Crítica: King’s Consort, fieles al barroco
Ciclo “Universo barroco” del CNDM
King’s Consort, fieles al barroco
Obras de Haendel y Rameau. The King’s Consort. Robert King, director. Auditorio Nacional. Madrid, 25 de marzo de 2018.
Gonzalo Alonso
Nadie se pudo llamar a engaño y quienes llenaron el Auditorio Nacional el domingo por la tarde para escuchar música barroca no se vieron defraudados. La década de los ochenta nos trajo la moda del barroco con instrumentos originales y Hogwood, Pinnock, Norrington, Gardiner o Harnoncourt nos mostraron nuevos caminos, cada uno con sus personales visiones, que iban desde lo anodino del primero a la heterodoxia del último, quien acabó por querer interpretar así hasta “Aida” de Verdi o, mejor, decidió que primaba más el sentido comercial que la fidelidad al estilo.
Robert King sintetiza hoy todo aquello con una cierta evolución, que le permite compatibilizar el espíritu con la expresividad, valiéndose de un conjunto admirable como el King’s Consort. El programa se abrió y cerró con Haendel. Quizá la “Música acuática” pudo pecar un poco de monotonía, pero fue salvada por la intervención de algunos de los solistas, como el oboe, apenas en su inicio. “La música para los reales fuegos de artificio” nos volvió a sumergir en palacios como el de Vaux-le-Vicomte, con elegancia, refinamiento y el poderío de una época en la que se echaba una ballena al lago para impresionar al rey -y para con ello caer en desgracia- en una celebración. El éxito estaba asegurado al colocar esta obra al final del concierto. Curioso que hubo de repetirse un tiempo por carecer de propina. Con todo, quizá lo más hermoso llegó con la suite de “Les Boréades” de Rameau y en particular con la cautivadora entrada de Abaris. No puede dejar de mencionarse la impecable intervención de trompas y trompetas, siempre un riesgo en estas interpretaciones.
Es una suerte de poder escuchar por “dos duros” conciertos como el presente aunque, cierto es también, que la subvención pública con la que cuentan perjudique a los ciclos que no la poseen. Mucho habría que hablar de precios. Por ejemplo de los 45€ que costó “Ariodante” con Christie en el Baluarte de Pamplona a los 191 en el Teatro Real o a los 250 en Viena, eso sí con una maravillosa puesta en escena y sin corte alguno. Luego se habla del dumping fiscal en las comunidades españolas.
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