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Por Publicado el: 16/09/2022Categorías: En vivo

Crítica: Inauguración de temporada 22/23 de la ORCAM

Bajo el signo de la danza

Obras de Rachmaninov, Brahms, Clyne y Ravel. Inbal Segev, violonchelo. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), Joven Orquesta de la Comunidad (JORCAM). Directora: Marzena Diakun. Auditorio Nacional, 14 de septiembre de 2022.

Inbal-Segev-y-Marzena-Diakun.-Sinfonico-I-©-Inigo-de-Amescua-Fundacion-ORCAM

Inbal Segev y Marzena Diakun. Sinfónico I © Íñigo de Amescua – Fundación ORCAM.jpg185

Las cuatro obras programadas (tres de ellas tocadas por vez primera por la ORCAM) giraban, por sus planteamientos, en torno a valores rítmicos y cadenciales, aires y giros bailables. Abundaba el compás de 3/4, pero no era el único, de tal forma que en el curso de la sesión pudimos saltar de una forma a la otra, de un aire más vivo a otro más lento. Buena muestra de la fantasía e imaginación programadora de la titular de los conjuntos comunitarios, Marzena Diakun.

La directora polaca, siempre resuelta, de gesto firme y autoritario, no exento de elegancia, expuso con seguridad, buen criterio y riendas bien atadas las “Danzas sinfónicas” de Rachmaninov. Impuso desde el arranque un ritmo terminante en los secos acordes iniciales, pero hizo cantar con expresión al saxo en su contrastante llamada nostálgica y controló con habilidad las dinámicas. Se lucieron las solistas –concertino, corno inglés, oboe- en el discurrir del “Andante”, en el que la móvil batuta supo encontrar el encanto un tanto tenebroso del fragmento, al tiempo que la cuerda dejaba su bien medida impronta lírica y fraseaba con gusto y aire el ritmo de vals. Texturas bien trabajadas y brillos tímbricos.

El complejo entramado del “Lento assai” y su resolución postrera en el afirmativo “Allegro vivace” fueron bien expuestos, con la suficiente claridad y la ampulosidad requerida en la cita del “Dies irae” y del motivo extraído de la liturgia ortodoxa. La perorata postrera, con los temas en conflicto, se desarrolló sin problemas y la abundante percusión echó su cuarto a espadas. En suma, una versión bien planificada, con dinámicas bien estudiadas y claras progresiones.

No fue tan afortunada la interpretación de los siete lieder –extraídos de las colecciones de la “op. 52” y “op. 65”-, escuchados aquí en su versión para coro y orquesta y no en la original para cuarteto vocal y piano a cuatro manos. Se nos ofrecieron siete obras, algunas especialmente breves y todas tocadas de esa singular gracia popular, que combina lo serio con lo humorístico y que da lugar a curiosos giros expresivos. La interpretación con orquesta, aunque algo reducida, y un coro de casi 40 voces hace perder interés a las canciones que en este caso no alcanzaron una recreación ideal: el Coro no sonó siempre empastado y la afinación fue un tanto oscilante. Se alcanzó buen nivel en “Ein kleiner, hübscher Vogel” (Un pequeño y hermoso pájaro) y “Am Donaustrande” (En las orillas del Danubio), ambas de la “op. 52”, que tuvieron bastante del exigido aire humorístico.

Se lució, con buen y lustroso sonido, la violonchelista judío-norteamericana Inbal Segev, encuadrada por estudios en la escuela de Casals y que toca un Rugeri de 1673, en una obra escrita para ella por la compositora Anna Clyne: una suerte de concierto en cinco movimientos más o menos danzables: “Cuando estás roto” (notas largas, aire lamentoso), “Si has arrancado el vendaje” (danza rápida y agitada), “En medio de la lucha” (especie de cantilena), “En tu sangre” (la melodía del solista se repite en cascada por el “tutti”) y “Cuando eres perfectamente libre” (cadencia rítmica y agitada del chelo a modo de coral, tema de rasgos heroicos). Música bien labrada, de rango tonal, efectiva y algo efectista. Segev regaló una “Zarabanda” bachiana bien tocada.

El concierto se cerraba con la impresionante “La valse” de Ravel, esa especie de descomposición del 3/4 envuelta en extraños fogonazos que le otorgan el aspecto de un baile macabro. La Orquesta, en donde los jóvenes se aplicaron, bien gobernada por la conminativa batuta, sonó compacta. A la versión, fulgurante por momentos, le falto algo de elasticidad, de aplicación de un “rubato” más ostensible y balanceante, un sello más orgiástico y una mayor clarificación de planos. Coda muy espesa. Arturo Reverter

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