Crítica: Goerne y Kissin, dos genios en apuros
GOERNE Y KISSIN, DOS GENIOS EN APUROS
Lieder de Schumann y Brahms. Matthias Goerne, barítono y Evgeny Kissin, piano. Ciclo Ibermúsica. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de marzo de 2024
Se volvió a demostrar que la sala grande del Auditorio Nacional no reúne la calidez del Teatro de la Zarzuela para el lied, como tampoco para la música de cámara como la sala pequeña. Ibermúsica trajo a dos grandes artistas, cada uno en su terreno. Goerne es un extraordinario liederista, como lo ha venido demostrando durante años en el Ciclo de Lied del CNDM, y Kissin un extraordinario pianista que conocimos, casi de niño, precisamente de la mano de Ibermúsica. Que lo sean por separado no quiere decir que alcancen juntos la misma altura.
En el Auditorio Nacional tuvieron que luchar con su sonoridad y la falta de intimidad y recogimiento que demandan, por ejemplo, los Dichterliebe schumannianos. Eligieron abrir la tapa del piano y cuando Kissin exhibió la potencia de su sonido obligó a forzar a un Goerne por quien van pasando los años. Eso hizo que los defectos que tiene se vieran más al descubierto, así un cierto engolamiento y un timbre cada vez más claro.
El sonido poderoso de Kissin iluminó muchos momentos, como al inicio del “Es leuchtet meine Liebe” o durante “Ich grolle nicht, und wenn das Herz auch bricht” de los Dichterliebe. Sorprendió que se ayudase de partitura en un ciclo que el barítono ha cantado e interpretado muchas veces. Ciertamente hubo momentos preciosos, como “Am leuchtenden Sommermorgen”, “Ich hab’ im Traum geweinet” o “Der Tod, das ist die kühle Nacht”, unos por la delicadeza y otros por el profundo dramatismo con los que los expuso.
El programa resultó demasiado igual dadas las circunstancias de la sala y las dos propinas concedidas, desconocidas para la gran mayoría del público, no se salieron del tono previo. De ahí que, a partir de los Lieder und Gesänge, Op.32 y tras los lieder sobre poemas de Heine brahmsianos , alguna parte del público fue saliendo del auditorio.
Me pregunto que pensarían ambos artistas al ver que no se les reclamaban los bises de otras ocasiones, los de uno en solitario o los del otro con un pianista acompañante de menor fuste pero, a la larga, de similar resultado para la audiencia. Y uno también piensa en que Gerald Moore que acompañaba a Fischer-Dieskau o Schwarzkopf. No era un Kissin, pero la compenetración era perfecta.
Y uno, que quizá esté pensando demasiado, se alegra de que, al parecer, se haya cancelado el previsto recital de Jonas Kaufmann para 2025 en este mismo ciclo. Si el Auditorio no es lo más adecuado para Goerne, mucho menos para el tenor que, por cierto, seguro cobraría una fortuna. Lo dicho: el lied al Teatro de la Zarzuela.
Gonzalo, totalmente de acuerdo contigo