Crítica: Falstaff en la Temporada lírica de Vigo
Falstaff con ojos de hoy
Verdi: “Falstaff”. Reparto: Luis Cansino, José Antonio López, Aida Gimeno, Leonor Bonilla, Francisco Corujo, Anna Gomà, María Luisa Corbacho, Josep Fadó, Javier Agulló, Pedro Martínez-Tapia. Orquesta Sinfónica Vigo 430, Coro Rías Baixas. Director musical: Manuel Coves. Directora de escena: Eugenia Corbacho. Vídeo: Alejandro Contreras. Amigos de la Ópera de Vigo. Teatro A Fundación. 30 de octubre de 2022.
Vuelve la escena operística al Teatro A Fundación tras la pandemia. Y lo ha hecho de la mano de Verdi con su ópera postrera y magistral, un fruto granado, exquisitamente labrado, de un discurrir musical fluido y continuo. La ópera de un músico sabio, capaz de concentrar y resumir en unos cuantos compases la historia de la creación lírica del siglo XIX mediante un trabajo detallado, preciso, muy elaborado, sugerente a lo largo de un imparable flujo continuo, que nos revela a la postre los comportamientos humanos, las reacciones de un grupo de personajes en torno a la figura impar de sir John Falstaff.
Eugenia Corbacho es una directora de escena imaginativa y estudiosa con un amplio bagaje y una experiencia a tener en cuenta. No hay duda de que ha trabajado a conciencia la puesta en escena de este “Falstaff”, con la Orquesta sobre el escenario –no cabía en el pequeño foso-, detrás de los cantantes, que se movían con agilidad y destreza, de manera especialmente expresiva. La regista, siguiendo el camino ya habitual en estos días, traslada la acción a la época actual, lo que, dada la destreza del movimiento, no transgrede especialmente el curso argumental ni perjudica la anécdota. Todo se desarrolla muy animadamente, con un continuo trasiego y propuestas inteligentes y acertadas. Bien ayudada por los alusivos y pertinentes vídeos de Alejandro Contreras.
Es cierto que algunos de los valores intrínsecos, conectados con las costumbres y hábitos de la época –como la larga secuencia final en el bosque- se pierden y hacen la anécdota poco creíble. Aunque si consideramos la urdimbre de la relaciones y la evolución de los personajes, a la postre seres humanos, la propuesta, bien hilada, puede tener su justificación teatral y encajar adecuadamente con la música. Aunque hubo detalles que trastocaron en algún momento las buenas intenciones en una acción que se quiere realista. Como la ausencia de la gran cesta en la que Falstaff es arrojado al Támesis al final del segundo acto. En vez de cesta se empleó, con relativo acierto, una suerte de saco negro en el que no cabía el corpachón de Luis Cansino. Momentos escénicos inseguros y poco eficaces.
El barítono, tan ligado a Vigo, defendió con acierto su papel, ayudado por su oronda anatomía (aunque haya perdido kilos) y mostró su amplio juego actoral y sus dotes cómicas sin descuidar los momentos más tristes y más recogidos, como los que se suceden al comienzo del tercer acto, recién salido de las aguas. Manejó con pericia su instrumento fornido, de metal penetrante, algo desigual, con un centro amplio y sonoro y agudos bien puestos, de sonoridad pasajeramente nasal. Tiene bien estudiado el personaje y tuvo un merecido éxito en el que lo acompañaron los demás. Junto a él se lució el Ford de José Antonio López, voz noble, homogénea, bien redondeada y emitida, músico de primera. Espléndida su aria “È sogno o realtà?”
Sorprendió gratamente la joven Aida Gimeno (27 años), pescada al lazo muy pocos días antes de la función. Es una lírica en potencia. Posee una voz bien timbrada, igual y extensa, fácil y espejeante. Ha de ir creciendo sin prisas. A su lado evidenció de nuevo su calidad de rutilante lírico-ligera Leonor Bonilla, segura, acertada en los pianísimos, expresiva. Cantó estupendamente su aria de las hadas. María Luis Corbacho fue una eficaz Quickly, rotunda y sólida, de ciertas resonancias nasales. Anna Gomá una muy refrescante Meg, aunque es más bien soprano. Francisco Corujo se desenvolvió con prestancia como Fenton a falta de un mayor brillo tímbrico. Bien los tenores Fadó y Agulló, líricos tendiendo a ligeros, graciosos y ajustados, como Bardolfo y Dr. Cajus, y en su sitio Martínez-Tapia, barítono, como Pistola.
Manuel Coves acertó desde el podio a marcar el curso agógico y a establecer un tempo ritmo muy verdiano, practicando una lectura bien orientada en lo expresivo y buscando el casi siempre conseguido engarce con las voces. Una lectura muy ajustada y resuelta, con momentos bien subrayados, como los finales de los dos primeros actos y la bien elaborada fuga postrera. Faltó probablemente un mayor cuidado en el detalle, un balance más conseguido y unas texturas más nítidas. Obtuvo buenos resultados en los pasajes en los que se superponen compases distintos. Muy cumplidores los jóvenes conjuntos. Arturo Reverter
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