Crítica: Euskal Barrokensemble en la Quincena donostiarra
Fusión de la excelencia
Fecha: 28-VIII-23. Lugar: Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián. Programa: El amor brujo: esencias de Manuel de Falla, desde composiciones musicales de Dimitrie Cantemir, Gaspar Sanz, Nicola Mattei, Mateo Pérez de Albéniz, Cancionero de Burgos, Joaquín Rodrigo y Domenico Scarlatti. Interpretación: Euskal Barrokensemble. Músicos: Enrike Solinís (guitarra barroca, laúd andalusí, quitara y tiorba), Miren Ceberio (violín y rabel), Vicente Parrilla (flautas dulces), Elies Hernandis (sacabuche), Pablo Martín Caminero (contrabajo) y Paquito Fernández (panderos, caja, platillos). Cantaora: Ángeles Toledano. Bailaora: Marías Moreno. Director artístico: Enrike Solinis.
Los valores, tanto intrínsecos como extrínsecos, del evento musical que aquí se valora, están en la concepción que el músico bilbaíno Enrike Solinis, así reconocido internacionalmente hace de la gran obra que es El Amor Brujo de Manuel de Falla, extrayendo de ella todos los ancestros musicológicos de los que se sirvió este gran compositor para cuajar la construcción de su monumento de arte.
No solamente se retrotrae Solinís a la música del flamenco iniciático que existió en el siglo XVII, como por ejemplo la tradicional primitiva Seguiriya, sino que busca sus antecedentes andalusís en composiciones musicales manadas del Califato de los Omeyas cordobeses, llegando incluso a adentrarse en el medievo iraní con el koumiss, engarzándolo con la sección del Fuego fatuo de la citada obra de don Manuel.
Tal trabajo de ajustes etnográficos e historicistas musicales no puede ver la luz refulgente que en verdad exige si no es contando con grandes intérpretes tanto de instrumentos, como del canto y de baile. Ello quedó patente en este concierto, cual fue el caso de El circulo mágico produciendo un vacío de reconfortante paz, mientras oído y vista se acunaban en la tañer de la guitarra barroca y en los brazos danzantes de María Moreno.
Traer a este programa la melaza de los sones de la guajira, cual palo flamenco, que está dentro de los cantes de ida y vuelta del siglo XVII -fueron recios y volvieron con aroma de guayaba- y que en esta ocasión los abraza el rabel de Miren Ceberio, resultó una plena llamada a los antecedentes de cómo El Amor Brujo llegó a posarse en el pentagrama del gaditano universal, cual si el cabrilleo de la luz de poniente en su Caleta natal hubiese entrado en es escenario del teatro Victoria Eugenia.
Todo un acierto servirse del Cancionero de Burgos, recopilado por el abate Federico de Olmeda en el siglo XIX, para rescatar de esta recopilación del folclore castellano la lozanía de la Taranta de la Siega donde Ángeles Toledano sacó su bien timbrada voz de rasgadura agarena, a la par que la sapiencia rotunda de Elies Hernandis daba sostén al elegante vuelo de su sacabuche.
Bien traído y mejor llevado es el famosísimo Adagio de El Concierto de Aranjuez del Maestro Rodrigo, dejando posar sus amantes notas dentro de esta fusión de excelencia para con El amor Brujo, así ocurrió en esta ocasión como así también ocurrió en el año 2014 dentro del vetusto molino de trigo del bicentenario cortijo ‘La Rana’, sito en Morón de la Frontera. De ello hay constancia de imagen y sonido. En La Bella Easo, nueve años después, se repitió aquel amanecer de hace 9 años. Manuel Cabrera.
Últimos comentarios