Crítica: Katja Maderer y Amadeus Wiesensee en el Ateneo de Madrid
Una voz a seguir
Lieder de Schumann y Liszt, mélodies de Duparc. Katja Maderer, soprano. Amadeus Wiesensee, piano. Ateneo, Madrid, 30 de noviembre de 2023.
Un concierto ameno y sugerente celebrado, con la producción de Tala, dentro del ciclo “Lied the Future” promovido por la Asociación Franz Schubert y la Fundación Banc de Sabadell. Se presentaban en Madrid dos jóvenes talentos alemanes: la soprano Katja Maderer (2000) y el pianista Amadeus Wiesensee (1993). Han dejado, ante un auditorio escasísimo (no más de 15 personas) (la lluvia arreciaba en Madrid a esa hora), una excelente impresión.
Ella es una lírica en pleno proceso de formación. La voz, de agradable pasta, es timbrada, espejeante, extensa, bien modulada, con apreciable cuerpo y densidad a partir del Fa 3 y amplitud y buen volumen, con carne y vibración muy natural hasta la zona aguda. Sol, La y Si 4 emitidos sin aparente esfuerzo. Corre sin problemas. Sí los hay en la primera mitad de la octava baja, donde se torna gris y poco audible, con escaso apoyo. Ha de trabajar ese registro. Frasea con gusto, intención y nobleza, aunque se nota su bisoñez en que no establece apenas diferencias estilísticas entre unas canciones y otras; y entre los tres autores convocados. Y también ha de cuidar determinadas resonancias agudas, que a veces nos muestran un espectro algo descarnado.
La afinación es en general buena, como los reguladores, mejorables en cualquier caso; también el legato. Pero cantó por derecho y sin problemas las tres “Romanzas de la op. 64” de Schumann (Heine), las tres piezas de Duparc (Lahor, L’Isle), con un francés pasable, cinco lieder de Liszt (Heine) y el cuaderno “Liederkreis op. 24” del propio Schumann (Heine de nuevo en la base literaria). Emotiva versión del “nº 9”, “Mit Myrten und Rosen”, expresada con convicción y verdad, más allá de alguna que otra desigualdad emisora.
Desde el piano la apoyó Wiesensee, un músico sensible, de digitación variada y expresión muy acorde con la de la soprano. Demostró saber cantar, unirse musicalmente a la voz, yendo al compás, con los matices y claroscuros pertinentes. Ante los insistentes aplausos del escaso público los dos artistas regalaron dos lieder de Schumann, el segundo el conocido “Widmung” (Dedicatoria), “nº 1” de “Myrthen op. 25”. Este dicho con arrobada y entusiasta expresión. Arturo Reverter
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