Crítica: Idomeneo, primer y segundo reparto
Primer reparto:
Mozart se vuelve pacifista
“Idomeneo” de Mozart. Eric Cutler, David Portillo, Anett Fritsch, Eleonora Buratto, Benjamin Hulett, Oliver Johnston, Alexander Tsymbalyuk. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Robert Carsen, dirección escénica. Ivor Bolton, dirección musical. Teatro Real. Madrid, 19 de febrero de 2019.
El Teatro Real coproduce “Idomeneo” con los teatros de Toronto, Roma y Copenhague, siendo quien corre con el estreno de la producción firmada escénicamente por Robert Carsen. Musicalmente ha elegido fundamentalmente la revisión de 1786 para Viena, cinco años posterior a la de su estreno, cuando el compositor apenas había cumplido 25 años. Es patente la influencia de la música francesa, así como la de Gluck y, en particular, en la estructura de su “Ifigenia en Tauride”. Mozart, que la amaba, la trabajó durante tiempo, sin duda consciente de una complejidad causada por la mezcla de temas de amor, conflictos generacionales, venganzas, política, dioses, etc. en una sucesión casi interminable de arias, dúos, tríos, cuartetos y escenas corales y concertantes, próxima a las tres horas de duración. Se podría hacer larga, aunque es cierto que algunos personajes, tienen músicas propias como las violentas de Elettra, que se haya bien contrastada la relación entre Illia y ella y que supone un avance respecto a las previas “Lucio Sila” y “El rey pastor”, por sus recitativos acompañados y ya no secos o una cierta continuidad global a través de algunos temas presentes desde la obertura. El Real ha decidido acertadamente abreviar recitativos y prescindir de las dos largas arias de Arbace para aligerar su duración, tal y como realizase el propio Mozart en Viena, si bien se recuperarán para la grabación en dvd que el teatro efectuará a lo largo de las nueve funciones programadas.
La puesta en escena de Carsen actualiza la trama a los tiempos actuales, con militares y refugiados, con lo que realmente apenas hay decorados. Una playa y el mar son los protagonistas y el centro donde, excepto en las impactantes escenas finales, sucede todo. Es donde se encuentran vencedores y vencidos de la guerra de Troya, convertidos en soldados y refugiados, en escenas masivas o donde se encuentran padre e hijo en escenas íntimas. Gustará a unos y disgustará a otros, de ahí la combinación de ovaciones y abucheos al final. Al menos es una opción con menos controversia que la de Hans Neuenfels en Berlin en 2006, en la que aparecía Mahoma y hubo de cancelarse. Ya sabemos que hoy se trata de reinventar, porque reflejar el espíritu inicial con originalidad resulta mucho más complicado. Lo logró Jean-Pierre Ponelle en Salzburgo en 1983, con James Levine y un gran reparto encabezado por Luciano Pavarotti. Carsen es hombre de teatro que cuenta con grandes aciertos, como los “Dialogos de carmelitas” de 2006 en el propio Teatro Real y grandes desastres, como su “Tosca” vista en el Liceo en 2004. Reciente se halla aún el discutible “Rheingold”. En esta ocasión acierta. Los elementos mozartianos y otros añadidos quedan reflejados con pocos decorados, una excelente iluminación y muchos extras. Más de 100 figurantes se añaden a los 62 coristas del teatro, en una propuesta pacifista en la que acaban por hermanarse soldados y refugiados y que alcanza un buen momento psicológico al sugerir veladamente que el monstruo que exige el sacrificio de Idamante es su propio padre Idomeneo, en su deseo de perpetuarse en el trono. Estos pequeños detalles, así como tanta gente en escena sugiere cómo las decisiones de unos pocos afectan a muchos y nos obliga a pensar en nuestra realidad actual. Este “Idomeneo” alcanza un primerísimo nivel. En 2008 vimos la obra en el Real con López Cobos, DiDonato y Bayo, pero Luc Bondy no acertó en la escena.
