HONROSAS RECUPERACIONES EN LA OCNE

Obras de Bach, Haydn y Prokofiev. Orquesta Nacional. Director y solista: Leonidas Kavakos. Auditorio Nacional, 28 de abril de 2023.

Leonidas Kavakos

Ya habíamos tenido ocasión de ver a Kavakos, magnífico violinista, en su faceta de director, labor en la que viene, como tantos y tantos instrumentistas, desempeñándose desde hace algunos años. Por lo que hemos podido apreciar hoy su técnica y criterio han mejorado respecto a otras intervenciones en esa nueva dedicación: Actúa, y es lo más frecuente, sin batuta, administra un gesto claro, de compás muy abierto, resalta, insinúa y modela con criterio y parece comunicarse bien con los profesores, en este caso los de la Nacional.

Nos gustó especialmente su interpretación de la poco programada “Sinfonía nº 6” de Prokofiev, obra irregular, desigual, que combina el gran aparato con la frase más lírica, ligera y aun delicada en una marea sinfónica de alto voltaje que administra frases altisonantes, acordes imperfectos y variados pasajes disonantes y ligeramente bruitistas y trabaja sobre algunos temas fundamentales que van apareciendo acá y allá en medio del fragor. La evanescencia, vecina a la gozosa melodía de “Pedro y el lobo” del propio Prokofiev, con que se abre el tercer movimiento, Vivace, sugiere un recorrido que más tarde se desvía hacia el drama resonante y un tanto epidérmico.

La “Sinfonía”, estrenada en 1947 y poco más tarde denostada por el Régimen, es irregular pero revela el talento del compositor. Todos los accidentes, las idas y venidas, las exploraciones líricas del Largo y el cataclismo final fueron bien vistos y traducidos por el mando firme y claro de Kavakos, que solo al cierre no supo calibrar lo suficiente los distintos planos y las estentóreas voces. Antes, con una Nacional bien dispuesta y entonada, dibujó con acierto el discurrir de la música: conseguida aceleración en el comienzo del Allegro moderato, canto bien diseñado del tema caluroso del Largo, con detalles de calidad, así el relieve otorgado al dúo de arpa y celesta. Supo también acentuar los aires danzables y episódicos del último movimiento.

El acierto fue algo menor en la “Sinfonía nº 64. Hob 1/64”, “Tempora mutantur” de Haydn, a la que le faltó animación, total claridad y vigor. Fue tocada con un orgánico de casi 50 músicos, lo que le quitó transparencia. Aun así, nos gustó la mesura y la buena construcción. Excelente administración de los silencios en el Largo. Relativos contrastes dinámicos y escasa espirituosidad. Pero casi todo estuvo en su sitio. Menos convincente se nos antojó la interpretación del “Concierto para violín en Re menor BWV 1052R,” conocido asimismo en su versión con clave y que es posible que estuviera pensado para órgano, como apunta en sus excelentes notas al programa Rafael Fernández de Larrinoa. Todo sonó un tanto cansino y Kavakos, tocando su Stradivarius Willemotte de 1734, tocó como de corrido, con una acentuación mortecina y con una relativa calidad. Algo sorprendente. Una versión más bien desvaída. Arturo Reverter