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Por Publicado el: 15/02/2024Categorías: En vivo

Crítica: Paisaje vocal envolvente, José Antonio López en el Teatro de la Zarzuela

PAISAJE VOCAL ENVOLVENTE

Canciones de Ravel, Finzi, García Abril, Parera Fons. José Antonio López, barítono. Daniel Heide, piano. XXX Ciclo de Lied. Madrid, Teatro de la Zarzuela, 12 de febrero de 2024

Crítica: Paisaje vocal envolvente, José Antonio López en el Teatro de la Zarzuela

José Antonio López y Daniel Heide en el Teatro de la Zarzuela

Accedía por primera vez a este ciclo liederístico el barítono murciano José Antonio López (1973), cantante versátil e inteligente que se encuentra ahora mismo en el momento en el que va a cumplir los 50 en un magnífico estado de forma. La voz, bien emitida, por derecho, robusta, pastosa, redonda, puede alcanzar por momentos espléndidos estados de plenitud. La emisión, bien asentada, tiene siempre el apoyo necesario para elevarse sin problemas.

Lo caracteriza un vibrato ostensible pero justo, que él controla. El grave es sonoro y firme y el agudo, no especialmente brillante y sin una ideal penetración, mantiene la homogeneidad del espectro. López maneja bien sus recursos y ofrece un canto sólido y seguro, puede que no especialmente refinado o variado. Es amigo de abordar el estudio de obras contemporáneas -de hecho ha estrenado más de una ópera-, pero también de sumergirse en partituras antiguas, Bach y Mozart incluidos. En unas semanas abordará en el Real el papel de Fritz Kohtner en Los maestros cantores de Wagner.

En este recital, apartado en buena parte de lo habitual y con un ciclo que veía la luz por primera vez, escrito por el siempre inspirado Antoni Parera Fons sobre versos del poemario de Pedro Salinas La voz a ti debida, López nos ha brindado sus mejores armas y ha sabido recrear las inspiradas estrofas envueltas en ese lirismo al que accede tan fácilmente el compositor, capaz de otorgar variedad, melodismo del mejor cuño, conciso dramatismo e intimidad muy propia del espíritu del poeta. Especialmente inspirada y de escritura estilizada y cálida la última y extensa canción, “¡Qué gran víspera el mundo!”. Nos gustaron singularmente los últimos versos, acertadamente musitados por el barítono: “… Yo, esperando (exclamación) -ay, si no me mirabas- a que tú me quisieras y me dijeras ‘Ya’”.

Previamente López nos había ofrecido tres canciones del nostálgico ciclo de Valldemosa sobre poemas de Rosales, Hierro y De Diego, de García Abril, de estructura asimismo muy libre, en el que todo estuvo cuidadosamente expuesto, con la voz deslizándose suavemente de estrofa en estrofa, del grave más recogido a la explosión más sincera. En los versos de la nº 7, Intermezzo IV de “Preludios de Mallorca”, el barítono mostró su lado más delicado (“Soñar, callar, soñar, tal el destino…”). El compositor, uno de sus muchos aciertos en estas líricas piezas, remató esta canción con un estentóreo cierre disonante (“Quemándose”).

José Antonio López y Daniel Heide en el Teatro de la Zarzuela

El cantante desplegó con cuidado y abundantes contrastes las tres piezas del ciclo Traigamos guirnaldas de Gerald Finzi sobre poemas de Shakespeare. Sonó bien redonda y rotunda en su voz la segunda de ellas, “¿Quién es Silvia?”, de tan acusado aire popular. Y aplaudimos sus hábiles reguladores en la variada y colorista “No temáis más el calor del sol”. Un empleo más ostensible de la media voz, del toque imitativo habríamos querido en las Historias naturales de Ravel, en donde el lirismo y la flexibilidad deben primar. Y la voz de López es en exceso robusta, poco espirituosa para alcanzar los matices de un Bernac o un Bacquier.

Con todo hay que aplaudir el esfuerzo y la aplicación; incluso algunos momentos brillantes y bien acentuados, con delicadezas inesperadas. Ahí están esos pianísimos en la segunda parte de “La pintada” o la manera de musitar en “El martín pescador”. Convincente en las tres piezas de Don Quijote a Dulcinea del mismo Ravel, donde pianista y barítono desplegaron un excelente juego de intensidades. La “Canción báquica” especialmente fue delineada con entusiasmo y hábiles contrastes dinámicos. Sin dejar de aplicar ciertos acentos cercanos a lo sensual. No olvidemos que estas canciones fueron pensadas para el gran bajo Fiodor Chaliapin; aunque luego las estrenara el barítono Marthial Singer.

Estupenda la labor desde el teclado de Daniel Heide, atento, variado, contrastado, pegado a la voz como un guante. Gran labor. Como la de la musicóloga Nerea Noheda en sus estupendas y analíticas notas al programa. López se despidió con un regalo: una sutil interpretación de la “Nana” de Falla.

Arturo Reverter

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