Crítica: El Mesías en el Palau “¡Cuidado con las malas naranjas!”
¡Cuidado con las malas naranjas!
CONCIERTO DE NAVIDAD. Programa: El Mesías, de Georg Friedrich Händel. Solistas: Berit Solset (soprano), Catherine Hopper (contralto), Andrew Kennedy (tenor), Nicholas Mogg (barítono). Coral Catedralicia de Valencia (Luis Garrido, director). Director: Nicholas Kok. Lugar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1750 personas (prácticamente lleno). Fecha: Viernes, 21 diciembre 2018.
¿Qué se puede pensar del director de una empresa que en el paraíso de las naranjas se dedica a importarlas de mala calidad, pagando por ellas bastante más de lo que le costarían las estupendas que en su propia tierra se quedan en el árbol sin recoger por su bajo precio? Pues esto es exactamente lo que ha ocurrido con el más que mediocre plantel de solistas y director -todos ellos ingleses salvo la soprano noruega Berit Solset-, contratado para protagonizar el viernes en el Palau de la Música el más insatisfactorio y deficiente Mesías de Händel escuchado en bastantes años.
Hay en Valencia cantantes que dan bastantes vueltas a estos discretos invitados, inapropiados en una sala de conciertos como el Palau de la Música o en cualquier otra que se precie. En tan amargo cuarteto vocal sólo se salvó el tenor Andrew Kennedy, un solvente y hasta notable profesional que frente a sus velados compañeros parecía el mismísimo Caruso revivido.
A tono con sus deficientes solistas vocales, el maestro Nicholas Kok –que sustituía al anunciado y solvente Leopold Hager– no fue más allá de marcar compás y entradas sin complicarse en más detalles, lo que convirtió su lectura de brocha gorda en una gris, monótona y sosa sucesión de notas y silencios. Exactamente lo contrario de la versión luminosa, cargada de excelencia, frescura y estilo ofrecida el año pasado por Paul McCreesh en el mismo escenario y también 21 de diciembre. Solo han transcurrido 365 días, pero parecen un abismo.
Tampoco la Orquesta de València es en estas lides barrocas comparable al Gabrieli Consort de McCreesh que coprotagonizó el anterior Mesías. Sin embargo, y a pesar de la insuficiente batuta que tenían ante sí y de moverse en un territorio que hoy parece vedado a las formaciones no especializadas, los profesores valencianos lograron erigirse en lo mejor del concierto, con una cuerda tan reducida como eficiente y empastada, liderada más por la concertino Anabel del Castillo que por el podio. Especial aplauso merece el trompeta solista Raúl Junquera, seguro y brillante toda la noche, y muy específicamente en la conocida aria “The trumpet shall sound”, que supuso el mejor momento de la noche. Junquera impuso el pulso melódico de su trompeta virtuosa sobre el canto plano, equivocado y en cierne aún del joven barítono Nicholas Mogg (aunque en el programa de mano figuraba erróneamente como “bajo”).
La Coral Catedralicia de Valencia, que tan diestramente prepara el joven pero veterano Luis Garrido, es una formación admirable en su condición no profesional, con ya señaladas actuaciones en el Palau de la Música y en otros espacios relevantes. A pesar de estar por debajo de sus posibilidades, sus coralistas en absoluto fueron lo peor de la singular noche. Con una dirección más atenta a los detalles, al ensamblaje con la orquesta y los solistas, a las entradas y finales de frases y a la afinación, sus continuas intervenciones hubieran alcanzado la calidad de anteriores ocasiones.
Como siempre que se programa El Mesías, el éxito garantizado fue más allá de las virtudes o insuficiencias musicales de la interpretación. Hay que alabar del Palau de la Música su inmunidad a la festiva corriente de los “Mesías participativos”. Pero también recordar a sus gestores que El Mesías en absoluto es el único oratorio navideño del mundo mundial. ¡Feliz turrón y cuidado con las malas naranjas! Justo Romero
Publicado en el Diario Levante el domingo 23 de diciembre.
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