Crítica: Joven orquesta y coro de Euskal Herria en el Teatro Victoria Eugenia
Demasiado rigorismo en el podio
Fecha: 2.I.2023. Lugar: Teatro Victoria Eugenia, de San Sebastián. Programa: Edward Grieg, con ‘Peer Gynt’ (Suite 1, Op.45 & 2 Op. 55); Richard Vaughab Williams, con “Toward the unknown región”, Jaen Sibelius, con “Finlandia OP. 26; y Pablo Sorozábal, con “Gernica”. Propinas: “Ator, ator” de Jesús Guridi (con arreglos de Josu Elberdin), “El burrito sabareno” de Marco Pastor (con arreglos de Josu Elberdin) y “Adeste fideles” de letra de Andrea Bocelli (con arreglos de Fernando Velázquez). Coro: EHGA (Euskal Herriko Gaste Abesbatza – Joven Coro del País Vasco). Orquesta: EGO (Euskal Herriko Gazte Orkestra – Joven Orquesta del País Vasco). Director musical: Rubén Gimeno.
En el presente caso es oportuno tener en cuenta que en este concierto intervino una ilusionada juventud de músicos y de cantores que están en plena etapa de formación conscientes del trabajo complejo y difícil que les espera, sabiendo de antemano que alguno tirará la toalla antes de finalizar un combate que no se acaba nunca, como dicen los consagrados. Por esa razón este material humano al que hay que embridar tiene, por edad, las hormonas de la fogosidad en pleno apogeo, y, además, han de acomodarse a las bridas necesarias para que no exista el desemboque tan natural en el ímpetu de su aún poca experiencia vital. Esa es la tarea fundamental de la maestría del educador. A ese potencial humano no se le puede conducir con el rigorismo y rigidez que movió la casi autómata batuta del maestro Gimeno, sin atisbos de sutilezas con la mano izquierda, marcando tiempos cual a alumnos de cuarto de solfeo, olvidando la gesticulación para los diminuendo o para los crescendo. Había instrumentistas que más miraban a la batuta que al papel pautado que obraba enfrente sobre los respectivos atriles. La pedagogía es otra cosa.
Como quiera que ambas agrupaciones están encuadradas en la institucionalidad del Gobierno Vasco, a través de una Fundación, con el apoyo económico de las tres principales Cajas de Ahorros que se aposentan en Euskadi (Vital, BBK y Kutxa), con importante presencia en su accionariado del propio Gobierno Vasco, hizo que hace nos tres años, por causas que son ajenas a esta crítica y pertenecen a otros ámbitos, se conformase una nueva reestructuración que costará elevarla a cotas de calidad anteriores y eso sí influye en la música, sobre todo en la complicidad de los jóvenes a quienes se les concierta desde el podio. En valenciano Rubén Gimeno que es un acreditado músico (experto en violín y clarinete) con experiencia más que consolidada en dirigir orquestas de mayores, aunque ha rectorado a las jóvenes de Galicia y de Madrid, pero ha de comprender el carácter de esta tierra, ya que cuando no entregas con dulzura recibes, por lo general, seriedad y escepticismos, y ello con esta juventud es harto complejo. Por otro lado el programa ofrecido bien podría haber tenido un orgánico orquestal un poco más reducido, con violines primeros a 4 y no a 5, como se pudo, al menos apreciar, conformando una generosa sección de cuerda, en detrimento para la de viento (tanto metal como madera), sin contar los apretones para ubicar la percusión y con un arpa casi desterrada allá en el hombro izquierdo/espectador del escenario. Un tribulete de la ciudad llegó a decir, en el descanso, que “al coro habrá que meterlo con calzador”, equivocándose de medio a medio, pues hubo espacio hasta para sus movimientos en las inadecuadas propinas.
Pasada ya la época añorante de la rectoría de Juan José Ocón, quien renunció a continuar ante el planteamiento de la reforma institucional, bueno sería que al capital humano que Gimeno tiene entre manos con entusiastas instrumentistas, y Elisenda Carrasco con sus voces corales, se hiciese una profunda metodología de equilibrio entre las cuerdas canoras, ya que la grave del Fa masculino, por edad resulta imposible darle consistencia. Es cuestión de acertar con el método pedagógico. Hay que presentar ante y por ellos, en los conciertos, mayor viveza, un más intenso expresionismo con la mano izquierda y abandonar el metrónomo rigorista de compases desde la batuta. Son alumnos aventajados, pletóricos de ilusión, que en esta ocasión no se apreciaron en sus rostros la satisfacción del deber cumplido.
¿Tocaron mal? ¡no! Hubo imperceptibles desajustes. ¿Cantaron mal?, ¡tampoco! Aunque en la cuerda de sopranos hubo alguna entrada a destiempo. Pero, ¡caray! “eso se aprende con atención, voluntad y estudio”, como decía Leonard Bernstein a sus alumnos. Nota de calificación: un consistente notable. Nueva etapa, nuevos tiempos, nuevas rectorías. pero ni un paso atrás aunque fuere para tomar impulso. Son veinticinco años de vida musical para la orquesta y ya siete para el coro, que bajo ningún concepto ha de olvidarse. Siempre se puede mejorar y es obligación hacerlo así.
Notara el amable lector y la gentil lectora que no se ha realizado valoración sobre el resultado del programa musical interpretado, pero no ha de hacerse por su propia exigencia de las obras escritas, a la luz de lo ya escrito, y por lo inapropiado de los temas de que configuraron las propinas. En esta Pascua de la Natividad se han escuchado por doquier los bellísimos villancicos de “Ator, ator” y “Adeste fideles”, amén el del “Burrito sabanero” de allende los mares. ¿A que venían los gorros de cotillón de fin de año del gordinflón rojo, las orejitas de reno sobre las cabezas y los espumillones de colorines?, pues a nada, a veces a molestar al músico de al lado. ¡Qué bien hubiesen estado y mejor sonado las preciosidades de “Cantique de Nöel – Minuit chretiens”, o “Tu scendi dalle Stelle” o la preciosidad del villancico mariano “Birgiña, maite”! Adelante mozos y zagalas de la EGO y de la EHGEA, el futuro es vuestro si así lo queréis, a base de trabajo, ¿qué digo?, a base de mucho trabajo. Manuel Cabrera
Interesante crítica Manuel. Me gustaría invitarte a los próximos conciertos de Camerata OJEM y de la Orquesta Juvenil Europea de Madrid. Quedo a la espera de que nos contactéis.