Crítica: Kissin ante Beethoven
Kissin ante Beethoven
Sonatas para piano de Beethoven nº. 8, “Patética”; 17, “Tempestad”, y 21, “Waldstein”. “Variaciones op.35, Eroica”. Evgeny Kissin, piano. Ibermúsica. Auditorio Nacional de Música. Madrid, 10 de febrero de 2020.
Conocimos a Evgeny Kissin (Moscú, 1971) de la mano de Alfonso Aijón/Ibermúsica hace ya tres décadas. Vino como niño prodigio y nos asombró a todos. Tan joven, asombró hasta a Karajan, quien le contrató para grabar juntos pocos meses después un “Primero” de Chaikovski ya histórico. Nos ha visitado muchas veces desde entonces y, no sólo nunca nos ha dejado indiferentes, sino que habitualmente nos han entusiasmado sus Schumann, Liszt, Chopin… hasta Schubert.
Otro cantar o mejor otro piano es el de Beethoven, compositor en plena celebración anual y, como no podía ser de otra forma, al que también se aproxima ahora muy especialmente este artista ruso grabando varias de sus sonatas. Presentar en un concierto un programa íntegro de sonatas de un solo compositor siempre es arriesgado por la monotonía que puede producir en algunos espectadores. Sucedió recientemente, en el mismo ciclo, con el violinista Leanidas Kavakos. De ahí la inteligente selección planteada por Kissin, con tres sonatas de las más populares y el añadido de las “Variaciones op.35, Eroica”. Beethoven, lo expresa muy bien Pedro González Mira en su recomendación semanal en Beckmesser.com, hay que tocarlo desde el clasicismo pero superando el clasicismo. Kissin está en camino de ello, pero no ha llegado aún a la meta. En ocasiones suena demasiado enérgico, como le sucedió en la “Patética” inicial, en la que hubo de agradecerse que no intentase “inventar” en ese “Adagio cantábile” en el que otros han caído demasiado en la fantasía personal. En la “Tempestad” fue quizá más perceptible el uso del pedal, un punto excesivo para el clasicismo beethoveniano, aunque -todo hay que decirlo- nunca emborrona el sonido, que siempre tiene la virtud de la claridad. En esa búsqueda de la superación del clasicismo tendrá que profundizar en el arte de la sutileza, aspecto evidente en la “Waldstein”.
Y, como no podía ser de otra forma, lo mejor del programa vino de la mano de las dificilísimas “Variaciones op.35, Eroica”. Fue una completa exhibición de virtuosismo, tan perfectamente adecuado a esta partitura como un punto excesivo para las del resto del programa. Luego, las propinas, con más Beethoven: Bagatelas, Variaciones Escocesas WoO 83, sobre las ruinas de Atenas …. Otro gran recital de Kissin, se adapte más o menos su Beethoven al gusto de cada cual. Gonzalo Alonso
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