El tenor americano Eric Cutler, que no acabó de convencer en el Real ni en “Cuentos de Hoffman” ni en “Hugonotes”, se mueve mejor como Idomeneo, aunque no acabe de conjugar el canto mozartiano con cierta tendencia al verismo. La voz de Eleonora Buratto ha ganado potencia y centro desde sus eternas Micaelas. Arrasa en su tercer aria, cantada con intensidad vocal y no tanta escénica. Inolvidable la Connell salzburguesa. Anett Fritsch convence como Illia porque comunica. Baja el nivel con el Idamante de David Portillo, demasiado ligero y falto de contrastes. Un lujo contar con las voces de Benjamin Hulett, Oliver Johnston, Alexander Tsymbalyuk.
Ivor Bolton realiza una lectura auténticamente mozartiana y logra una gran prestación de la orquesta. Hay muchos detalles imposibles de reflejar en este comentario. Sus gestos en el podio serían dignos de un video. Mención muy especial merece en esta ocasión el coro del teatro. Absolutamente magnífico en todas sus intervenciones.
Hay sin duda aspectos en los que podría profundizarse y Carsen posiblemente lo haga en Toronto, Roma o Copenhague. “Idomeneo” no es ópera fácil pero el real ha acertado musical y escénicamente, evitando que en algún momento surja el tedio y obligándonos a pensar que la guerra de Troya, los Príamos y Agamenones no nos quedan tan lejos. ¡Bravo! Gonzalo Alonso
Fotos: Javier del Real
Segundo reparto:
“Idomeneo” de Mozart. Jeremy Ovenden, Anicio Zorzi, Sabina Puértolas, Hulkar Sabirova, Krystian Adam. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Robert Carsen, dirección escénica. Ivor Bolton, dirección musical. Teatro Real. Madrid, 20 de febrero de 2019.
Vuelve Idomeneo al Teatro Real, donde se pudo ver por última vez en Julio de 2008, siendo aquélla la primera vez que se representaba en dicho teatro, aunque no en Madrid, donde se había visto anteriormente en el ya desaparecido Festival Mozart y en una producción de Emilio Sagi, que pudo verse posteriormente también en Bilbao. Ahora como entonces se han programado dos repartos vocales, siendo el que ahora nos ocupa el segundo de ellos, que ha resultado más modesto de lo que cabe esperar en este teatro, especialmente en lo que se refiere a las voces masculinas. En cambio, los aspectos musicales y escénicos han funcionado adecuada y hasta brillantemente.
Para la ocasión el Teatro Real nos ha ofrecido una nueva producción del canadiense Robert Carsen, que es una coproducción con la Canadian Opera Company de Toronto, el Teatro dell’Opera de Roma y la Ópera Real Danesa de Copenhague. Confieso que considero a Robert Carsen como uno de los mejores directores de escena de la actualidad y no me ha defraudado tampoco su trabajo en esta ocasión. Se trae la acción a tiempos actuales, con una escenografía simple y atractiva del propio Robert Carsen y Luis F. Carvalho, que se centra en una playa, que sirve en la escena inicial de centro de refugiados troyanos, retirándose las barreras metálicas a continuación. Al fondo hay un paisaje marítimo del que se saca un gran partido con proyecciones, convirtiendo con rapidez la citada playa en una ciudad en ruinas por las guerras. Quizá la parte menos conseguida de la producción es la aparición del monstruo, aunque hay que reconocer que en una actualización de la trama, como la que ocurre aquí, el mencionado monstruo poco tiene que aportar. El vestuario es adecuado, con muchos tintes bélicos, y es obra de Luis F. Carvalho, mientras que la iluminación juega un papel importante, siendo sus responsables el propio Robert Carsen y Peter van Praet, lo que suele ser muy habitual en las producciones del canadiense.
La dirección escénica es francamente buena, sacando Robert Carsen un gran partido del movimiento de figurantes y del coro. Resulta muy adecuada la dirección de escena en lo que se refiere a los solistas, convirtiendo al Sacerdote de Neptuno en un miembro más del ejército de Idomeneo. Es una producción interesante, muy bien llevada a lo largo de toda la representación.
