Crítica: ¡Chapó, Xavier Torres!, ¡chapó, Maestro! Xavier Torres, Paul McCreesh y la Orquestra de València
¡Chapó, Xavier Torres!, ¡chapó, Maestro!
TEMPORADA 2024-2025 del Palau de la Música. Programa: Obras de Haydn (Concierto para piano y orquesta en Re mayor) y Mozart (Sinfonías números 29 y 39). Orquesta de Valencia. Solista: Xavier Torres (piano). Director: Paul McCreesh. Lugar: Palau de la Música (Sala Rodrigo). Entrada: 420 espectadores (lleno). Fecha: viernes, 11 abril 2025.

Xavier Torres y la Orquestra de València
Gran concierto y gran éxito del pianista valenciano Xavier Torres (Alberic, 1982), quien una vez más ha dejado constancia de su alcurnia solista con una versión transparente, precisa e inspiradora del tan infrecuente como valioso Concierto para piano y orquesta en Re mayor de Haydn. Lo ha hecho junto con un selecto conjunto instrumental integrado por solistas de la Orquestra de València y la dirección de una figura tan reconocida universalmente como el maestro inglés Paul McCreesh.
Al mérito intrínseco de su interpretación se añade la hazaña de asumirla con apenas un par de semanas de antelación, y con un concierto inédito en su repertorio, que ha abordado para sustituir a otro grande del piano valenciano y español contemporáneo, Carlos Apellániz, cuyo codo izquierdo quedó partido por una maldita caída de bicicleta.
Torres, como Apellániz, Carles Marín, Ricardo Descalzo o Josu de Solaun, son exponentes de lo mejor del piano actual de una comunidad que históricamente ha aportado al universo del teclado nombres como Leopoldo Querol, José Iturbi, Gonzalo Soriano o Mario Monreal, por citar solo algunos. Su manera de tocar se distingue por el rigor artístico, el respeto supremo a la letra y el sentir de la partitura, y un mecanismo virtuoso fiel a la obra de arte, alejado de cualquier capricho o exhibición. En Torres, como ocurre con los verdaderos artistas, todo y lo único que importa es vivificar al mundo físico del concierto la obra del creador en su absoluta pureza y despojada de adornos y tontería.
Así ha sido y sentido su clásica y estilizada interpretación del Concierto de Haydn, con un movimiento central –“Un poco adagio”- dicho y cantado con emoción genuina. Mérito de la obra, desde luego, pero también de su intérprete, que ha sabido y querido instalarse en el meollo expresivo, tan sencillo y complejo -huevo de Colón-, de este lento movimiento que nada tiene que envidiar a los más sublimes episodios mozartianos.
Antes y después, en el “Vivace” inicial y el vitalísimo “Rondo all’Ungarese”, y particularmente en las cadencias -escritas por el propio Haydn-, Torres derrochó estilo, claridad, verdad y temperamento. Calibró con sensible inteligencia las gradaciones dinámicas, y envolvió la música con una sonoridad cristalina -magistral y escueto uso del pedal- plena de colores y registros. Todo lo certificó con encendidos aplausos y bravos el público que abarrotó la Sala Rodrigo. Entonces, el solista destapó el tarro de las más íntimas esencias con el regalo desnudo y quieto del aria de las Variaciones Goldberg. ¡Inolvidable!

El director Paul McCreesh
Contó con la complicidad -que no “acompañamiento”- de un Paul McCreesh (1960) al que se le veía encantado con el solista, al que arropó y con el que se implicó en este Haydn que marca referencia. El maestro inglés, fundador en 1982 del Gabrieli Consort & Players y reconocido como uno de los nombres señeros en la música del Renacimiento y el Barroco, y actual principal director invitado de la Orquestra de València, es más músico que director. Anima y estimula. Impone carácter, sabiduría, maneras, disciplina y tablas.
De ahí que los dos bombonazos mozartianos que dirigió -las Sinfonías 29 y 39- encontraran en él versiones de alta vitalidad y sabor. De tiempos siempre animados y fraseos concisos y claros. Sin hacer bandera de articulación ni ortodoxias, pero con criterio e ideas. Más feliz y radiante que metido en camisa de once varas. Más que perfecto, ha sido un Mozart gustoso y para disfrutar. ¡Chapó, maestro!
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