“El Murciélago” en el Teatro Real, un divertido gran éxito

“El Murcielago” de J. Strauss. Huw Montague Rendall (Gabriel von Eisenstein), Jacquelyn Stucker (Rosalinde), Marina Viotti (Príncipe Orlofsky), Magnus Dietrich (Alfred), Leon Košavić (Dr. Falke), Krešimir Špicer (Dr. Blind), Alina Wunderlin (Adele), Megan Moore (Ida) y Sunnyi Melles (Frosch). Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana. Les Musiciens du Louvre. Marc Minkowski, dirección musical.

Marc Minkowski

Johann Strauss estrenó esta obra en el Theater an der Wien en 1874 y, desde entonces, se ha convertido en la opereta vienesa por excelencia, imprescindible en las celebraciones del Año Nuevo. Así ocurre, por ejemplo, en la Staatsoper de Viena, donde todos los años El Murciélago se representa el día 31 de diciembre. La Bayerische Staatsoper de Munich la ha programado también en la Noche Vieja y además podrá seguirse en directo por internet. La fiesta que ocupa el acto central de “El murciélago“ transcurría en el libreto original francés —titulado Le réveillon, de los autores de La bella Helena, Carmen y Manon— en la víspera de Año Nuevo. De ahí su popularidad en estas fechas. Sin embargo no es el caso de España, donde apenas se ofrece y, de hecho, supone su estreno en el Teatro Real. Y ello a pesar de su jovialidad, con un libreto plagado de enredos amorosos, infidelidades y travestismos, un poco en la senda de la trilogía mozartiana de da Ponte. La partitura emana jovialidad y espontaneidad, amén de inspiración. Algunos de sus números son muy conocidos, en especial su amplia obertura, hace décadas protagonista de un popular anuncio.

El problema de la obra es que precisa ser muy bien cantada y, sobre todo, muy bien tocada. Afortunadamente amas cosas se dieron en le Real y no sólo ellas, sino que vinieron acompañadas de una actuación escénica por parte de los protagonistas, simple pero muy eficaz. El espectador no tuvo que romperse la cabeza, como sucede en muchas puestas en escena de nuestros días, sino que toda la trama fluía con claridad meridiana. Y eso que se trataba de una versión en concierto. Vale más a veces ofrecer así los espectáculos que con pretenciosas y costosas regias.

Escena

Marc Minkowski, ha sido uno de los grandes directores del barroco junto a Les Musiciens du Louvre y luego ha ido ampliando su repertorio hasta el mismo Wagner. Francamente espléndida y animada su lectura, en la que cupieron toda clase de morcillas, incluido un alegato final por la convivencia y la paz en el que explicó sus orígenes medio judíos, medio católicos, antes de una propina final de hermandad. Muy bien les Musiciens y el  Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana.

Homogéneo y con calidad el reparto. Ell barítono lírico británico Huw Montague Rendall, uno de los Papagenos -personaje por cierto citado en el libreto-  más solicitados de la actualidad combinó con agilidad canto y actuación. Rosalinde fue a soprano americana Jacquelyne Stucker, brillante en algunos momentos y apagada vocalmente en otros. Muy animada la Adele de la joven soprano alemana Alina Wunderlin y desenvuelta en las coloraturas. Cumplió holgadamente como Alfred el tenor Magnus Dietrich. Orlofsky fue encarnado por la mezzo soprano suiza Marina Viotti, en pleno tour por España en diferentes papeles, como la Maddalena de “Rigoletto” en el real o como solista de la “Tercera” de Mahler en el reciente concierto del ciento veinte aniversario de laSinfónica de Madrid.

Uno de esos espectáculos que concluyen con auténticas ovaciones porque hacen pasar un rato muy agradable en medio de nuestras zozobras. Gonzalo Alonso