras obras del compositor como L’elisir d’amore (1832) y La fille du régiment (1840, estrenada también París).

Son óperas amables, con su toque cómico, no siempre bufo, y sus dosis de nobleza; y en algún momento de seriedad nada rigurosa. La que hoy nos interesa ha sido representada en Vigo dentro de la temporadilla de la esforzada y benemérita Asociación de Amigos de la Ópera, ayuna de apoyos oficiales de real importancia. Hacen milagros. Semanas atrás ponían pie un muy loable Trovatore de Verdi, de lo que dábamos cuenta en estas páginas. Loable y de nivel muy que aceptable es esta nueva propuesta, que ha tenido una prestación vocal más que suficiente.

El papel protagonista ha sido defendido con fortuna por el bajo-barítono lírico Fernando Latorre, veterano de mil batallas, que ha sabido establecer el carácter adecuado de ese viejo que busca joven casadera y que al final sale trasquilado. La voz tiene bellas resonancias en el centro y se defiende bien en la zona alta. En el grave se bandea, aunque le falta dimensión y una redondez más propia de un basso buffo; un basso que tiene su corazoncito, como resalta Donizetti sobre el libreto de Ruffini. Se entendió bien con el noble barítono lírico, aun en crecimiento, que es Fernando Campero, timbrado, homogéneo, de emisión bien asentada y orientada. Frasea con intención. Aún ha de redondear ciertas notas y adquirir mayor robustez. Un descubrimiento.

De todas formas, el gato al agua de esta representación se lo llevó la soprano lírico-ligera. Natalia Labourdette, una Norina casi perfecta por actitud, dotes de actriz, salero y figura; y por estar en posesión de una voz idónea para la parte, que requiere una especial flexibilidad, una extensión considerable y una gracia singular. Supo la cantante combinar hábilmente todos los matices expresivos y administrarlos con suficiencia. Algo que pudo apreciarse nada más empezar con su aria Qual guardo il cavaliere, dicha con oportuna diferenciación de pasajes y coronada con un buen sobreagudo. A su lado mantuvo bien el tipo el tenor lírico-ligero mexicano Jesús León, cantante honrado y cumplidor. La voz, delgada y clara, no es muy rica, pero la maneja con holgura sin problemas en la zona aguda y sobreaguda. Junto con Labourdette labró una magnífica interpretación del hermoso dúo Tornami a dir che m’ami.

La dirección musical de Manuel Coves fue muy profesional. Coordinó bien los conjuntos, marcó con seguridad y estableció el flujo adecuado y la línea de canto exigida. Faltó, creemos, una mayor dosis de frescura, de chispa, y un mejor control de dinámicas. La joven y poco refinada orquesta sonó a veces algo fuerte y desabrida, pero hubo la necesaria conjunción. Mejor el coro que dirige Brais González.

Todo se desarrolló en un marco escénico diseñado por Alejandro Contreras, responsable también de la iluminación y del vídeo, fundamental en este caso. Continuas proyecciones sobre una pantalla triangular plisada, que pendió permanentemente sobre la escena. Hubo continuas alusiones, incluso por las indumentarias, al cine de Ernst Lubitsch, Norina parece ser una diva del cine y enuncia sus primeras frases como una estrella de la canción. Hay curiosas apariciones y sorpresas. El notario, por ejemplo, aparece caracterizado como Elvis Presley.

La imaginación de Corbacho no conoce fronteras y sabe siempre fabricar una narración amena y, como en este caso, más que sorprendente. Hasta el punto de cambiar el final de la ópera: resulta que a la postre, en contra de lo que especifican el libreto y la música, Norina se une a Don Pasquale -que al final sale, tras una operación, joven y con una peluca rubia-, en vez de quedarse con Ernesto (¡). En cualquier caso el público se lo paso muy bien y hubo muchos aplausos para todos. Arturo Reverter

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