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Por Publicado el: 23/06/2013Categorías: Crítica

CRÍTICA: “El intenso Gatti”

EL INTENSO GATTI
62 Festival Internacional de Música y Danza de Granada 
Obras de VERDI y WAGNER. Orquesta Nacional de Francia. Dir.: Daniele Gattti. Palacio de carlos V, granada. 21 de junio de 2013. 

“Arrebato y contemplación”. Así titulaba Arturo Reverter sus excelentes notas al programa de mano del concierto inaugural de Granada 2013. Y ese podría ser el resumen de una velada sinfónica en la que milanés Daniele Gatti (1961) tributó homenaje a los dos autores bicentenarios de este 2013, Verdi y Wagner, acaso con parquedad en el caso del primero –el infrecuente ballet del Otelo verdiano se cayó de programa-, condensado en apenas 30 minutos, y con delectación, más de 50 minutos, en el caso del segundo. Parece obvio que el latino Gatti está más a gusto en la procelosa bruma wagneriana que en la radiante mediterranía verdiana. Pero ni en una ni en otra le faltó arrebato –las secciones rápidas de Nabucco o Vísperas sicilianas, la parte central de la Obertura de Tannhäuser-, ni tampoco contemplación –los pasajes liricos de Forza del Destino y desde luego “El encantamiento del Viernes Santo” de Parsifal-, aunque la inflexión de mayor pasión y vivencia se produjo en el doble ‘crescendo’ de Tristán e Isolda, el Preludio –sobre todo- y la “Liebestod” (“Muerte de amor”). Aquí Gatti construyó/ recreó con grandeza y profundo aliento, de gran wagneriano, bruñido en los últimos años a través de un Parsifal en Bayreuth que ha terminado por hacer suyo.

La Nacional de Francia es una excelente orquesta que ha tenido magníficos titulares en el curso de su historia, un recorrido siempre vinculado a la radio-televisión gala, y en donde el podio ha estado ocupado, en los últimos años, por personalidades como Maazel, Masur, y Gatti en la hora presente. El sonido es brillante, intenso, pero también capaz de la efusión y el intimismo. Gatti es, de natura, un moldeador de orquestas, como ha demostrado en su larga etapa al frente de la Royal Philharmonic londinense, y en los seis años que lleva al frente de la formación parisina ha cincelado una excelente materia prima confiriendo aún más ductilidad a una agrupación que siempre la tuvo, pero que ahora se mueve a sus anchas en un repertorio que va de Mahler a Stravinsky, sin desdeñar a los autores nacionales, y desde luego, capaz de afrontar a Verdi y Wagner con la mayor solvencia. Gatti parecía, hace unos años, llamado a ser un rutilante director errático, pero Wagner (y no Verdi) llamó a su puerta y llenó de sabiduría a un artista nato. José Luis Pérez de Arteaga

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