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Por Publicado el: 26/01/2024Categorías: En vivo

Crítica: ‘El rapto en el serrallo’ de ABAO Bilbao Ópera

Voces versus escena

23-I-2024. Auditorio Euskalduna. ABAO Bilbao Ópera. Die Entführung aus dem Serail (El rapto en el serrallo), de Wolfgang Amadeus Mozart. Juan Antonio Sanabria (Belmonte, tenor), Jessica Pratt (Konstanze, soprano), Wojtek Gierlanch (Osmin, bajo), Leonor Bonilla (Blonde, soprano), Mikeldi Atxalandabaso (Pedrillo, tenor), Wolfgang Vater (Selim Bassa, barítono). Euskadiko Orkestra. Coro Ópera de Bilbao. Lucía Marín (directora musical). Mariano Bauduin (director de escena)

Crítica: El rapto en el Serrallo en ABAO Bilbao

Escena de la producción de El rapto en el serrallo de ABAO (c) E. Moreno Esquibel

Bien pudiera ser este singspiel mozartiano donde mejor están plasmados -al menos para el autor de esta líneas- los trazados sentimentales del monstruo salzburgués. Con la lectura del libreto y ante la estructura musical, en armonía y melodía, se abre el sendero para la antedicha valoración, quedando todo supeditado a cuanto se ve y se escucha durante la representación. En este caso, puede sostenerse que se ha vivido una velada en la que las voces han primado muy por encima del conjunto escénico.

La escenografía presentada justito llegó al aprobado tanto por la simpleza de su estructura modular (casi sufre un serio percance la torreta ubicada a la derecha del espectador, merced a una puerta mal fijada) como por el pobre discurso del resto del entramado (telones/gasa de poca transparencia, proyecciones de video erráticas, attrezzo que lo mismo vale para un roto que para un descosido y una iluminación descabalgada), sin un porqué de su causa.

Esta producción subalpina contó con apoyos provenientes de la Fundación del Teatro San Carlos de Nápoles. Al parecer (me chivaron) no se pudo contar con los del Teatro alla Scala di Milano y del vienés Staatsoper debido a coincidencias temporales en sus programaciones líricas. Con semejantes mimbres, la dirección escénica dio apenas brillo al espectáculo, con simples movimientos de cuantos deambularon sobre el palcoscénico y con una figuración pobretona. El vestuario napolitano pudo pasar.

Quien escribe acepta la polémica surgida en un sector del respetable sobre la inadecuación de unir los actos I y II, dejando un amplio descanso para el III. Estamos ante un formato lírico llamado singspiel en el que la parte canora se disputa la presencia con la hablada en la lengua alemana, para la cual no está muy ducha nuestra natal formación lingüística latina. Ítem más, teniendo en el acto II la parte hablada su específico peso, la unión de los dos primeros puede llegar a ser pesante en audición. Unos adecuados descansos, entre acto y acto, de 20 minutos, hubiesen mitigado la carga para el espectador.

Bien merecer resaltarse que ABAO Bilbao Ópera ofreció la versión íntegra de este regalo mozartiano, sin supresiones en i parlati como se han programado en las contemporáneas citadas de Milán y Viena, lo que se suele hacer cada vez con más frecuencia.

Crítica: El rapto en el Serrallo en ABAO Bilbao

Juan Antonio Sanabria

Y ahora … ¡vamos al gozo de las voces! La Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera tuvo la certera prevención de contar con voces de recambio para los cinco protagonistas cantantes (dada la escasez en estos roles), se pudo paliar la inflamación de glotis que sufrió el tenor granadino Moisés Marín a mitad de la primera función. De no haber sido así, hubiese tenido que suspenderse, constituyendo un baldón para ABAO Bilbao Ópera, que tiene a gala no haber sufrido tal situación en sus 72 temporadas líricas.

El caso es que el tenor canario Juan Antonio Sanabria, como cover, tuvo su ocasión de interpretar al enamorado noble español Belmonte. Desde su iniciática aria Hier soll ich dich denn sehen, Konstanze! pudo apreciarse una voz de tenor lírico bien construida y modulada con mucho cuidado. Aunque estrecha, su voz fue emitida con fina proyección y siempre afinada, estando mucho más cómoda en el registro alto y bien asentada en el central, y aplicando una elegante técnica en las notas de paso, con su modo de suspenderlas en un cuidado filamento. Como actor cumplió, sin más.

Para la inglesa Jessica Pratt el papel de Konstance fue un continuo fluir en bondad. Voz poderosa, bien timbrada, que puede con las agilidades de coloratura, como lo demostró en el aria Ach ich liebte, war so glücklich. Luego se adentró en la exigente línea de soprano spinto, dominando las exigencias que se encierran en el registro grave dentro de la llamada ‘aria de la tortura’: Martern aller Arten. Su elegancia profesional quedó patente al acomodar su volumen fonal en los dúos con Sanabria, dada las características de éste.

La voz de la soprano Leonor Bonilla es de las que enganchan en el espectador al instante de escucharla. Amén de contar con un notorio desparpajo escénico, que en esta ocasión ha demostrado interpretando a la coqueta Blonde. Tuvo su gran momento en el aria Welche Wonne, welche Lust aplicando la sutileza del canto ligado, a la par de modulado, con mucha expresividad.

Para cualquier teatro es una garantía contar con el tenor vizcaíno Mikeldi Atxalandabaso, como hace poco lo ha acreditado en el londinense Royal Opera Covent Garden. Su Pedrillo resultó impoluto, en voz, con una pulcra dicción y generosa extensión, y con una capacidad de actor que estuvo por encima del resto de sus compañeros. Su romanza del acto III Im Mohrenland gefangen war fue un hermoso regalo para cuantos tuvimos la dicha de escucharla.

El bajo polaco Wojtek Gierlach, en su personaje del eunuco Osmin, empezó con irregularidades en la emisión que luego fue corrigiendo pese a tener un color un tanto desigual, aunque mostrándose poderoso en todos los concertantes con sus compañeros de reparto.

El recitador/rapsoda/actor alemán Wolfgang Vater, como Selim Bassa, cumplió en la dicción de su lengua materna.

Crítica: El rapto en el Serrallo en ABAO Bilbao

Escena de la producción de El rapto en el serrallo de ABAO (c) E. Moreno Esquibel

Nada que destacar en el coro, llevando bien sus dos cortas intervenciones. No llegó al aprobado el napolitano Mariano Bauduin, manejando con simpleza tonal el modo y la forma de cuanto circulaba en escena. La directora andaluza Lucía Martín, precedida de sólida fama, llevó a la Euskadiko Orkestra con guante de seda ya desde la colorista breve obertura. Siempre atemperando los volúmenes sonoros para que se adecuaran a las características de las voces obrantes arriba en el escenario, la directora hizo una lectura de la partitura de buena concertación, a lo que los músicos se avinieron dada su acreditada calidad.

Manuel Cabrera

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