Crítica: “Ariadne auf Naxos” inicia el curso del 175º aniversario del Liceo
ARIADNE AUF NAXOS (R. STRAUSS)
Inicia el curso del 175º aniversario del Liceo
Maik Solbach, José Antonio López, Samantha Hankey, Nikolai Schukoff, Josep Fadó, Roger Padullés, Jorge Rodríguez Norton, David Lagares, Elena Sancho Pereg, Miina-Liisa Värelä, Benjamin Appl, Sonia de Munck, Anaïs Masllorens, Núria Vilà, Vicenç Esteve, Alex Rosen, Juan Noval-Moro. Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatre del Liceu. Dirección musical: Josep Pons. Dirección de escena: Katie Mitchell. 22-IX-2021.
El director artístico del Gran Teatro del Liceo, Víctor García de Gomar, ha apostado por una ópera como Ariadna en Naxos, de Richard Straus para la inauguración de la temporada del coliseo barcelonés que celebra el 175º aniversario de su inauguración. Una ópera ofrecida con una propuesta escénica a priori de gran interés proveniente del Festival de Aix-en-Provence a cargo de la prestigiosa directora inglesa Katie Mitchell. Excelente la idea de subir el foso a media altura para que la recortada formación orquestal indicada por Strauss llenase de música la gran sala del Liceu. Josep Pons presentó una labor encomiable y estuvo muy atento para concertar esta excelente música en una obra muy teatral y con multitud de personajes secundarios.
La propuesta escénica resultó eficaz y vistosa en el prólogo, con la llegada de los artistas y la preparación del espacio para la ópera por parte del mayordomo, los sirvientes y los artistas, todos vestidos de época actual. Hay que reconocer que la música de Strauss y el libreto de Hofmannsthal son magníficos para esta parte en la que sobresalieron algunos de los intérpretes principales, como el excelente Compositor (en esta producción, como una compositora al no aparecer travestida) a cargo de la joven mezzosoprano estadounidense Samantha Hankey, de un timbre amplio, color aterciopelado y excelente emisión, así como las dos protagonistas de la ópera de la segunda parte. De entre el amplio elenco, mostraron un gran nivel los maestros de Música y de Danza interpretados por el barítono Antonio López y el tenor Roger Padullés respectivamente.
Tras el descanso, la representación de la ópera mostró un juego de teatro dentro del teatro, con la ópera seria y el intermedio cómico mezclados a petición del rico noble vienés que ha encargado la velada musical. La dirección de actores está muy trabajada pero se intentan explicar y cambiar demasiadas cosas produciéndose una cierta confusión en el espectador y perdiendo la gracia de la trama, sin que contar tampoco con el vestuario adecuado por parte de los cómicos. Si los autores pensaron en unos personajes de la comedia del arte italiana entrometidos en la dramática historia de la ópera de Ariadna abandonada en Naxos, en esta propuesta reducida a un rectángulo de arena iluminado y una mesa, donde comen, dan vueltas o suben y bajan de la mesa, con un vestuario insulso a excepción del de Zerbinetta lleno de luces y de vida, todo acaba siendo confuso. La en principio interesante apuesta acabó aburriendo. Mitchell hizo alguna aportación interesante, como el embarazo y parto de Ariadne o el travestismo del matrimonio anfitrión.
A nivel vocal sorprendió la calidad del amplio reparto, algunos poco conocidos, como la espectacular Ariadne de la soprano finlandesa Miina-Liisa Värelä, de enorme caudal y homogénea emisión, impresionante línea de canto y agudos de gran amplitud y proyección. La Zarbinetta de la soprano Elena Sancho Pereg fue también muy aplaudida en uno de los roles más difíciles del repertorio, mostrándose siempre segura y ofreciendo todas las endiabladas agilidades de la siempre espectacular aria «Großmächtige prinzessin», a la que quizás le falto un punto de proyección y de seducción en su interpretación. Muy interesante la aportación de Sonia de Munck, Núria Vilà y Anaïs Masllorens como Echo y las dos ninfas, y más que correctos los miembros masculinos de la comedia del arte. Nikolai Schukoff acometió el difícil rol del Tenor y Baco con autoridad pero con un timbre algo metálico y engolado que no acabó de entusiasmar. Fernando Sans Rivière
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