Crítica: Gala Lírica de la Asociación de Amigos de la Ópera de Vigo. Degustando el mejor canto
AMIGOS DE LA ÓPERA DE VIGO
Sabina Puértolas y Ismael Jordi
Degustando el mejor canto
Vigo, Teatro A Fundación, 17 de septiembre de 2021. Gala Lírica. Dúos y arias de ópera, zarzuela y canciones de Gounod, Massenet, Donizetti, Vives, Penella y Arrieta. Sabina Puértolas, soprano, Ismael Jordi, tenor, Rubén Fernández Aguirre, piano.
La Asociación de Amigos de la Ópera de Vigo ha cumplido ya 63 años desde que el recordado Camilo Veiga puso la primera piedra de la entidad. Mucho camino se ha recorrido desde aquel 1958; muchos éxitos, muchos reconocimientos y también algunos que otros sinsabores. Pero la Asociación ahí sigue, firme y decidida, voluntariosa y vocacional luchando siempre con las dificultades económicas, con los presupuestos, con las carencias y con las crisis, aunque en todo momento sabiendo guardar y proteger lo mejor del arte lírico, haciendo equilibrios y saliendo a flote merced a la voluntad, al buen criterio y a la capacidad de regateo de sus responsables a lo largo de todos estos años.
La pandemia ha sido la culpable de que en estos dos últimos años no se hayan podido realizar, como era costumbre, representaciones operísticas adecuadamente orientadas, inteligentemente planificadas, con resultados en muchos casos más que buenos, incluso excelentes. A base de saber invertir casi con lo puesto en aquellos valores escénicos, musicales y vocales más idóneos, tratando también de descubrir títulos de nuevo cuño y de abrir y potenciar aficiones. Ha habido que contentarse últimamente, por las circunstancias sanitarias y económicas, con recitales y galas líricas que han ido matando el gusanillo; aparte las habituales proyecciones operísticas y las conferencias sobre temas líricos impartidas por especialistas.
Esperamos que el futuro pueda abrir de nuevo la posibilidad de volver a las tradicionales funciones operísticas de las que hacen afición; y esperemos también que las administraciones correspondientes se puedan estirar y aumentar las aportaciones que permitan dotar de un más amplio presupuesto a las actividades de estos esforzados paladines. Aparte de la taquilla, las contribuciones de la Xunta, el Ayuntamiento de Vigo y la Diputación no suman más de 80.000 euros, cantidad casi simbólica para edificar con garantías una programación en condiciones. No se entiende muy bien que haya tal diferencia de trato económico entre esta iniciativa viguesa y otras más o menos aledañas y el que se tiene con la correspondiente Asociación coruñesa, que desde luego sabe emplear con conocimiento y altura la ayuda que recibe del gobierno gallego –según nuestras noticias 200.000 euros-, del Ayuntamiento, de la Diputación y en este caso también del INAEM –en total alrededor de 600.000-, edificando a partir de ellas una programación lustrosa, bien distribuida, con artistas de mucho relieve en el “cartellone”.
No tenemos ninguna duda de que, si en Vigo pudieran contar con unas ayudas similares, sus propuestas artísticas no andarían muy a la zaga. En todo caso, no cabe sino felicitar a los de Vigo por el éxito obtenido con la gala del día 17 de este mes, pues en ella se dieron cita varias circunstancias que hicieron de ella un verdadero acontecimiento lírico. Se reunían en el hemiciclo del histórico y antiguo García Barbón la soprano Sabina Puértolas, el tenor Ismael Jordi y el pianista Rubén Fernández Aguirre. Tres artistas con experiencia y muchas horas de vuelo que están en su mejor momento. La soprano mantiene en todo lo alto el lustre de una voz de no mucho caudal, pero que llega como un tiro desde cualquier distancia merced a un timbre purísimo de lírico-ligera, a una penetración singular, a una seguridad de ataque, a una entonación sin mácula y a un dominio de las dinámicas magistral. Pasa del pianísimo al “forte” con suma facilidad, con naturalidad pasmosa.
Cantó con gracia y brío, con ataques certeros, vocalizaciones exquisitas y fáciles notas agudas, el vals de Julieta de “Romeo y Julieta” de Gounod, ópera de la que escuchamos también el poético dúo con su enamorado. Puértolas expuso asimismo con espejeante donosura “Regnaba nel silenzio” y “Quando rapito in estasi” de “Lucia di Lammermoor” de Donizetti, que cerró con contundente Re bemol 5. Se lució en la “Canción del ruiseñor” de “Doña Francisquita” y en los dúos de “Romeo y Julieta”, “Lucia”, “Manon” y “El Gato Montés” de Penella, mantenidos con Jordi, quien nos puso de manifiesto en esta ocasión una emisión muy ajustada, por derecho, sin vacilaciones.
La voz del tenor jerezano no es especialmente rica, no nada en armónicos, pero posee un timbre claro bien esmaltado y está manejada con sapiencia técnica, con cuidada administración de reguladores, con direccionalidad bien estudiada, herencia que en buena medida recibió de Alfredo Kraus. En la noche viguesa lo encontramos singularmente inspirado, fraseando con finura y propiedad y proyectando “comme il faut” a la zona aguda con fácil colocación en los resonadores y brillo cierto sin alteraciones. Valiente en su “Ah leve toi, Soleil” de “Romeo y Julieta” y en la escena de San Sulpicio de “Manon” (“Ah, fuyez!”). Expresivo, con estudiados filados en “Por el humo se sabe donde está el fuego” de “Francisquita y cumplido”, apoyaturas incluidas, en “Tombe degli avi miei” y “Fra poco a me ricovero” de “Lucia”, donde nos recordó por momentos, en su clara pronunciación, en su delectación al frasear, al maestro canario.
Dos canciones desconocidas de Arrieta, el citado dúo de Penella y una de las más famosas piezas del llorado Anxo Dobarro pusieron fin a un concierto en el que el entregado público se lo pasó de lo lindo y que tuvo la imprescindible prestación desde el piano de Rubén Fernández Aguirre, un artista que se embebe en lo que toca, que se une a las voces solistas como una más, que no solo acompaña, sino que cointerpreta, que respira y se adhiere a la música con fantasía y calor. Variado, exhibiendo una mímica contagiosa, fue el sustento de una espléndida sesión lírica en la que pudimos degustar el mejor arte de canto, ligado, afinado, expresado y emotivo. Arturo Reverter
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