KATIA KABANOVA (L. JANACEK)

Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 15 Noviembre 2018.

Volvía esta ópera de Leos Janacek al Liceu de Barcelona, donde la última representación del título tuvo lugar en el año 2002. El resultado del espectáculo ha sido bueno, con una adecuada y atractiva producción escénica, una buena dirección musical y un reparto en el que ha brillado la interpretación de la protagonista.

Escena

En repetidas ocasiones me he referido a la gran actualidad de las óperas de Benjamín Britten y Leos Janacek, que se han convertido en los últimos años en auténticos clásicos en el repertorio operístico. Apenas podría recordar una representación de óperas de estos autores que no haya sido seguida por una reacción triunfal por parte del público.
Katia Kabanova es una de las óperas más representadas de Leos Janacek y es, sin duda uno de sus mejores trabajos, aunque, desde mi punto de vista, ni musical ni dramáticamente alcanza la calidad de Jenufa. En cualquier caso, esta obra de Janacek precisa tres elementos muy bien conseguidos para que el público entre en ella y se acabe entregando. Esto tres elementos son una interpretación musical de altos vuelos, una protagonista de excepción y, finalmente, un trabajo escénico de calidad. Como digo más arriba, estos tres elementos se han reunido en estas representaciones en Barcelona.
La producción escénica se debe a David Alden, habiéndose estrenado en la English National Opera en Marzo de 2010. La producción cuenta con una escenografía auténticamente minimalista de Charles Edwards, que deja amplios espacios para el desarrollo de la acción, especialmente en el segundo acto. El vestuario de Jon Morrell nos lleva a la época de composición de la ópera, es decir los años 20, y resulta adecuado, sin excesivo brillo. Destaca claramente el trabajo de iluminación de Adam Silverman.
David Alden narra de manera adecuada la trama, definiendo bien a los personajes en todos los casos, quizá algo pasado en lo que se refiere a la malvada y autoritaria Kabanicha, con una buena dirección de actores en todos los casos. Podemos hablar de un buen trabajo escénico y muy adecuado para esta ópera.

Escena

Al frente de la dirección musical estuvo el titular de la casa, es decir Josep Pons, cuya lectura me ha resultado convincente, mejor de lo que esperaba inicialmente. Para mi gusto ha sido una de las mejores direcciones que le recuerdo den el foso del Liceu, sacando un buen partido de la Orquesta Sinfónica del Liceu.
La protagonista que da título a la ópera fue la soprano americana Patricia Racette, que demostró una vez más que es una excelente actriz-cantante, perfectamente adecuada para un personaje como el de Katia Kabanova. La intérprete en escena es excelente de principio a fin, viviendo el personaje con una gran intensidad. La cantante funciona bien, aunque no llega al mismo nivel de calidad, ya que la voz nunca ha sido extraordinaria y el paso del tiempo no le ha hecho ganar en calidad.
Boris fue interpretado por el tenor austriaco Nikolai Schukoff que lo hizo de manera adecuada, aunque no brillara de manera especial.
El personaje fundamental de Kabanicha fue cubierto por la mezzo soprano Rosie Aldridge, que pasó sin pena ni gloria por un personaje tan importante como éste.
Francisco Vas volvió a demostrar que es un consumado profesional en su actuación como Tichon.
Buena la prestación de la mezzo soprano Michaela Selinger en el personaje de Varvara, muy adecuada en todos los sentidos. Lo hizo bien así mismo el tenor Antonio Lozano
como Kudriach. La parte de Dikoj fue cubierta por Aleksander Teliga, un tanto basto vocalmente.
Los personajes secundarios fueron correctamente cubiertos por Josep-Ramón Olivé (Kuligin) y Mireia Pintó (Glaixa).

Patricia Racette

El Liceu ofrecía una pobre entrada que no llegaba al 60 % de su aforo, lo que resulta altamente preocupante. Los espectadores se mostraron cálidos con los artistas, especialmente con Patricia Racette en los saludos finales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 46 minutos, sin intermedio y con unas breves parada entre actos. Duración musical de 1 hora y 42 minutos. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 260 euros, habiendo butacas de platea entre 131 y 178 euros. La localidad más barata costaba 49 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill