Crítica: Ernani en Les Arts
Ernani y sus cuchicheadores
ERNANI. “Dramma lirico” en cuatro actos, con libreto de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Hernani, de Victor Hugo. Reparto: Piero Pretti (Ernani), Angela Meade (Elvira), Franco Vassallo (Don Carlo), Yevgueni Stavinski (Don Ruy Gómez de Silva), Laura Orueta (Giovanna), Matheus Pompeu (Don Riccardo), Javier Castañeda (Yago). Dirección de escena: Andrea Bernard. Escenografía: Alberto Beltrame. Vestuario: Elena Beccaro. Iluminación: Marco Alba. Cor de la Generalitat Valenciana (Francesc Perales, director). Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dirección musical: Michele Spotti. Lugar: Lugar: Palau de les Arts. Entrada: En torno a 1.350 espectadores (prácticamente lleno). Fecha: Miércoles, 7 junio 2023 (se repite los días 10, 13, 16 y 18 de junio)
Rara, muy rara vez, se produce una noche de ópera redonda. Son muchos los elementos que confluyen y conviven en cualquier función lírica. Cantantes, orquesta, coro, escenografía, director de orquesta, iluminación, extras, maquinaria escénica… El miércoles, la sala principal del Palau de Les Arts rozó la redondez en el estreno de uno de los contadas títulos de Verdi aún inéditos en su escenario: Ernani, la quinta ópera verdiana. Ambientada en España, en Aragón, fruto de un joven compositor de 31 años que se inspira en la obra teatral Hernani, de Victor Hugo, certeramente esencializada por el libretista Francesco Maria Piave. Verdi ilumina la acción con una música y sentido dramático que contienen ya muchos de los rasgos inconfundibles del Verdi de madurez.
Redonda sin tachas fue la dirección musical del joven maestro italiano Michele Spotti, quien a sus treinta años (uno menos de los que tenía Verdi cuando compuso Ernani), se ha revelado como maestro fuera de serie. Un primera clase de la dirección de orquesta, actual director musical de la Ópera de Marsella, y llamado, sin duda, a ser reconocido como uno de los grandes. Lo ha sido con este Ernani pleno de impulso y pulso verdianos, de fantasía, de atención al detalle y de esa inspiración, aún tan belcantista que distingue a este Verdi primerizo pero ya perfectamente definido en estilo y forma. Concertó foso y escena, ya desde el prometedor preludio, con la enunciación del tema del terrible pacto entre Ernani (Don Juan de Aragón) y Don Ruy Gómez de Silva, con naturalidad, equilibrio y alto dominio. Con intenso sentido teatral, Spotti cantó con los cantantes he hizo cantar a la una vez más excepcional Orquestra de la Comunitat Valenciana y al Cor de la Generalitat en día de gloria con riqueza de colores, registros y matizado criterio. Dirección efectiva, natural e inspirada, en cuyas formas, maneras y actitud late el magisterio de Gelmetti, Noseda y Gatti. Su retorno es imprescindible.
En el más que notable reparto vocal, sobresalió por estilo verdiano, calidad vocal y temperamento el Don Carlo del barítono Franco Vassallo, que otorgó empaque, fuste verdiano y nobleza escénica al desventurado rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Bordó su gran escena del tercer acto y todas sus intervenciones concertantes. El tenor Piero Pretti (Pinkerton en diciembre de 2021) mostró su espléndidamente proyectada voz y su alcurnia de cantante verdiano con su encendida encarnación protagonista. Tuvo, además, los medios y la fortaleza vocal de soportar el envite de alternar con la Elvira de la soprano estadounidense Angela Meade, un cañón de voz -casi a lo Ángeles Gulín– capaz de hacer temblar el trencadís de las paredes. Compuso una Elvira entregada, voluntariosa y de intensos decibelios. Papel cargado de dificultades y exigencias, la estadounidense lo defendió con arrojo y meritoria generosidad vocal. Faltaron refinamiento (vocal y escénico), pianísimos, canto mezzavoce, fiato y las sutilezas que también entraña el personaje. Pero eso es pedir peras al olmo… ¿Quién canta hoy así una Elvira? ¡Bravo!
El tercer enamorado de Elvira, el grande de España Don Ruy Gómez de Silva, fue encarnado con disciplinada y efectiva corrección por Yevgueni Stavinski, quien ya participó como el corsario Giovanni en el reparto de Il Corsaro que en la misma sala dirigió Fabio Biondi en marzo de 2018. Similares virtudes mostraron los restantes cantantes que completaron el adecuado reparto, la mezzo Laura Orueta (Giovanna) y el tenor brasileño Matheus Pompeu (Don Riccardo), ambos vinculados al Centre de Perfeccionament, así como el prometedor barítono-bajo palentino Javier Castañeda, que dio notable vida a Yago, el escudero de Gómez de Silva.
La escena ni molestaba ni fascinaba. Aunque sí molestaron y mucho sus creadores a sus vecinos de butaca durante toda la representación, con sus cuchicheos indisimulados e incordiantes para todo el que se encontrara a un kilómetro a la redonda. Escena escueta (salvo algún abigarrado y prescindible bailoteo como para echar a correr); con pocos elementos y recursos bien utilizados, dirigida con evidentes lucidez y talento por Andrea Bernard; con imaginación y detalles bien resueltos, como, en la escena final, descubrir el ataúd al retirar el mantel de la mesa sobre la que Elvira y Ernani celebran su pronto frustrada boda. Sugerentes proyecciones videográficas en blanco y negro. Vestuario entre convencional y estúpido de Elena Beccaro. Iluminación más mortecina que otra cosa de Marco Alba.
Incomprensible el atisbo de abucheo que se pudo percibir cuando salió a saludar el cuchicheador equipo escénico. ¿O, quizá, eran sus enojados vecinos de butaca? Al final, se impuso la razón, y todos disfrutaron de una sonora y prolongada ovación de un Palau de Les Arts que rozó el lleno. Fue clamorosa cuando sobre el escenario irrumpió el Maestro y puso en pie a la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Hay criterio. Casi redondo. Cuchicheos aparte, claro. Justo Romero
Publicada el 9 de junio en el diario Levante.
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