Crítica: Elina Garanča y su sangre española
Garanča y su sangre española
Mérida, Teatro Romano. Festival Stone & Music. Elina Garanča, mezzosoprano. Orquesta de Extremadura. Director: Karel Mark Chichon. Obras de Bizet, Chapí, Barbieri, Soutullo/Vert, Luna y Giménez. 9 de septiembre de 2023.
Gran tanto el que se ha anotado el Festival Stone & Music de Mérida al contar con Elina Garanča, Karel Mark Chichon y la Orquesta de Extremadura. Reciente su arrollador éxito en Bayreuth como Kundry, Garanča llega en plenitud de facultades a un país que cuenta poco con ella para desgracia de los aficionados, no sabemos si por ignorancia o por desidia de programadores y directores de teatros. Y eso que tiene su residencia en España y que adora la música española, como lo evidencia este maravilloso concierto que levantó en muchas ocasiones al entusiasmado público de sus asientos en el teatro romano.
En un estado de forma perfecto, la Orquesta de Extremadura mostró toda la noche un sonido empastado, cálido, con brillantes intervenciones de todas sus secciones. Y subrayado por algo difícil de encontrar en este tipo de conciertos multitudinarios al aire libre: una amplificación respetuosa con el sonido orquestal, equilibrada, con el volumen justo, sin estridencias ni tonalidades metálicas, que suele ser lo más habitual. Felicitaciones, pues, al técnico de sonido. La suma de este soberbio instrumento orquestal y de una batuta tan fina y tan teatral como la de Chichon dio como resultado unas versiones llena de energía, de nervio, de fuerza. Chichon, tratándose de música española, parte de su esencia rítmica, de sus síncopas y de sus fuertes acentuaciones, para alcanzar un fraseo muy racial, visceral incluso en la sorprendente romanza de Socorro de El barquillero de Chapí y enervante en las famosas carceleras de Las hijas de Zebedeo. Ya lo dejó ver desde el primer bloque del programa, con tres garbosos pasodobles que nos hablan de la profunda afición taurina del director gibraltareño. Aquí, como en el resto del concierto, sobresalió también por la sabiduría para aclarar las texturas y otorgarle relieve a las frases instrumentales, en un equilibrio que redundó en ese sonido orquestal empastado y brillante del que hablábamos al principio.
Elina Garanča dedicó todas sus intervenciones de la primera parte a desgranar todos los momentos solistas de Carmen. Hablar de la Carmen de la Garanča es hablar de la interpretación ideal y referencial de la actualidad. Con esa voz de timbre arrebatadoramente bello, sin fisuras en los cambios de registro, con un centro sedoso, graves resonantes y agudos timbradísimos, la cantante letona se enfunda de tal manera en el personaje que lo vive desde la esencia de su música. Hasta el punto de que en las dos ocasiones en que abordó la habanera, pareció que estábamos ante dos personajes diferentes por los matices y acentos con los que diferenció las segunda (dada como propina). Garanča seduce desde la voz, desde sus inflexiones, desde el filado de “Prends garde à toi!”, expresado como una amenaza cargada de sensualidad; o desde la languidez en el fraseo de la seguidilla, arrastrando con plena intención algunas sílabas finales de frase; o desde la profundidad telúrica de “La Mort!” en el aria de las cartas. Su afinidad con nuestra música y su perfecta dicción le sirvieron para regalar unas maravillosas romanzas de zarzuela, con un fraseo grácil y castizo en la canción de Paloma, desgarro jondo en El barquillero y caracoleos aflamencados de la mejor ley en las carceleras de Chapí. Como era de esperar, a todos nos pareció poco y todos los intérpretes nos ofrecieron tres alegres propinas, entre ellas un Tico tico con un subyugante ritmo de choro que iba pasando con alegría de sección en sección de la orquesta. Andrés Moreno Mengíbar
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