Crítica: Iris Azquinezer y el Cuarteto Cosmos en el Festival Atrium Musicae
Cáceres y la música de cámara
Obras de Bach y de Azquinezer. Iris Azquinezer, chelo. Museo Vostell Malpartida. Obras de Haydn, Mozart y Schubert. Cuarteto Cosmos. Iglesia de San Juan Bautista. Cáceres. Día 29 de enero de 2023. Festival Atrium Musicae.
Bajo los auspicios de la Fundación Atrio Cáceres (creada por los propietarios del famoso restaurante Atrio, Tres Estrellas de la Guía Michelin) ha nacido un nuevo festival de música. Los beneméritos objetivos son el fomento, investigación, formación, promoción, organización, apoyo y colaboración en el ámbito de la cultura en cualesquiera de sus manifestaciones, ya sean de carácter científico, histórico, filosófico, literario, jurídico, artístico o musical. El artífice de la programación es el conocido gestor, actual responsable artístico del Festival de Granada, Antonio Moral.
Comentaremos los dos conciertos finales. El primero estuvo a cargo de la violonchelista Iris Azquinezer y se desarrolló en el ámbito del original y prácticamente único museo Vostell Malpartida, que recoge una excepcional y variadísima muestra de arte conceptual y es uno de los templos del llamado movimiento Fluxus. Se sitúa en el incomparable marco natural de la zona de Los Barruecos. Lo primero que capta de la instrumentista es su sonido: pleno, penumbroso, denso, plagado de los mejores armónicos, homogéneo. Posee una técnica muy segura de ataque y de presión del arco. Dobles cuerdas muy pulcras y armónicos sonoros y firmes.
Muy pocos sonidos espurios, lo que le proporciona una notable seguridad en la reproducción de agilidades y pasajes espinosos. Desde estas premisas nos ofreció dos excelente interpretaciones de las “Suites” “3” y “4” de Bach. En la primera destacó el garbo y elegancia en la reproducción de la “Allemande”, la precisión de la “Courante”, la manera de adelgazar el sonido en la “Sarabande”, la gracia en la acentuación de las dos “Bourrée”, y la rapidez en marcar, de forma impetuosa, la “Gigue”.
En la “nº 4” balanceó y explicó el “Preludio” a lo largo de sus variaciones, dotó de agilidad ca la “Courante” y cantó nítidamente la “Bourrée”, en la que se produjo la única vacilación. La dificilísima “Gigue”, en 12/8, tuvo la adecuada respuesta de la instrumentista, que entre las obras del Cantor nos brindó tres de su cosecha. En “Bereshit”, con pasajes “sul ponticello”, destiló un profundo lamento. Las “Tres danzas a la luna” mostraron agudas irisaciones, nostálgicas dobles cuerdas, glisandi y sigilososos golpecitos sobre la madera. “Nada te turbe”, envuelta en iridiscentes armónicos, es un espirituoso lamento. Al el regalo de una excelente reproducción del “Preludio” de la “Suite nº 1” de Bach.
La muestra se cerraba en la Iglesia de San Juan Bautista con una actuación del joven y sólido Cuarteto Cosmos, que ofrecía un programa vienés, ideal para comprobar el nivel de la agrupación, que en pocos años ha alcanzado una envidiable madurez: sonido pleno y equilibrad, afinación, sentido de las proporciones, gradación exquisita de las dinámicas. El “Cuarteto op. 76 nº 1” de Haydn se tocó de manera electrizante, con un “Finale” ágil y movedizo, fuertemente acentuado.
El original comienzo “Adagio” del “Cuarteto nº 19” de Mozart, el célebre “de las Disonancias”, fue fielmente reproducido en su singular apariencia, enseguida envuelto, comenzado ya el “Allegro”, en unos formidables contrastes dinámicos. Nos sorprendió gratamente la apariencia desusadamente dramática dada al trío de “Menuetto”. Un buen pie para acometer en la segunda parte el magistral “Cuarteto nº 13 D 804”, “Rosamunda”, de Schubert, que nació de forma sinuosa y delicada para crecer hacia los abismos que el compositor va planteando sobre un sorprendente juego modulatorio. Hubo aplausos al cierre, pero ningún bis. Arturo Reverter
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