Crítica: Anja Kampe brilla en la nueva producción de La Fanciulla en Munich
LA FANCIULLA DEL WEST (G. PUCCINI)
Nationaltheater de Munich. 26 Marzo 2019.
Este nuevo viaje a Munich tiene un contenido claramente atractivo, ya que ofrece primeramente una nueva producción de La Fanciulla del West, a la que sigue la representación de Roberto Devereux con la que Edita Gruberova se despide (así lo ha declarado) de los escenarios de ópera, terminando con un Parsifal que será dirigido por Kirill Petrenko, contando en el reparto con la presencia de nada menos que Nina Stemme y René Pape. Pocos teatros en el mundo, si es que alguno, pueden ofrecer un programa tan atractivo.
La nueva producción de La Fanciulla del West se debe al alemán Andreas Dresen, de quien hemos podido ver aquí algunos otros trabajos, siendo el último que yo recuerdo la producción de Arabella dominada por una enorme escalera. Esta producción de Puccini, como ocurre con otras óperas suyas, como es el caso de Tosca, no dejan muchas oportunidades para mostrar su creatividad a los directores de escena modernos, ya que el libreto hace que los cambios sean casi impensables. En esta ocasión la originalidad de Andreas Dresen no va más allá de pasar del siglo XIX al siglo XX, situando la acción en un poblado minero, en el que “La Polka” no es ya un bar o Saloon típico del far-west, sino la cantina del poblado, al que acuden no ya los buscadores de oro, sino los mineros propiamente dichos. Tampoco puede haber nada original en el segundo acto, que ofrece la cabaña de Minnie en el centro, con un espacio amplio alrededor. Aquí la escenografía de Mathias Fischer-Dieskau peca de excesivamente reducido en el tamaño de la citada
cabaña, que dificulta movimientos. Finalmente, en el tercer acto, estamos en un escenario oscuro y vacío, en el que no hay sino una torre metálica, donde se colocará el lazo de la horca. El vestuario de Sabine Greunig resulta eficaz y cuenta con una adecuada iluminación por parte de Michael Bauer.
La dirección de escena de Andreas Dresen resulta eficaz, moviendo bien a los numerosos personajes secundarios que requiere la ópera. La trama está bien narrada, destacando la interpretación de la protagonista y en conjunto la producción funciona bien.
La dirección musical corría a cargo del americano James Gaffigan, a quien había tenido ocasión de ver dirigir anteriormente Don Giovanni en este mismo teatro. Mi impresión ahora es más positiva que entonces y su dirección me ha parecido muy cuidada y apoyando bien a los cantantes. Confieso que su arranque de la ópera me resultó preocupante, ya que el volumen que salía del foso era de llamar la atención, pero la cosa se fue moderando y no hubo problemas. Muy buena la prestación de la Bayerisches Staatsorchester. Correcto también el Coro de la Bayerische Staatsoper.
Anja Kampe dio vida a Minnie y volvió a demostrar una vez más que estamos ante una actriz-cantante de gran importancia. Fue ella la triunfadora de la representación, ofreciendo una actuación plenamente convincente tanto vocal como escénicamente. Su mayor problema suele residir en la parte más alta de la tesitura, que suele descontrolarse, pero aquí ella se encuentra más cómoda y no ha habido problemas.
Dick Johnson o el Bandido Ramerrez fue interpretado por el tenor americano Brandon Jovanovich, quien confieso que nunca ha sido santo de mi devoción. La voz es amplia y poderosa en el centro, pero el timbre cambia de color y se estrecha en la parte alta y la voz pierde notablemente calidad. Resolvió bien el aria Ch’ella mi creda.
El Sheriff Jack Rance fue bien interpretado por el barítono sueco John Lundgren, que resultó convincente. La voz es amplia y bien timbrada, aunque le falta eso que se ha dado en llamar italianidad.
Los numerosos personajes secundarios fueron cubiertos de manera adecuada tanto vocal como escénicamente. Los principales entre ellos eran Nick, el camarero del Polka, interpretado intachablemente por Kevin Conners, Ashby, el agente de la Wells Fargo, que no pasó de la corrección por parte de Bálint Szabó, así como por Tim Kuypers, que hizo un buen Sonora.
El teatro estaba prácticamente lleno, salvo en las localidades con visibilidad reducida. El público se mostró cálido, aunque no entusiasmando con la representación, ofreciendo grandes aplausos a Anja Kampe y también a los otros dos protagonistas principales de la ópera.
La representación comenzó con los 5 minutos de retraso habituales en Munich y tuvo una duración de 2 horas y 50 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 13 minutos. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 163 euros, habiendo butacas de platea desde 91 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 39 euros. José M. Irurzun
Fotos: W. Hösl
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