Crítica: Doble concierto de la Orquesta Filarmónica de Londres en Ibermúsica
Sinfonismo de rancia tradición
Obras de Dvorák, Elgar, Benjamin, Grieg y Rachmaninov. Orquesta Filarmónica de Londres. Leif Ove Andsnes, piano. Director: Edward Gardner. Ibermúsica. Auditorio Nacional, 28 de febrero y 1 de marzo de 2023.
La Filarmónica de Londres fue fundada en 1932 por el insigne y siempre sorprendente sir Thomas Beecham, que estuvo a su frente hasta 1939. Luego se situaron en su podio maestros de la talla de Eduard van Beinum, Sir Adrian Boult, William Steinberg, John Pritchard, Bernard Haitink, Sir Georg Solti, Klaus Tennstedt, Vladimir Jurowski y Yannick Nézet-Seguin. En la actualidad el titular, desde 2021, es Edward Gardner (Gloucester, 1974), con quien el conjunto ha visitado Madrid y que ha mostrado excelentes maneras y buen criterio.
Es un director pausado, sereno, elegante, que sigue la tradición inglesa y que en determinados momentos muestra una agilidad felina en busca de la expresión. En la actualidad es titular también de la Filarmónica de Bergen y de la Ópera y Ballet de Noruega. Músico que se sitúa ante la orquesta con pie firme y batuta elástica, con movimientos muy armoniosos que parten de los hombros. Gesto serio, rostro expresivamente contenido. Deja fluir la música sin prisas, de manera muy natural con movimientos de una bella cabeza coronada por un cabello plateado, siempre bien peinado. No es amigo de innecesarias aceleraciones, de “tempi” en exceso rápidos. Lo pudimos apreciar en la diáfana interpretación de las “Variaciones Enigma” de Elgar.
Desde la exposición de los dos temas base advertimos su cuidada manera de respirar. Gracia en la segunda variación, Allegro; elegancia en la quinta, Moderato; agitación controlada en la séptima, Presto; estupenda gradación dinámica en la famosa sexta, “Nimrod”; variadas dinámicas en la duodécima, Andante, con magnífico solo de chelo. Planos bien medidos y notable impulso rítmico en el explosivo Finale. En la primera parte escuchamos una bien construida versión de la “Séptima” de Dvorák, que fue llevada sin excesos en busca de un crecimiento progresivo. Borrosidades evidentes en el cierre del Allegro maestoso inicial. Buen fraseo de la compacta cuerda en el Poco adagio, con trompas muy en su punto. Bien ritmado y ensamblado el “Furiant” del Scherzo. Y lógica expositiva hacia la triunfante conclusión en el Finale. Versión, pues, sólida, a falta de un lirismo más reconocible; tan brahmsiano.
Fue apabullante la interpretación de Leif Ove Andsnes de un Concierto tan afín a él, que es noruego, como el de Grieg. Variedad de ataques, digitación impoluta, expresión profunda, vigor esencial, dinámicas amplísimas, octavas seguras y rotundas; y fraseo sobrio pero expresivo y hondo. Regaló una danza de Dvorák. La orquesta acompañó con brío y lirismos estratégicos, siguiendo el mando flexible de Gardner, que abrió la sesión con una atmosférica partitura de Georges Benjamin, “Sudden Time”, una exquisita pintura onírica que recoge un sueño y que destaca por su puntillismo, “hecho de pulsaciones fugaces y contradictorias y combinaciones tímbricas siempre imaginativas”, en palabras de Juan Manuel Viana en las notas al programa.
Obra estrenada por el propio Benjamin en Londres el 21 de junio de 1993, que fue tocada ahora de manera muy delicada. Buen contraste con Grieg y sobre todo con Rachmaninov, de quien se tocaban las bastante manidas “Danzas Sinfónicas”. Tres buenos retratos llenos de contrastes, de detalles orquestales que van de lo refinado a lo vigoroso, contrastadas, de un sinfonismo pleno y robusto. Tuvo en este caso una muy ajustada y poderosa interpretación en la que no faltó un matizado lirismo. Hubo bises: el primer día la “Danza húngara nº 1” de Brahms, llevada de manera vertiginosa. El segundo, el Nocturno de la Suite Lírica de Grieg. Mucho éxito a sala casi llena. Arturo Reverter
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