Crítica: Festival de Granada. La edad de oro de la polifonía
Festival de Granada. La edad de oro de la polifonía
Festival de Granada. Monasterio de San Jerónimo. El León de Oro. Director: Marco Antonio García de Paz. Obras de Francisco Guerrero, Tomás Luis de Victoria y Giovanni Pierluigi da Palestrina
Para su debut en el Festival de Granada el reconocido y premiado coro El León de Oro se presentó con un programa centrado en los autores canónicos de la polifonía renacentista, en un entorno tan exuberantemente renacentista como el impresionante templo del monasterio de San Jerónimo. Marco Antonio García de Paz diseñó un programa que permitiese mostrar todas las virtualidades de este coro. El primer bloque lo constituyen tres obras a cuatro voces de Francisco Guerrero, tres piezas del corpus mariano que afianzó el prestigio internacional del compositor sevillano. Para cada pieza optó el director por un agrupamiento diferente, comenzando por un Sancta et immaculata para voces femeninas en el que sobresalió el empaste entre las voces, la dulzura tímbrica y la suavidad de la articulación y del fraseo. Con emisión controlada y dinámicas muy controladas, el refuerzo masculino en Sanctissima Maria aportó profundidad al sonido global, en el que cabe destacar la claridad articulatoria que hacía fácilmente identificable el texto. No olvidemos que antes de que el Concilio de Trento pusiera freno a las sutilezas armónicas y los juegos de voces en la polifonía, en las catedrales hispanas ya se había establecido un canon de texturas ligeras y de inteligibilidad que en estas obras de Guerrero alcanza su máxima expresión. En el Magnificat quarti toni, cantado alternatim (versos en canto llano y versos polifónicos), de Paz imprimió con sutilidad un matiz diferencial en materia de articulación y de fraseo en cada verso a cuatro voces de forma acorde con el texto cantado en cada uno de ellos, llegando en el fragmento final a seis voces a un momento de claridad y luminosidad impresionante.
Saltando a la generación posterior, Tomás Luis de Victoria fue representado por un Salve Regina y la misa parodia correspondiente, en la que el genial abulense dispone una textura a ocho voces en dos coros. El León de Oro brilló en estas obras por la precisión de sus juegos de respuestas, jugando con la espacialidad del sonido, con igualdad de calidad tímbrica en ambos coros. El director quiso aquí, en los umbrales del Barroco, incidir con moderación pero con relieve en los juegos retóricos. Así, abrió y cerró el sonido global de manera precisa y sensible en “O clemens, o pia”, en un suave crescendo de fuerte sentido místico. Igualmente sucedió en las acentuaciones e indicaciones dinámicas en “et in terra pax” o en “Et iterum venturus est”, con sutiles aceleraciones. Especialmente reseñable fue el juego de crescendo-diminuendo en el pasaje “resurrectionem mortuorum” en una muestra de pintura vocal muy apropiada para el texto y para la estética de la pieza. Ni que decir que no se le escapó a García de Paz el sentido festivo de “Hosanna in excelsis” en un bello juego de ecos entre ambos coros.
Para culminar, la claridad del Laudate pueri de Palestrina, cerrado con un crescendo final de espléndida factura y de inigualable sentido expresivo. Andrés Moreno Mengíbar
Últimos comentarios