Estreno del XXXV Premio Reina Sofía

Obras de Turina, Durán y Bruckner. Maria Espada, Mireia Pintó, César Augusto Gutiérrez, Felippe Bou, solistas. Coro y Orquesta de la RTVE. Miguel Angel Gómez Martínez, director. Auditorio Teresa Berganza. Sal Lorenzo de El Escorial, 11 de octubre de 2018.

La revuelta temporada de la RTVE en cuanto a lugares de sus conciertos regresó a San Lorenzo de El Escorial para el segundo de ellos. El primero tuvo lugar en el Auditorio Nacional, con un “Fidelio” que Gómez Martínez dirigió con tiempos rápidos y perfecta cuadratura, totalmente fiel a la partitura beethoveniana.

Juan Duran

Sorprendió la aceptable entrada en el teatro-auditorio rebautizado ahora con en nombre de Teresa Berganza, dado que la falta de continuidad siempre repercute en la ocupación y que el programa tampoco era de esos por los que el público se pelea. Se abrió con las “Danzas fantásticas” de Joquín Turina, que el director titular de las agrupaciones de la RTVE supo exponer con sus variados matices: la alegría del pulso ¾ de “Exaltación” con su difuminado final, que tan bien enlaza con ese “Sueño” casi debussyano, para concluir en el majestuoso pálpito flamenco de “Orgía”. Otro tanto sucedió en la obra conclusiva, el “Te Deum” de Bruckner, resaltando la doble fuga coral final, un auténtico estudio contrapuntístico de quien concibe la obra pensando en el órgano. Partitura que exige un control total de orquesta, solistas, coro que en ocasiones cantan a capella y que siempre es una de las bazas personales de Gómez Martínez.

Como segunda obra se presentaba el XXXV Premio de Composición Reina Sofía que promueve la Fundación de Música Ferrer-Salat, escrita por el compositor gallego Juan Durán. Dicen que a la tercera va la vencida y es lo que le ha sucedido al volver a presentarse al concurso con una pieza que parece escrita precisamente para obtener el premio y que, en cierto modo, se aleja de su estilo habitual. “Whispers in the Dark” nace de las sensaciones que le produjo al autor la lectura del trabajo homónimo de H.P. Lovencraft. La inquietud, el miedo y el misterio nutren una partitura que empieza como termina con el mismo sosegado y tenue motivo y tiene en su parte central una mayor presencia de las masas sonoras. Bien estructurada se antoja algo extensa en sus algo más de veinte minutos de duración para las ideas que desarrolla en breves motivos. Ni la Reina Sofía ni el presidente de la Fundación Ferrer-Salat pudieron asistir al concierto, lo que de algún modo rebajó la repercusión social del mismo. Gonzalo Alonso