Crítica: Grandes duelos interpretativos, ‘Siegfried’ en Berlín
GRANDES DUELOS INTERPRETATIVOS
Siegfried, Wagner. Reparto: Andreas Schager, Stephan Rügamer, Tomas Konieczny, Johannes Martin Kränzle, Peter Rose, Anna Kissjudit, Anja Kampe, Victoria Randem. Staatskappelle Berlin. Philippe Jordan, director musical. Dmitri Tcherniakov, director de escena. Staatsoper Unter den Linden, Berlín. 30 de marzo de 2024
Tras un día de descanso, continúa el ciclo de El anillo del nibelungo en la Staatsoper de Berlín.
La representación comienza con un vídeo que nos muestra algunos pasajes de la infancia de Siegfried para pronto mostrarnos la casa donde vive con Mime, bien recreada, con su cuarto donde almacena diversas piezas de Lego que suponemos nos indica su niñez solitaria, sólo acompañado por el hermano de Alberich que lo está criando para sus oscuros fines.
Andreas Schager da vida una vez más a un Siegfried que se nos presenta como un joven en chándal con una mochila que lo acompaña en sus aventuras por el bosque mientras que Stephan Rügamer como Mime aparece envejecido mostrando el paso del tiempo desde Das Rheingold hasta hoy.
El diálogo que ambos mantienen es altamente emotivo, con un Mime que se esfuerza en ganarse la estima del joven haciéndole saber todo lo que ha hecho por él desde prácticamente su nacimiento, pero sin convencer a un Siegfried que quiere saber más de su pasado.
El duelo posterior de Mime con el personaje del viajero, un Tomas Konieczny, que sorpresivamente también aparece envejecido (se supone que las manzanas de Freia lo deben mantener joven) es espectacular, con su pelea de acertijos y preguntas que acabará ganando el dios.
El primer acto acabará con el retorno de Siegfried a la casa y la forja por él mismo de la espada, Nothung, con fuego real en el escenario y olor a quemado que se propaga por la sala.
En el segundo acto, Alberich aparece también muy envejecido, moviéndose con la ayuda de un andador y pasando por diferentes escenarios que se suceden circularmente, abriendo y cerrando puertas para moverse entre las diversas salas del centro de investigación ESCHE, y en donde se mantendrán los diferentes diálogos con Wotan y Mime en otro acierto escénico de Tcherniakov.
Sin embargo nos mostrará otra payasada haciendo pasar al gigante Fagner, otra vez interpretado por Peter Rose, convertido ahora en dragón pero bajo la forma de una especie de Hannibal Lecter, incluida su máscara y con camisa de fuerza. Siegfried matará primero al dragón y después acabará con Mime, del que conoce sus intenciones gracias a haber probado la sangre del dragón.
Victoria Randem interpretará al pájaro que al final le hará saber de la existencia de Brünnilde. No habrá corno. La escenografía sigue desacralizando la obra.
La bellísima voz de Anna Kissjudit como la también envejecida diosa Erda da comienzo al tercer acto tras ser despertada de su sueño por Wotan, que no logrará que le haga revelaciones acerca del futuro, para el que tiene depositadas sus esperanzas en Siegfried.
No habrá fuego, no habrá rocas: el final de la obra nos presenta a Brünnilde en el laboratorio del sueño del centro de experimentación en el que ha pasado todos estos años y al que llegará el héroe para despertarla y desposarla. Anja Kampe, que es consciente de su desposeída inmortalidad y se siente inmaculada y débil como mujer mantendrá un emotivo tira y afloja con Andreas Schager, en una escena larga, memorable, para finalmente entregársele como esposa.
La orquesta sigue siendo la gran protagonista. Philippe Jordan continúa dirigiéndola en una versión algo acelerada y muy aplaudida.
Continuamos viendo buenos aciertos en la escenografía pero también grandes desencuentros con el espíritu de la obra. Tampoco acabamos de saber exactamente que nos quiere decir Tcherniakov con su centro de investigación, porque falta cierta coherencia, los ‘experimentos’ no guardan relación entre ellos y en realidad tampoco sabemos la finalidad de los mismos. Quizá lo veamos en la próxima jornada. Crucemos los dedos.
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