La dirección musical ha estado encomendada al titular del Teatro Real, es decir el británico Ivor Bolton, quien es siempre una garantía, especialmente cuando se trata de música de Mozart. Y así ha vuelto a demostrarlo una vez más, con una dirección enérgica y cuidada, en la que ha sacado un excelente juego a la siempre destacable Orquesta del Teatro Real, brillando también el Coro del Teatro Real, como ambas formaciones nos tiene acostumbrados en los últimos tiempos. Lo más discutible del aspecto musical es la versión ofrecida, que no ha sido la original que se estrenara en Munich en 1781, sino la revisión de Viena de 1786. Si en el primer caso la parte de Idamante corre a cargo de un contratenor, en el segundo pasa a ser un tenor. Hay que decir que lo más frecuente suele ser que el personaje lo cante una mezzo soprano. La versión ofrecida ha sido bastante completa, con el añadido del dúo de Idamante e Ilia en el segundo acto, aunque se corta casi en su totalidad la música de ballet que cierra la ópera. El mayor problema – claramente criticable – ha sido la supresión de las dos arias de Arbace, lo que convierte en este personaje en un puro comprimario. He visto muchas veces cortar la segunda de sus arias, pero es la primera vez que asisto a una representación de Idomeneo en la que se le cortan las dos. Me resulta muy difícil de entender y mucho menos de aceptar.
Como digo más arriba, han sido dos los repartos programados por el Teatro Real, siendo ésta la primera representación del segundo reparto, que ha dejado un tanto que desear, aparte de lo expuesto más arriba sobre la práctica desaparición de Arbace.
Idomeneo, el rey de Creta, fue interpretado por el tenor británico Jeremy Ovenden, cuya prestación vocal resulta insuficiente para el personaje. Independientemente de que su voz sea atractiva y su musicalidad sea incuestionable, resulta una voz demasiado ligera para el personaje, con el inconveniente añadido de que su volumen vocal es muy exiguo, resultado inaudible en los conjuntos. Cuando tenores como Jonas Kaufmann y Gregory Kunde han cantado este personaje, está claro que las características vocales de Jeremy Ovenden palidecen aún más en la comparación. Para mi gusto es un error de reparto.
Algo parecido puedo decir del tenor italiano Anicio Zorzi Giustiniani en la parte de Idamante. La voz de este cantante es poco atractiva, con sonidos un tanto guturales, y de volumen también bastante reducido, a lo que hay que añadir que sus graves son inexistentes. Canta con gusto, pero no es suficiente para hacer justicia a un personaje tan importante como el del hijo de Idomeneo.
La soprano navarra Sabina Puértolas fue una Ilia adecuada, que cantó con corrección, expresando bien sus sentimientos. La he encontrado con el centro algo más ancho que las últimas veces, mientras que su registro alto no ha variado, lo que incide en la sensación de tener dos voces bastante diferenciadas. En conjunto, fue una buena prestación por su parte.
La soprano uzbeka Hulka Sabirova ofreció en la parte de Elettra la voz más importante de todo el reparto, aparte de tener un timbre de cierta calidad. Para mi gusto se queda corta de expresividad, resultando su canto un tanto monótono. Su mejor momento fue el aria D’Oreste, d’Ajace.
Sorprendente la presencia del tenor Krystian Adam en el personaje de Arbace. Digo sorprendente, ya que, como escribo más arriba, no canta ninguna de las dos arias que Mozart escribió para el personaje. No es que sea un tenor excepcional, pero tampoco es un comprimario ni mucho menos Es un tenor reconocido en el repertorio barroco y clasicista y no se entiende que no le hayan dejado cantar ninguna de las arias del personaje. Terminaré diciendo que su voz era claramente más importante que las de los intérpretes de Idomeneo e Idamante.
El tenor británico Oliver Johnston lo hizo bien en la parte del Sacerdote de Neptuno.
Sonoro y muy adecuado el bajo ruso Alexander Tsymbalyuk en La Voz de Neptuno. Casi podría decir que un lujo.
El Teatro Real ofrecía una ocupación algo superior al 90 % de su aforo. El público se mostró frío a escena abierta, mostrándose cálido con los artistas en los saludos finales, siendo los mayores aplausos para Hulkar Sabirova e Ivor Bolton y las fuerzas musicales de la casa.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 13 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 46 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 219 euros, costando la más barata con visibilidad plena 41 euros. José M. Irurzun
Fotos: J. del Real
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