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Por Publicado el: 17/03/2019Categorías: En vivo

Crítica: Flauta mágica. El mejor escribano echa un borrón

DIE ZAUBERFLÖTE (W. A. MOZART)

Staatsoper de Berlín. 12 Marzo 2019

Con esta representación de La Flauta Mágica termina mi viaje a Berlín. La terminación ha dejado mucho que desear y me ha traído a la mente aquel refrán español que dice “el mejor escribano echa un borrón”. No cabe duda de que la Staatsoper de Berlín es una compañía puntera en la ópera en le mundo, es decir lo que podríamos llamar un buen o muy buen escribano. Lamentablemente, esta Flauta ha sido un auténtico borrón, con una nueva producción aburrida, una dirección musical rutinaria y un reparto vocal en el que los borrones han sido varios y notables.

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Escena

Se trata de una nueva producción, que lleva la firma de Yuval Sharon y que se estrenó aquí el mes pasado, no habiendo sido bien recibida por la crítica especializada. La producción pretende presentar un gran teatro de marionetas, en el que los muñecos son precisamente los cantantes que interpretan los distintos personajes, de modo que aparecen en escena colgados del techo con unos cuantos cables para poder moverse por el aire. Nada aporta tan “brillante idea”. Salvo Sarastro y Monostatos, todos los demás andan por el espacio con sus cables. A ello hay que añadir que, salvo en el caso de Papageno, asistimos a diálogos grabados y amplificados, en los que se meten las correspondientes morcillas. No hay coralistas en escena, sino que cantan en el foso. Las pruebas finales del agua y del fuego no son tales, sino que Tamino y Pamina entran en la cocina de una casa.
En esta situación la escenografía de Mimi Lien no consiste sino en telones pintados y el vestuario de Walter Van Beirendonck resulta futurista, lo que significa que nada bueno nos espera en dicho futuro a juzgar por el vestuario de los intérpretes, especialmente Tamino y Pamina. Correcta la iluminación de Reinhard Traub. En resumen, es una producción decepcionante de principio a fin.
Tengo la impresión de que las deserciones en cadena que se han producido en director musical y reparto vocal han de estar relacionadas con la producción escénica, una vez se conoció la misma. Lo digo, porque los cambios han sido notables, por no decir que totales.
La dirección musical estuvo inicialmente encomendada a Franz Welser Möst, director de reconocido prestigio, pero cuyo nombre ha desaparecido del programa sin que yo haya sabido las razones. Su sustituta ha sido la desconocida mejicana Alondra de la Parra. Su dirección me ha parecido poco interesante, con una lectura bastante plana y ofreciendo una versión premiosa y en gran parte aburrida. Correcta la prestación de la Staatskapelle Berlin, así como la del Staatsopernchor.

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Escena

Del reparto vocal ofrecido no pueden salvarse sino a los intérpretes de Sarastro y la Reina de la Noche. Los demás resultaron no ya modestos, sino claramente insuficientes para este teatro y para cualquier otro de cierta importancia.
El bajo coreano Kwanchul Youn en Sarastro es el único de los intérpretes iniciales que ha cantado en esta representación. Su actuación fue correcta, con una voz adecuada, aunque no está sobrado de graves, pero aquí parecía venir de otro planeta, dada la modestia de sus compañeros de reparto.
La soprano finlandesa Tuuli Takala forma parte de la compañía de la Staatsoper y sustituyó a Kathryn Lewek como Reina de la Noche. Su actuación fue satisfactoria, cantando bien sus dos arias.
Como digo, el resto del reparto dejó mucho que desear, comenzando por el Tamino de Julian Prégardien, con serios problemas de afinación, especialmente en las notas altas.
La intérprete de Pamina era la desconocida Serena Sáenz Molinero que no pasa de ser una pura soubrette sin importancia. Lo más lamentable en términos vocales fue el Papageno de Florian Teichtmeister, que simplemente no es un cantante, sino en todo caso un actor que canta o lo que sea. Simplemente, lamentable en términos vocales.
Monostatos es aquí un autómata y fue interpretado por un modesto Florian Hoffmann. Sorprendente la prestación vocal de Lauri Vasar como Orador y doblando como Segundo Sacerdote. Su voz resultaba irreconocible. Sin interés vocal la Papagena de Sarah Aristidou.

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Tamino

Lo hicieron bien las Tres Damas, interpretadas por Adriane Queiroz, Cristina Damian y Anja Schlosser. Los 3 Genios fueron interpretados por solistas de Los Tolzer Knabechors, como tantas veces, pero aquí me resultaron bastante decepcionantes.
La Staatsoper estaba prácticamente llena, habiendo únicamente huecos en las localidades de escasa visibilidad. El público no se mostró entusiasmado con el espectáculo ni a escena abierta ni en los saludos finales, aunque no faltaron aplausos para todos los intérpretes.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 6 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 32 minutos. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 97 euros, habiendo butacas de platea desde 67 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 25 euros. José M. Irurzun
Fotos: M. Rittershaus

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