Crítica: Excepcional Frau en Viena
DIE FRAU OHNE SCHATTEN (R. STRAUSS)
Staatsoper de Viena. 30 Mayo 2019.
Este viaje a Viena lo tengo marcado en el calendario desde que se anunciara la programación de la temporada 2018-2019, ya que es una ocasión muy especial por varios motivos. Se trata de la conmemoración del 150 aniversario de la inauguración del teatro y con este motivo la Staatsoper ha organizado una serie de eventos, pero sobre todo ha programado unas representaciones verdaderamente atractivas.
Efectivamente, para empezar se nos ofrece una nueva producción de Die Frau Ohne Schatten, de Richard Strauss, que también está de celebración, ya que este año se cumple el centenario de su estreno, que precisamente tuvo lugar en este teatro. Para tan especial ocasión se anunciaba en el podio nada menos que a Christian Thielemann y con un reparto vocal de primera línea. Por si no fuera poco, al día siguiente tenemos una Andrea Chenier con la presencia de nada menos que Anna Netrebko y terminaremos este triduo mágico con la Manon de Massenet y la presencia en el reparto de Juan Diego Flórez. Nada tiene de extraño que en la Staatsoper ayer se oyeran otras lenguas además del alemán y que me encontrara con caras conocidas de buenos aficionados españoles.
Si extraordinaria era la ocasión de la mencionada celebración, no se ha quedado atrás el resultado artístico de esta obra maestra de Richard Strauss, ya que hemos asistido a una magna e impresionante versión musical, además de contar con una adecuada producción escénica y un reparto vocal de mucha calidad, excepcional en algunos casos. Una gran noche de ópera.
Al frente de la dirección musical estuvo una grandísimo Christian Thielemann, que volvía al foso de la Staatsoper tras una ausencia de más de 3 años. Su dirección ha sido inmensa, brillante e inspirada, como se puede esperar de uno de los grandes directores de hoy en día. He tenido la suerte de ver dirigir a grandes maestros esta ópera de Richard Strauss, incluyendo un espectacular Kirill Petrenko en Munich hace 5 años. Lo de ayer en Viena supera todo lo anterior, en lo que ha influido en buena medida la actuación de la Orquesta de la Wiener Staatsoper, que no es sino la Filarmónica de Viena. Aquí se han unido un grupo musical excepcional a las órdenes de un gran maestro, que nos han proporcionado una versión de esta ópera verdaderamente inolvidable. He tenido ocasión de escuchar en muchas ocasiones a esta orquesta y lo de hoy ha sido verdaderamente mágico, en lo que no me cabe duda de que ha tenido mucho que ver la batuta de Christian Thielemann.
Es bien sabido que Die Frau Ohne Schatten necesita cinco grandes intérpretes vocales, especialmente las tres mujeres. En Viena se ha conseguido reunir un quinteto de primer orden y así hemos podido disfrutar como pocas veces de esta ópera.
El personaje que da título a la ópera no es sino La Emperatriz (Die Kaiserin), que fue aquí interpretada por la soprano finlandesa Camilla Nylund, cuya actuación fue convincente, lo que no es poco. Me pudo parecer que su volumen vocal era un tanto reducido en el primer acto, pero consiguió llevar la emoción a la sala en su gran escena del último acto.
La Mujer de Barak fue interpretada por la soprano sueca Nina Stemme y su actuación puede considerarse como impresionante e insuperable. Fue la suya para mí la actuación más completa del quinteto protagonista. Está en un momento muy brillante, con una voz de timbre atractivo, poderosa siempre y sin sombras por ningún lado. Un lujo poder contar con ella en esta ocasión. Si no me equivoco, era su debut en el personaje y sorprende su dominio del mismo.
La Nodriza era Evelyn Herlitzius, para quien se trataba también de su debut en el personaje. Es bien sabido que este personaje requiere una mezzo soprano y que la alemana siempre ha sido una soprano, que fue una Brünnhilde de referencia no hace tanto tiempo. Hoy su voz ha ensanchado y tiene más problemas en las notas altas, por lo que se entiende que haya querido abordar este personaje. Su actuación fue convincente en todos los sentidos y, únicamente parecía algo más destemplada en las notas altas.
El personaje de Barak fue interpretado por el barítono alemán Wolfgang Koch, que también lo hizo de manera convincente. Su voz se ha reducido en volumen en los últimos 3 años, habiendo ganado en expresividad. Su Barak tuvo buenas dosis de emoción.
Finalmente, la parte del Emperador fue interpretada por el tenor americano Stephen Gould, que lo resolvió con suficiencia siempre, completando un excelente quinteto protagonista.
Los personajes secundarios estuvieron bien servidos en todos los casos. El barítono Sebastian Holecek fue el Mensajero de los Espíritus. La soprano María Nazarova lo hizo bien como Guardián del Templo y Voz del Halcón. Los tres hermanos de Barak fueron bien servidos por Samuel Hasselhorn, Ryan Speedo Green y Thomas Ebenstein. Buenas las prestaciones de Benjamin Bruns (Voz de la Aparición del Joven) y de Monika Bohinec (Voz de Arriba).
Como digo más arriba, se trata de una nueva producción del francés Vincent Huguet, que fuera asistente durante años del desaparecido Patrice Cherau. Su trabajo me ha parecido simple y adecuado, sirviendo perfectamente para narrar la historia. La escenografía de Aurélie Maestre ofrece prácticamente un escenario único, con unas paredes de piedra verticales al fondo, que cambian de forma en varias ocasiones, sirviendo de manera muy adecuada tanto para la casa de Barak como para el tercer acto. En la primera escena se nos ofrece a la Emperatriz y a la Nodriza en la parte superior del escenario, mientras que en el arranque del último acto estamos en un simple escenario que parece un refugio de indigentes. El vestuario es atemporal y adecuado, obra de Clémence Pernoud, contando con una buena iluminación, obra de Bertrand Couderc.
La Staatsoper había agotado totalmente sus localidades. El publico dedicó una triunfal recepción a los artistas, siendo todos muy aplaudidos, con especial énfasis en el caso de Christian Thielemann y de Nina Stemme.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 4 horas y 18 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 3 horas y 26 minutos. Es la de mayor duración de todas las que he visto, parecida a la de Zubin Mehta en Berlín. Nada menos que 16 minutos de ovaciones.
El precio de la localidad más cara era de 239 euros, habiendo butacas de platea desde 159 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 40 euros. José M. Irurzun
Fotos: M. Pöhn
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