Crítica: Juan Jesús Rodríguez y Graciela Moncloa, dos voces con poderío
JUAN JESÚS RODRÍGUEZ, GRACIELA MONCLOA
Dos voces con poderío
Badajoz. Salón Noble de la Diputación, 16 de marzo de 2022. Ciclo “Hojas de Álbum” de la Sociedad Filarmónica de Badajoz. Juan Jesús Rodríguez, barítono. Graciela Moncloa, soprano. Manuel Burgueras, piano.
Reciente su sonado triunfo en el Rigoletto de Málaga, Juan Jesús Rodríguez abrió el ciclo “Hojas de Álbum” de la muy activa Sociedad Filarmónica de Badajoz con un recital en compañía de la soprano Graciela Moncloa. Dos voces poderosas, de sobrados medios, capaces de asombrar por su contundencia y su color y que alcanzaron un sonoro éxito. El barítono de Cartaya (Huelva) presentó sus mejores armas desde su primera intervención, la escena de la muerte de Posa de Don Carlo. La voz es redonda, sin aristas, perfectamente moldeada en toda la gama dinámica, de contundente pegada sonora que no por ello obvia sutilezas y detalles en un fraseo cien por cien verdiano. Un color cálido y denso puesto al servicio de una emocionante línea de canto que sabe detenerse en los acentos fundamentales sin por ello exagerar la emisión y que, ayudado por una dicción clara, alcanzó su apogeo expresivo en la frase “Ah, la terra mi manca!”. Su fraseo alcanzó acentos heroicos en la romanza de Luisa Fernanda, especialmente en la forma de dotar de carga dramática a la frase “Si hay que luchar”, sin por ello romper un fantástico legato muy marca de la casa. Todo ello se volvió a hacer presente en la romanza “Los cantos alegres” de la zarzuela La del Soto del Parral en la que demostró que aún sin apianar del todo se puede exhibir un fraseo detallista mediante la dosificación de los acentos.
Graciela Moncloa es una soprano lírica spinto de la mejor categoría: voz firme, de centro poderoso y ancho, graves bien apoyados y agudos emitidos sin estridencias ni tonos metálicos, todo lo contrario, brillantes y perfectamente redondeados. El volumen es también considerable y en su lamento en “Sola, perduta, abbandonata” dejó al público asombrado por la fuerza de su expresión trágica después de haber abierto la velada con un “O mio babbino caro” lleno de encanto y de gracia, sin esos tonos tristones fuera de lugar con los que se suele cantar esta pieza. Una voz como la suya es especialmente adecuada para la zarzuela y así lo demostró en su romanza de La del manojo de rosas, con dominio completo de la voz en todo en todo su amplio registro. La suma de voces de estas características alcanzó momentos espectaculares en los dúos, como los de Nabucco (una Abigaille poderosa frente a un Nabucco más humano), Luisa Fernanda y La Revoltosa, este último lleno de gracia en el fraseo. Como bis ese saleroso pasodoble “Hace tiempo que vengo al taller” de Sorozábal levantó al público de sus asientos. Nada hubiese sido posible sin el acompañamiento cuidadoso y siempre atento de Manuel Burgueras, capaz de dotar de colores sinfónicos al teclado y de adaptarse a cada momento expresivo. Andrés Moreno Mengíbar
Esa es una critica por las que clama el barítono onubense.